Mi padre trabajaba en una tienda local de ropa, El Corte Inglés, sus macro-horarios, su poder de negociación, su capacidad de presión a los lobbies, acabaron con el pequeño comercio como se conocía, no para mejorarlo, sino para enterrarlo.
Mientras ECI tenía poder para desdoblar turnos e invertir para hundir a la competencia, trabajadores como mi padre se mataban haciendo horas, suprimiendo vacaciones y trabajando de lunes a lunes sin descanso.
Ahora a ECI le tocan los huevos una empresa que es un operador logístico más que un comercio, que necesita menos marketing, menos metros cuadrados, menos empleados, para comerse su negocio.
Les tocará joderse, igual que ellos no miraban a quien pisaban.