Tema: Alexander Mackendrick: revisando sus películas

Un grandísimo actor, que además no importaba que aspecto o que "caretos" ponía en cada trabajo, solía bordarlos todos.

Me uno al club de fans de Alec Guinness... ¿como olvidarlo en "El cisne", "Un cadáver a los postres" y tantos otros maravillosos roles?...

Dado que el nivel de ruido en mi edificio ha crecido exponencialmente mi aspecto ahora mismo, con los cascos antirruido que recibí ayer (y que sólo palían el mismo pero no lo hacen desaparecer ¡ay! ni mucho menos), parezco la Hormiga Atómica...



... cascos con los que espero confeccionar mis próximas crónicas antes de que cambie definitivamente mi vivienda de toda la vida por un paradisíaco ático, con terraza y, lógicamente, sin vecinos encima que son los que últimamente me traen por el camino de la amargura...

Como decía una canción de Queen, "Leaving Home Ain't Easy"...



P.D. Hasta la A que luce en la camiseta lo mismo podría hacer referencia a mi avatar que a mi nombre real.

Te comprendo perfectamente querido compañero Alcaudón, pero ya verás cuando estés en tu ático lo estupendo que vas a estar, paciencia que lo conseguirás pronto...

Y querremos ver alguna foto de tu nueva residencia "paradisíaca"...

Yo lo que quiero ver es el casco!

Yo le he echado el ojo a uno que tiene un pedazo de terraza como para que quepan todos los queridos amigos del foro que, por supuesto y tan pronto como la Covid-19 desaparezca de nuestras vidas, estáis invitados a compartir. Además Bilbao que antes era una de las ciudades más feas de toda España ahora es todo lo contrario. O sea que a ver si cuando el panorama se despeje os venís todos para aquí y os enseño la ciudad donde nací y donde quiero vivir lo que me quede de vida.

Y dado que esta tarde al final me quedaré en casa me pienso dar - si el vecino del 5º no sigue con sus interminables obras - un maratón de crónicas de forma que complete la de Mackendrick que he iniciado esta mañana - y que sólo he abandonado temporalmente primero para hacer unas compras de comida en el BM y segundo para comer - e inicie (no creo que me de tiempo a completarla) la de Fritz Lang.

Y aunque no soy precisamente muy futbolero dado que va ser imposible escapar al hecho de que el Athletic de Bilbao juega esta noche la primera de las dos finales de Copa en las que está inmerso tal vez acabe viendo el partido por la tele.

THE LADYKILLERS (1955, EL QUINTETO DE LA MUERTE)



Director: Alexander Mackendrick.

Producción: Ealing Studios Ltd.

Distribución: J. Arthur Rank Film Distributors Ltd.

Productor: Michael Balcon.

Productor adjunto: Seth Holt.

Guion: William Rose.

Dirección artística: Jim Morahan.

Fotografía: Otto Heller (en 1.37:1 y Technicolor).

Asesora de color: Joan Bridge.

Música: Tristam Cary.

Montaje: Jack Harris.

Reparto: Katie Johnson (La Vieja Dama/Señora Wilberforce), Alec Guinness (Profesor Marcus), Cecil Parker (Claude/Mayor Courtney), Herbert Lom (Louis/Señor Harvey), Peter Sellers (Harry/Señor Robinson), Danny Green (Primer Asalto/Señor Lawson).

Duración: 1 h 30 m 41 s. (Copia en BD de StudioCanal editada en 2020).

Estreno: 8 de diciembre de 1955.



EL QUINTETO DE LA MUERTE no fue sólo la última película que Alexander Mackendrick rodó en su tierra de adopción antes de su marcha a los EUA (su tierra de nacimiento) sino también la última gran comedia que salió de los Estudios Ealing regentados por el excelente productor Michael Balcon antes de su venta, ese mismo año, a la BBC.

Igualmente el nombre de (Sir) Alec Guinness (1914-2000) está íntimamente ligado a las mejores comedias que surgieron de dicho estudio y en concreto OCHO SENTENCIAS DE MUERTE (1949), de Robert Hamer y la película hoy comentada, que yo personalmente señalaría como las cimas no sólo de la Ealing sino del cine británico de todos los tiempos.

Por supuesto no me puedo olvidar de títulos igualmente magníficos, aunque para mí un peldaño por debajo de los arriba mencionados, como son ORO EN BARRAS (1951), de Charles Crichton y EL HOMBRE VESTIDO DE BLANCO (1951), del propio Mackendrick.

EL QUINTETO DE LA MUERTE fue además la primera incursión en el color de su director aunque no fue la primera comedia en Technicolor de la Ealing, privilegio que le corresponde a la simpática LOS APUROS DE UN PEQUEÑO TREN (1953), de Charles Crichton.

La película supone, además el segundo eslabón de la cadena del que para mí es el tema central de las mejores películas (con la excepción de MANDY) de Mackendrick: el poder destructor de la inocencia.

Si en la primera de las tres películas que componen la “serie”, EL HOMBRE VESTIDO DE BLANCO, los “daños a terceros” no llegaban a más (aunque intuimos que el personaje encarnado por Guinness podría convertirse en un “arma de destrucción masiva” dada su ingenuidad), en EL QUINTETO DE LA MUERTE la “inofensiva” señora Wilberforce (una espléndida y absolutamente british Katie Johnson) es capaz, sin comerlo ni beberlo, de eliminar a toda una banda de atracadores sin que se le mueva el alfiler del sombrero.



VIENTO EN LAS VELAS (1965), basada en la novela de Richard Hughes “Huracán en la isla” (1929), es no sólo el último eslabón de la cadena sino también el más complejo y seguramente la mejor película de su director (amén de ser uno de los mejores títulos que nos ha legado el cine de aventuras que además en esos años estaba en franca decadencia). La (falsa) inocencia de la niña protagonista, Emily (Deborah Baxter), entronca con una obra fundamental del mejor cine de todos los tiempos como es LOS OLVIDADOS (1950), de Luis Buñuel.

Aunque Mackendrick no quedó completamente satisfecho de su anterior cinta, LA BELLA “MAGGIE”, más bien todo lo contrario, su relación con el guionista William Rose fue lo suficientemente buena como para que volviera a contar con este para el libreto de su siguiente película.

Como en EL HOMBRE VESTIDO DE BLANCO con la que, como ya he dicho, mantiene estrechos vínculos, EL QUINTETO DE LA MUERTE comparte el uso no sólo de una música que sirva de motivo recurrente (la que acompaña a los desplazamientos de la señora Wilberforce o la pieza de Boccherini que sirve de tapadera a la banda de atracadores) sino un sonido característico y que en la primera película era el provocado por el invento de Stanley (Alec Guinness) y en la segunda la forma en la que el quinteto se va deshaciendo de sus miembros uno por uno echándolos en los trenes que continuamente pasan por debajo de la mansión de la Vieja Dama.





De una forma admirable y a la manera de Hitchcock (del que hablaré a continuación…) el director establece en esa primera toma cenital toda la estructura argumental de la historia puesto que incluye la introducción, el nudo y el desenlace.



La primera hace referencia a la presentación del personaje central de la historia, la viuda Wilberforce.

La segunda hace referencia a la casa en la que habita y donde transcurrirá el grueso de la acción.

Y la tercera hace referencia a la presencia del tren que será primero el objeto de deseo del grupo de atracadores pero que acabará por convertirse igualmente en su tumba.

E igualmente el paseo (habitual) que le lleva a la anciana a la comisaría de policía regida por el superintendente (Jack Warner) será clave para comprender el final de la historia.



Esa carantoña que la amable (pero combativa, como pronto veremos) señora Wilberforce hace al bebé y que provoca el inmediato llanto de este parece ser la forma elegida por Mackendrick para indicarnos que vivimos en un mundo de apariencias, donde nada (ni nadie) es quien pretende ser (algo potenciado con la llegada del quinteto de cuerda a la casa de la citada señora).



Y ese gesto de olvidarse el paraguas, primero un mero despiste, después una fuente de preocupación para la banda y finalmente un retruécano con el que la anciana seguirá su rutina diaria sólo que con una más que sustancial cantidad de dinero en su bolsillo.







Antes he mencionado a Alfred Hitchcock y es que la presentación del primero de los atracadores, el profesor Marcus (un inquietante y ciertamente vampírico Alec Guinness) recuerda poderosamente al inicio de la primera gran película (y su obra más personal hasta la fecha) del director británico.

Me estoy refiriendo, lógicamente, a EL ENEMIGO DE LAS RUBIAS (1927).

Comparemos sino los fotogramas.









Aunque la película pertenece claramente al género de la comedia toma elementos igualmente del cine negro (la preparación y el robo del furgón) y del de terror (no sólo por el personaje del profesor Marcus sino porque la misma casa en la que se refugian los delincuentes acaba por convertirse en una auténtica “mansión de los horrores”, siquiera involuntariamente y en la que hasta los cuadros parecen desafiar las propias leyes físicas más elementales).



Estoy plenamente de acuerdo con vosotros en que el reparto que forma ese quinteto de cuerdo está un tanto desequilibrado, especialmente un gordito Peter Sellers (que tampoco fue nunca santo de mi devoción, con las lógicas excepciones – léase ¿TELÉFONO ROJO? VOLAMOS HACIA MOSCÚ (1964), de Stanley Kubrick o BIENVENIDO, MR. CHANCE (1979), de Hal Ashby -) o el habitualmente antipático Herbert Lom (quien, por otra parte, protagonizaría EL FANTASMA DE LA ÓPERA (1962), de Terence Fisher para la Hammer).





Mackendrick, en perfecta conjunción con Otto Heller, logra a través del uso del color una perfecta concordancia entre los tonos pastel que dominan el vestuario de la anciana (y de sus amigas) y de la salita en la que pasa la mayor parte de su tiempo en compañía de sus mascotas aladas y los tonos más agresivos (notoriamente los colores primarios – azul, rojo y verde -) que presiden la habitación en la que idean sus planes el quinteto.







Lógicamente dichas tonalidades estarán acordes con la personalidad de los que habitan dichas estancias.

La señora Wilberforce es el ejemplo perfecto de por qué el pueblo británico no sólo plantó cara los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial sino que acabó por doblegarlos gracias a su supremacía aérea…



… y que bien podría estar representada por esas tres mascotas, las cuales sobrevivieron incluso a la muerte de su dueño, el esposo de la Vieja Dama, que como buen capitán se hundió con su propio barco.

Y no deja de tener retranca que el plan maestro diseñado por el profesor Marcus y llevado a la práctica por el mal avenido grupo de atracadores sea finalmente desmantelado no por la policía, que se muestra igual de incompetente que en las películas del maestro, sino por las luchas intestinas entre sus miembros provocadas por las continuas interferencias de la anciana.





Desde el momento en que la señora Wilberforce se da cuenta de quiénes son en realidad sus inquilinos entraremos en una espiral de violencia (notablemente suavizada lógicamente por el tono de comedia – negra – que preside la historia) que acabará por convertirse en un remedo de “Diez negritos” (1939), de Agatha Christie.

Magnifica esa panorámica que va desde el profesor Marcus al interior de la casa en la que duerme plácidamente la señor Wilberforce, desconocedora de ser la causante de todos los males que aquejan a la banda.









Y esa perfecta simetría entre la imagen de la señora Wilberforce en coche en ayuda – involuntaria – de la banda de atracadores con las que comparte su casa y esa otra en la que se dirige a su hogar y la dulce melodía que la acompaña.





La imperturbable Vieja Dama que como bien precisa mad dog earle se reencarnó en nuestra abuelita Paz, magistral creación del incombustible Manuel Vázquez para el “Gran Pulgarcito” en 1969.



Feliz tarde a tod@s, salvo al vecino del 5º que sigue con sus interminables obras y al que deseo en esta semana de pasión el mayor de los tormentos para que sufra en carne propia lo que provoca en carne ajena.



P.D. Y mis cascos antirruidos han demostrado ser completamente ineficaces cuando estamos hablando de ruidos provocados por una perforadora o un taladro.

Si el gran escritor británico Michael Moorcock dedicaba con sorna sus libros "A mis acreedores, que siguen siendo una fuente permanente de inspiración", yo con acritud agradezco al vecindario en su conjunto por haberme dado el coraje suficiente de echar a volar y dejar el nido después de más de medio siglo de existencia.

Gracias, Alcaudón, por esa invitación tan bonita a visitar esa ciudad, que cada vez tiene más tirón nacional e internacional. Y lo siento por la parte que te toca por esa derrota de anoche. A ver si en el próximo partido, podemos ver lucirse a Williams o Muniain y ahí ya será otra cosa. (lo siento, Mad dog )

Tranquilo, mi pasión futbolística es muy limitada. De todas modos, me parece que este año los leones se van a quedar sin copas.

Iniciado por mad dog earle

Tranquilo, mi pasión futbolística es muy limitada. De todas modos, me parece que este año los leones se van a quedar sin copas.

En fútbol puede pasar de todo, pero eso mismo le comentaba yo ayer a mi hermana. Le dije que si hay una cosa peor que perder una final, es perder dos finales. El palo, de producirse, puede ser gordo. El favorito, si juega Messi y tal como está el Barca, es el Barca.

Lo lógico es que gane el Barça pero a veces esta no siempre funciona.

Y que conste que yo no soy nada futbolero. De hecho ayer me aburrí muy notablemente.

Bueno, con un poco (bastante) de retraso, finalmente he podido ver "Maggie". Ha costado, pero ha merecido la pena.

Coincido en que la primera parte es menos interesante, con personajes con los que a priori no empatizo, pero a raíz de la aparición de Pousie en el vetusto barco, todo va a mejor. Impagables esas escenas con la caza de faisanes, una pena no haber podido seguir disfrutando de su personaje a bordo de la Maggie, hubiera dado mucho juego.

Me ha recordado (lejanamente eso sí) a Capitanes intrépidos, con un tripulante no invitado, muy alejado del mundo del mar, y que poco a poco va entrando en el ambiente, y comprendiendo la dura vida de los marineros.

Me quedo con la escena de la conversación entre la joven que ha de elegir marido y Marshall (se llamaba así el americano?). Sencilla, pero muy significativa. Tanto para ella como para él.

A ver si esta semana puedo ponerme con El quinteto de la muerte. Al menos esta será fácil de encontrar, solo tendré que acudir a la balda superior de mi estantería, junto a todas las ediciones de Studio Canal.

Iniciado por Wallander

Me quedo con la escena de la conversación entre la joven que ha de elegir marido y Marshall (se llamaba así el americano?). Sencilla, pero muy significativa. Tanto para ella como para él.

"Calvin B. Marshall", que si te fijaste es el nombre que le dan a la "Maggie" al final de la película.

Chantaje en Broadway (Sweet Smell of Success, 1957)



Mackendrick, de vuelta a su país de nacimiento, rodó uno de sus mejores films (sino el mejor): una brillante adaptación de la obra “Sweet Smell of Success”, de Ernest Lehman (al que recordamos como guionista de la magistral North by Northwest hitchcockiana). El propio Lehman firma el guion junto a Clifford Odets. No conozco la novela o mejor relato (da título a una colección de “short stories”), por lo que no sé si el tono vitriólico del guion responde más a Lehman o a Odets o a ambos, pero esa corrosiva acidez es una de las características más destacables del film.

Junto al magnífico guion, brilla la fotografía en blanco y negro, negra, negrísima, del gran James Wong Howe, y la música percutante, de inspiración jazzística, de Elmer Bernstein (que, por momentos, me ha recordado la que compuso para la premingeriana The Man with the Golden Arm, y también la de otro Bernstein, Leonard, para On the Waterfront), con la presencia del Chico Hamilton Quintet.



Y, por supuesto, las soberbias interpretaciones de Tony Curtis y Burt Lancaster (y, en general, de todo el reparto), aquí también en papel de productor, con su compañía Hill-Hecht-Lancaster. Porque Tony Curtis “es” Sidney Falco, marrullero agente de prensa que se mueve como un carroñero en las procelosas aguas de Broadway. No me puedo imaginar a otro actor para este papel: no sé cómo anduvo la cosa en materia de premios en aquel año (tomaszapa, ¿nos lo aclaras?), pero la interpretación de Curtis (que, además de atractivo y simpático, siempre me ha parecido un muy buen actor… a pesar del papelón de The Last Tycoon) es digna de Oscar. Como también lo es la de Lancaster, en el papel del pétreo y cínico J.J. Hunsecker, poderoso periodista que, desde su columna diaria (“The Eyes of Broadway”) y su programa de televisión, puede hundir a cualquiera, sea un artista o un político (como se nos muestra en la espléndida conversación que mantiene con un senador, que intenta promocionar a su “amiguita”).



La relación entre Sidney y J.J., que tiene algo de sadomasoquista (y puede incluso que cierto aire homoerótico),



tiene algo que los une íntimamente: el encargo que recibe Sidney de provocar la ruptura entre la hermana de J.J, la joven Susie (la debutante Susan Harrison), y el improbable guitarrista de jazz Steve Dallas (Martin Milner, al que recuerdo en la fleischeriana Compulsion).



Para conseguirlo no habrá límites ni escrúpulos, mucho más después de que el vehemente Steve tenga la osadía de criticar a J.J. acusándolo de ser “a national disgrace”.



A partir de ese momento, ya no se tratará de romper la relación amorosa de la pareja, sino de destruir, de aplastar, al muchacho. Para ello, Sidney, al que J.J. califica en un momento dado de “a cookie full of arsenic”, se servirá del teniente de policía Kello (imponente Emile Meyer).



La película sigue a los personajes durante un par de días. Se inicia con la cámara mostrándonos cómo sale un periódico de la rotativa y se reparte (recurso habitual de un cierto tipo de cine negro americano), y cómo se consume su contenido a la vez que se come en la barra de un bar, planos de impronta documental, en el que se inserta Sidney, nervioso porque no encuentra en la columna de J.J. la referencia a uno de sus clientes que estaba esperando.



Sidney inicia un inacabable periplo nocturno que tendrá como eje central su encuentro con J.J. en el famoso club 21, en el que queda clara la dialéctica, de “amo y esclavo”, entre ambos personajes. Pero Sidney, en movimiento perpetuo, hará muchas más cosas durante esa noche: se pasará por su oficina-dormitorio, donde conocemos a su sacrificada secretaria (obviamente, enamorada del jefe, como mandan los cánones, talmente la secretaria de un detective privado como Spade o Marlowe); su visita al club donde actúa Steve con el quinteto de Chico Hamilton; la relación con la vendedora de cigarrillos, Rita (magnífico papel de la rubia Barbara Nichols, a la que veremos también en el hilo de Lang en Beyond a Reasonable Doubt); su conflictiva relación con el teniente Kello; el intento de chantaje, frustrado, a otro columnista, rival de J.J., Leo Bartha (Lawrence Dobkin) para que publique una calumnia sobre Steve; o la “venta” de Rita a un tercer periodista (David White), este sí dispuesto, a cambio de sexo, a dar salida a la mentira comprometedora.





A la mañana siguiente, la argucia periodística de Sidney da sus frutos, y Steve es despedido. Susie consigue que, provisionalmente, se readmita a Steve, pero lo peor está por llegar, después de las cuarenta que le canta el guitarrista al poderoso periodista. Parecía que Sidney no podía caer más bajo, en su servilismo rastrero, pero no: aún había margen de envilecimiento, poniendo droga en el abrigo del músico y avisando a la policía.

J.J. consigue así arruinar, al menos momentáneamente, la carrera de Steve, pero pierde a su hermana, que, de paso, consigue implicar a Sidney en un escabroso intento de suicidio en el apartamento de los Hunsecker.



Conclusión: Susie abandona a su hermano, y sale, libre, a las calles de un Nueva York que amanece; Sidney recibe un "tratamiento especial" por parte de Kello y acabará previsiblemente con sus huesos en la cárcel; y J.J. se queda solo, en su torre de marfil. Es obvio que, en el fondo, hay una atracción incestuosa en la relación que J.J. mantiene con su hermana, algo que me recuerda la que había entre Tony y Cesca en la hawksiana Scarface (o de Tony Montana y Gina en el remake de De Pama), quizá una forma de decir que los periodistas como J.J. son los gánsteres de los nuevos tiempos.

El ritmo que imprime Mackendrick al film es endiablado; los diálogos, hirientes, no tienen desperdicio; la negrura de la fotografía de Wong Howe parece como si emanara de los personajes, del siniestro J.J. y del mezquino Sidney; las imágenes nocturnas de Nueva York nos retratan una ciudad que vive sin descanso;





todo encaja perfectamente para dar como resultado un film magistral. Quizá se puede alegar que hay algunos excesos enfáticos en la puesta en escena, con el recurso a angulaciones en contrapicado que agigantan el personaje de J.J., pero creo que es un énfasis que no desvirtúa, sino que acompaña.

La siguiente entrega, Sammy Going South, es el primero de dos films (el otro es A High Wind in Jamaica), en que Mackendrick pone en primer plano el tema de la pérdida de la inocencia (que, como bien apuntó Alcaudón, es un tema central de su filmografía) en el contexto de la infancia. Menos conocida que la siguiente, Sammy Going South seguro que será una agradable sorpresa para muchos.

Guardo un muy buen recuerdo de Chantaje en Broadway. La vi en un pase de TCM hace la tira de tiempo, y las actuaciones de los protagonistas, desde luego, son magníficas. Respecto a la pregunta, esta película fue injustamente ninguneada en los premios en general.
En los Oscar, ninguna nominación. En los BAFTA, solo Curtis, nominado a mejor actor extranjero (lo ganó Henry Fonda por 12 hombres sin piedad).

Iniciado por tomaszapa

En los Oscar, ninguna nominación. En los BAFTA, solo Curtis, nominado a mejor actor extranjero (lo ganó Henry Fonda por 12 hombres sin piedad).

Difícil disyuntiva, porque Fonda está también espléndido en la película de Lumet, pero creo que me hubiera decantado por Curtis.

Iniciado por mad dog earle

Difícil disyuntiva, porque Fonda está también espléndido en la película de Lumet, pero creo que me hubiera decantado por Curtis.

Eso pensaba yo también. En los BAFTA tenian durante años el alivio de poder premiar a dos intérpretes, uno británico (ese año fue Alec Guinness por El puente sobre el rio Kwai) y este, extranjero (Fonda).

En los Oscar, no y ni Curtis ni Fonda pasaron el corte. Ganó la estatuilla dorada Alec Guinness, aunque por ahí estuvo nominado el fantástico Charles Laughton por Testigo de cargo.

A los cinco minutos de haberla terminado, me he dado cuenta que será difícil que este film no esté en el primer puesto, me sorprendería mucho que fuese superado; a la vez me indigno yo mismo de, primero, no haber visto antes este film, y segundo, que puede ser que esté algo relacionado con el primer punto, del poco caché que ha tenido el film, vale que empiezo en esto del cine clásico (tampoco así), se que me faltan muchas obras capitales del cine clásico por ver (gracias a las revisiones pues menos) pero sino las he visto, las conozco de haberlas leído por alguna parte, pero de este film nada de nada, un total desconocido, sabía que existía hace unas semanas, pero aquí no se salva nadie, ustedes tiene culpa, porque ya llevamos años juntos, y vuestras recomendaciones de obras capitales van a lista freak, y ustedes en 10 años no la han mencionado, o si lo han hecho ha sido en un periodo mío de poca actividad. Pues eso, acabo de ver una obra total!!!!!

Venga, que no pare la fiesta de los elogios!!!!! he visto bastantes pelis de Tony Curtis, y muy potentes, y no són el último magnate ni la repugnante Jugando a tope, quizá una decena? no se, Con faldas a lo loco, Espartaco, y los vikingos entre otras, puede afirmar que es su mejor interpretación que he visto hasta ahora, SIN DUDA. Crea un personaje tan miserable como magnético, y consigue una mezcla de asco y amor difícil de encontrar, uno quiere que le vaya bien a ese hdp, pero si le va bien es que no para de hacer cabronadas, que es como se gana la vida. Y de Lancaster más de lo mismo, pero me quedaría con el de Tony Curtis, siempre me han apasionado la manera de actuar de los mandos intermedios, Curtis ,y Mackendrick claro, tienen culpa de ello porque lo plasman de manera ejemplar, esa mezquindad que intentan justificar por su posición no privilegiada, es un contrapunto con el personaje de Lancaster, ya con un perfil de padrino, de capo, del mafioso que está en el mando, un personaje muy interesante pero para mi, tiene más matices, riquezas y en resumen es un auténtico caramelo el de Tony Curtis.



El film me ha recordado por temática al Network de Lumet, no se cual me gusta más, tendría que refrescar el de Lumet; también por mezquindad y maneras, me lleva a relacionarlo con la actual Nightcrawler quizá Don Girloy tuvo una fuente de inspiración con el film de Mackendrick. Y de manera menos directa, me recuerda algo a Whiplash en lo que se refiere a la relación entre los personajes principales, cuando el alumno puede ser más cabrón aún que el profesor despiadado; hay momentos en el film que el alumno supera o por lo menos iguala al capo Lancaster, el ser intermediario ofreciendo servicios sexuales a terceros, y encima manipular y acabando de convencer a la mujer, que lo que hace es un favor para ella e incluso lo enfoca como si le salvara la vida, es una gota que llena el vaso de lo que es capaz de hacer ese bicho de Tony Curtis. Porque si hablamos de lo que le hace a la hermana de Lancaster en el film, pues es difícil de superar ese nivel de mezquindad.



Más cosas positivas y acabaré porque de tantos halagos me estoy mareando, la música jazzística es formidable y la recreación de ese NY sucio y barriobajero, eso, más unos secundarios que no parar de sumar (la pareja de tortolitos por ejemplo, o el poli matón, entre muchos) hacen compactar al film, creando sin duda, un film de 10, que desgraciadamente, y aquí he pecado, el vinagre es para mi, ya que reconozco haber visto el film doblada al castellano, que visto el resultado, el arrepentimiento de no haberme gastado los 13€ por el BD es muy alto (aunque sospecho que edita una piratilla), un 10 para el doblador en castellano del personaje de Curtis, pero para confirmarla como obra total, quiero y debo verla en VOSE, y estoy en ello.

Un par de apuntes sobre una película que yo NO considero como la obra maestra de Alexander Mackendrick...

... a falta de revisarla, dado que el último visionado lo tengo muy lejano...

Uno:

La película es en realidad una coproducción entre la Norma de Harold Hecht, James Hill y Burt Lancaster y la Curtleigh de Tony Curtis y Janet Leigh.



Dos:

El guion de Clifford Odets y Ernest Lehman parte de un cuento de este último publicado originalmente en la revista Cosmopolitan (Abril de 1950) y titulado "Tell Me About It Tomorrow!".

Tenéis razón en que "Chantaje en Broadway" es una película bastante olvidada por el gran público, a pesar de ser muy notable; quizás sea debido a los roles tan "antipáticos" de los dos protagonistas, acostumbrados a ser los galanes y/o héroes de muchos títulos, aquí están tan alejados de su imagen típica que choca un rato...

Yo recuerdo haberla visto un par de veces en tv, y desde luego siempre me ha gustado mucho, ese ambiente tan malsano y ese cinismo de la ciudad de Nueva York, aunque me encanta siempre Burt Lancaster, aquí sin duda alguna me quedo con el trabajo fantástico de Tony Curtis, porque siendo despreciable, hasta se le coge cariño...

Iniciado por Alcaudón

Un par de apuntes sobre una película que yo NO considero como la obra maestra de Alexander Mackendrick...

Yo la considero, sin dudarlo, una obra maestra de Mackendrick, no "la" obra maestra, porque para mí tiene como mínimo otra, que aún está por comentar.

Sobre tus dos apuntes, lo cierto es que el film se inicia con un "Hecht-Hill-Lancaster presents", pero como dices también participó la productora de Curtis.
Respecto al título del relato de Lehman, me creo lo que dices, pero hoy en día (quizá a partir del film) se encuentra editado como "Sweet Smell of Succes and Other Stories". Desconozco si hay traducción al castellano o al catalán, me temo que no.

Iniciado por Alcaudón

Un par de apuntes sobre una película que yo NO considero como la obra maestra de Alexander Mackendrick...

Bueno mientras no sea Maggie tu obra maestra, estaremos de acuerdo.

Iniciado por Alex Fletcher

Bueno mientras no sea Maggie tu obra maestra, estaremos de acuerdo.

Iniciado por Alex Fletcher

A los cinco minutos de haberla terminado, me he dado cuenta que será difícil que este film no esté en el primer puesto, me sorprendería mucho que fuese superado; a la vez me indigno yo mismo de, primero, no haber visto antes este film, y segundo, que puede ser que esté algo relacionado con el primer punto, del poco caché que ha tenido el film, vale que empiezo en esto del cine clásico (tampoco así), se que me faltan muchas obras capitales del cine clásico por ver (gracias a las revisiones pues menos) pero sino las he visto, las conozco de haberlas leído por alguna parte, pero de este film nada de nada, un total desconocido, sabía que existía hace unas semanas, pero aquí no se salva nadie, ustedes tiene culpa, porque ya llevamos años juntos, y vuestras recomendaciones de obras capitales van a lista freak, y ustedes en 10 años no la han mencionado, o si lo han hecho ha sido en un periodo mío de poca actividad. Pues eso, acabo de ver una obra total!!!!!

Caramba, Alex, qué fácilmente cambias de opinión. Me recuerdas aquella máxima marxiana: "estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros".

Nein nein, quería decir que si es Maggie el film al que se refiere Alcaudón, no estaríamos nada de acuerdo, ya que la considero floja, si es otra, acercaríamos posturas.

Sí, sí, pero ya estás cediendo respecto a considerar Sweet Smell of Success como una obra maestra (o total). Ya sabes que a Alcaudón le encanta llevar la contraria (porque, además, lo ha dicho sin haber visto el film desde hace años, como él mismo confiesa). Yo creo que, en realidad, para él LA obra maestra de Mackendrick es No hagan olas (Don't Make Waves).

Más probablemente VIENTO EN LAS VELAS...

... aunque la presencia en la película mencionada de Claudia Cardinale y Sharon Tate es ciertamente estimulante...