[center:3568f06742][/center:3568f06742]
I, Claudius (1976) / Director: Herbert Wise / Guión: Jack Pulman / Intérpretes: Derek Jacobi, Sian Phillips, Brian Blessed, George Baker, John Hurt, Sheila White, Margaret Tyzack, Ian Ogilvy, Frances White, Patrick Stewart, Barbara Young.
Yo, Claudio es una mítica miniserie británica de 13 episodios producida por la BBC y que adapta las novelas de Robert Graves (Yo, Claudio y Claudio el Dios y su esposa Mesalina) mediante maravillosos guiones de Jack Pullman y la dirección de Herbert Wise.
La serie, digámoslo ya, es un fascinante, vertiginoso, brutal y sangriento retrato de la Roma Imperial desde el punto de vista del tullido Claudio (inolvidable Derek Jacobi), memorable y carismático personaje que nos cuenta sus vivencias mientras las escribe, a modo de historiador, y no escatimando la narración de los aspectos más oscuros y truculentos de una época con más sombras que luces, caracterizada por la conspiración, la traición, las intrigas palaciegas, la ambición, el engaño, los conflictos de intereses, la depravación, el dictado de la perversión, la ola de asesinatos de la que nadie está exento o la megalomanía y locura de sus gobernantes.
[center:3568f06742][/center:3568f06742]
Desde los tiempos del Emperador Augusto previos al nacimiento de Claudio hasta los últimos días de nuestro protagonista y la aparición de Nerón, la serie disecciona con agilidad asombrosa una etapa amplísima que comprende desde el año 24 a.c. hasta el 54 d.c. y que aglomera multitud de acontecimientos para ver y no creer, para contar y no olvidar, cuyos máximos puntos de interés residen en el estremecedor proceso de sucesión de personajes en el poder. Basándose en un reparto extraordinario de intérpretes en estado de gracia, unos personajes definidos y desarrollados a la perfección y unos guiones sencillamente prodigiosos y modélicos para cualquier serie televisiva, uno se ve seducido por la arrolladora crónica de un mundo despiadado y regido por la desmedida ambición por el poder. Desde la pérfida y maquinadora Livia (Sian Phillips), esposa del bienintencionado Augusto (Brian Blessed), hasta el demente y psicótico Calígula (John Hurt), escalofriante Emperador, o la bella y desbocada Mesalina (Sheila White), presenciamos una galería de personajes de excepcional maldad: unos, impulsados por su equivocada idea de cómo beneficiar a Roma; otros, conducidos por su desequilibrio mental; y otros, movidos con el fin de sacar tajada de la situación en beneficio propio.
Ya los títulos de crédito nos muestran el meollo de la cuestión, el estandarte que describe la serie: una víbora repta y enseña su lengua viperina. No en vano, muchos personajes (¿la mayoría?) actúan como el citado reptil: avanzan zigzagueando, dispuestos a dar el golpe de gracia, sin escrúpulos, capaces de aniquilar a quienes obstaculicen su camino de ascensión.
[center:3568f06742][/center:3568f06742]
La serie presenta un claro carácter teatral al discurrir en interiores, dotar de preponderancia al diálogo y a las interpretaciones y hacer uso de una cámara estática que sólo en contadas ocasiones adopta un papel relevante. Tal estatismo, la carencia de exteriores, la textura de vídeo o la sobriedad (¿demasiada?) de la puesta en escena y el diseño artístico, aspectos algo discutibles, se ven subsanados por completo gracias, como decía, a unos guiones soberbios y unos actores impagables y totalmente creíbles en sus diversos roles.
Claudio es un superviviente que salva el pellejo en terreno minado aparentando ser un mero tonto; sin embargo, es el más lúcido y cuerdo de todos los componentes de la familia imperial. Firme defensor de la República, lleva hasta las últimas consecuencias su idea de gobierno aunque haya de ocupar, por fuerza, la poltrona de Emperador.
[center:3568f06742][/center:3568f06742]
Yo, Claudio es una serie que habla, insisto, sobre la maldad humana generada por la ambición y los delirios de grandeza (significativos son los capítulos centrados en el dictado de Calígula); y lo hace siendo un producto que combina la cruda tragedia y el culebronesco (y a veces divertido) devenir del Imperio con una intensidad que tira de espaldas.
Una obra maestra absoluta de la historia de la televisión.
Para saber más: http://crisei.blogalia.com/historias/10386