Todo lo que NO debería ser una crítica DE CINE:
Dice el refrán que cada uno cuenta la feria según le fue en ella. Tras su aciaga ‘aventura’ política, de la cual salió con moratones hasta en el diploma de economista, Yanis Varoufakis intentó enlustrar su imagen con un libro que no hizo sino confirmar lo peor del pájaro.
Dicho revoltijo de crónicas supuestamente objetivas y testimonios llorones sin atisbo de autocrítica pellizcó el corazón de Costa-Gavras, cineasta enorme pero tan vulnerable a cualquier cuentito a lo David contra Goliat que se le nubló el entendimiento hasta ser incapaz de discernir el grano de la paja (o, en este caso, del pajero). Así las cosas, no sorprende toparse con una obra de encomiable acabado y musculosa puesta en escena, ágil, certera y sobre todo entretenida, cuya compacta ejecución dramática lima en buena medida la egolatría de Varoufakis y acaba volando más alto que el dogmático e insoportablemente onanista material en que se basa.
Y es que, seamos malos, pese a la buena labor de Christos Loulis encarnando al ministro narciso, no cuesta imaginarse a este prefiriendo en el fondo ser interpretado por otro calvo más patentemente heroico, tipo… ¿Jason Statham?
Antonio Trashorras, en Fotogramas
De una falta de profesionalidad insólita.