Con retraso he podido ver esta nueva parte de la saga de Alien, con las expectativas bajas, he de decir, pues Prometheus no me acabó de gustar, así que por lo menos esperaba que Ridley Scott se redimiera con esta película un poco. Lo que no me esperaba era que esta película fuera tan floja.
No sé muy bien que es lo que quería hacer su director. A veces parece que quiera contentar a los fans decepcionados con la anterior entrega haciéndose auto-homenajes a la vez que intenta con la ayuda de John Logan arreglar como puede los desaguisados planteados en Prometheus. Y no acaba de funcionar nada.
Ninguno de los nuevos personajes, de los que sólo destaca Fassbender y a mucha distancia, se salvan de tener una preocupante falta de carisma por mucho que se esfuerza Scott en hacer que nos preocupen, ni los actores están a la altura.
Ni un Billy Crudup con cara de palo, ni un Danny McBride que lo intenta pero no, ni una Katherine Waterston que nos quieren hacer pasar por una pseudo Ripley… ninguno. Tal vez porque Scott no acaba de centrarse en lo que nos quiere contar y se lo juega todo a la carta de David/Water y su trama a lo doctor Moreau, dolorosamente previsible hasta el final.
Por otra parte está la aparición de los Aliens. Consciente tal vez de las críticas hacia Prometheus por su falta de criaturas, aquí Scott juega al exceso y da a los espectadores dos tazas sin mucho criterio, restándole tensión y convirtiendo la película en algo totalmente vulgar, a la altura de un Paul W. S. Anderson, cuando de Scott se espera otra cosa.
Ni tan siquiera visualmente, que es sin duda de lo más rescatable de la anterior entrega, está especialmente inspirada esta Covenant.
En definitiva, muy floja y mediocre esta entrega de Alien, No porque sea un desastre, sino porque de alguien como su director se espera bastante más, y no este producto que si lo hubiera filmado otro director podría hasta ser pasable.