Si así fuera, les bastaría con que se les enviase físicamente el ticket en vez de el disco. Y quienes hubieran comprado en una tienda virtual sólo tendrían que adjuntar por mail la factura del comercio, porque en cada compra aparece la fecha de la operación y la identidad del cliente.
Así las cosas, sólo tendría sentido enviar el disco en aquellos casos en los que, habiendo comprado en tienda física, no se disponga del correspondiente ticket. Y, por supuesto, los gastos en su totalidad deben correr por cuenta de quien ha metido la pata, no del cliente que ha pagado hasta el último céntimo de lo que le han pedido por un producto supuestamente no defectuoso.