Es evidente que Ridley Scott no está en la misma situación exacta que Coppola o Jarre, o cualquier otro asimilable a este contexto; ni esta etapa tiene las mismas características para él. De hecho, es un caso muy peculiar, porque Scott aún está en la industria, del mismo modo que siempre mantuvo una curiosa y muy personal relación de equilibrio con ésta; utilizándola, y permitiendo ser utilizado. E incluso en sus proyectos más pequeños -o arriesgados- no ha intentado salir, o ir por libre, sino hacerlos desde allí.
Pero sí tiene en común con ellos una dosis de talento que le llevó a hacer cosas muy grandes en lo suyo, una edad y un estatus en los cuales ya no le importa -o no le condiciona- lo que le digan en cuanto a crítica, y una distancia jerárquica respecto a esta amalgama de opinadores espontáneos que acaba conformando ese magma cuyo eco se materializa en un "dicen que" en boca de sus seguidores.
No obstante, la inteligencia y habilidad de Scott le ha llevado a ser capaz de suponer una cierta garantía y seguridad para los grandes estudios. Sus películas nunca pierden dinero, nunca, y eso hoy no es fácil de encontrar cuando hablamos de presupuestos que rara vez son pequeños; puede ganar más o menos, pero siempre gana. Y esa eficiencia le ha llevado a disponer de financiación de majors para sus proyectos, y poder contar con sus medios incluso en películas más pequeñas y mucho menos vendibles, como "El consejero". Y eso en cierto modo es libertad. Sabe moverse con gran solvencia en ese dar y coger, hasta el punto de llevar sus proyectos -y la producción- hacia su-lado. Quizá porque en algún momento aprendió a no montar trincheras por aspectos que puede llegar a considerar secundarios.
Precisamente, creo que podemos partir del hecho que Scott no tiene necesidad alguna de hacer algo que radicalmente no quiera. No le falta dinero, no le faltan proyectos que dirigir, no quiere labrarse una carrera de futuro, no le falta nombre, no le falta éxito, no le falta trabajo, y no le faltan espaldas. No hay más que ver algunos making off, y oír sus comentarios. Asumiendo eso, creo que podemos concluir que hace -voluntariamente- lo que quiere hacer. Y como lo quiere hacer.
Otra cosa son las consecuencias de que no sea lo mismo hacer ciertas películas con 100 millones de presupuesto, que con 300; o que quien pone dinero hoy intenta decidir más cosas de las que -cinematográficamente- debería. Pero, subjetivamente, creo que llegados a los 79, con su historial, su saber hacer, y saber moverse en la industria, con su reputación, y su capacidad para sacar adelante proyectos muy complejos a veces sin necesitar siquiera agotar el plazo de rodaje, y rara vez superándolo, goza de un margen del cual pocos pueden presumir. Confiando lo suficiente en él como para ser capaces de darle presupuestos de nueve dígitos para empezar a rodar películas sin siquiera tener el guión cerrado.
Quizá porque él, con una perspectiva global, y cierta mano izquierda, no va a pedir que se gasten 50 millones más en mejorar el CGI de un bicho o un animal. Porque la fuerza de su cine radica en otro lugar.
Y en el estatus que esto te da en su conjunto, junto a la edad, y su bagaje, sí le veo -o me parece que tiene- un margen análogo al de Coppola, Jarre, u otros ejemplos de grandes a los cuales la edad y sus circunstancias los han hecho libres. Algo parecido, pero sin su dinero, a lo que tuvo Lucas en su día. Otra cosa es que guste o no.
Probablemente, cuando dice que escucha la opinión de sus fans, y las críticas que se generan en la red, miente.