Extracto de una entrevista para platea magazine:
¿Hasta dónde puede considerarse música? ¿Cuándo comienza a ser experimentación?
"Bueno, bueno, ese es un tema complicado. La creación no tiene límites. Nadie puede limitar el Arte, es absurdo, ¡pero el creador sí que tiene sus propios límites! Mis límites son muy claros (dentro de lo que yo entiendo por arte musical, claro): cuando la música ya no está en relación con las sensaciones de belleza tal y como yo las entiendo, estudiando toda la historia de la música, aparecen mis límites. Si salgo hacia el ruido, ahí no entro. Avanzar, para mí, significa avanzar en un lenguaje propio y de comunicación (recalca con énfasis la palabra) y continuidad en la creación musical. Cuando este avance se acerca a procedimientos que de alguna manera se convierte en un lenguaje incomprensible para quienes la reciben, no me interesa. Y ya no por incomprensible, sino porque puede ser incluso agresivo para el conocimiento, estética y percepción artístico de quien lo recibe… yo creo que ahí, sobre todo cuando el propio compositor percibe ese momento en el que no puede ir adelante, es la limitación. Cuando carece de su belleza tanto armónica - ¡en su propio desarrollo!-, tanto melódica -¡en su propio desarrollo!-, y tanto rítmica -¡en su propio desarrollo!
Stravinsky, que parecía un músico avanzadísimo por ejemplo, lo sigue siendo, pero armónicamente, me atrevería a decir con todo el respeto y de rodillas que incluso puede resultar elemental. Pero ahí está su aportación rítmica o melódica en estructuras que nada tenían que ver con el melodismo de antaño y que sin embargo le han hecho perdurar como un músico absolutamente clásico".
(...)
Hablando del público, usted ha llegado al gran público gracias al cine y la televisión.
Mire, estábamos en el siglo XX, donde el único elemento nuevo realmente importante en el arte, en sus más variadas dimensiones, es el cine. La orquesta apenas tuvo variaciones más allá de las aportaciones de la percusión tras Ravel. El teatro varió su lenguaje, pero no mucho. La escritura, su contenido, tampoco. Ha habido grandísimos compositores que han escrito por tanto para el cine. También en España. Ahí tiene a Joaquín Turina, Jesús Guridi, Ernesto y Cristóbal Halffter, Carmelo Bernaola, Luis de Pablo… yo mismo. ¿Quién puede decir que eso es un género menor? Seguramente aquellas personas que no son capaces de acometer el trabajo que requiere el cine y su relación con la música. La facilidad e intuición de cambio permanente, conocimiento de la historia de la música para adaptarse a cada escenario y situación de las imágenes, de la tecnología y la técnica… El músico de cine, en definitiva, ha de ser un músico muy importante. Si me han criticado por ello… mire… sus motivos tendrán.
Reconozco que el cine, incluso más que la televisión, me proporcionaron una enorme fama por las series que hice: El hombre y la tierra, Fortunata y Jacinta, Ramón y Cajal, Cervantes, Anillos de oro… con las que han crecido muchas personas. La televisión me ha ayudado mucho en el desarrollo de la técnica compositiva, porque tenía que escuchar lo que escribía inmediatamente después, con la tinta aún fresca y corregir o modificar sobre ello, lo que es un aprendizaje interesantísimo.
Tengo la sensación de que además lo ha disfrutado mucho…
¡Por descontado! Mire, la música en el cine ha cambiado, como han cambiado otras artes y como ha cambiado la sociedad. Hoy en día se basa en encontrar unas pocas notas, un pequeño tema, algo efectista. Ya no es la música argumental (recalca la palabra) de antes, donde la música daba los mismos pasos que el argumento y conjugaba con las imágenes, formando una sola entidad. Todo eso ha desaparecido e incluso la música de algunas películas se basa en una sola canción, que en ocasiones produce más dinero que la propia película.
En definitiva, estoy muy orgulloso de mi música para el cine y televisión, como lo estoy de cada paso que he dado a lo largo de toda mi carrera. ¿Por qué? Por el simple hecho de que cada uno de ellos me ha servido para aprender y ampliar mis horizontes.