Lo prometido es deuda, ya lo saben. He escarbado hasta encontrar algunos folletos que hablan sobre el cine mudo conservado en los diversos archivos españoles y he elaborado una lista de títulos que acaso interesen a alguien. Había pensado ponerlos en la sección de “Cinefilia” pero como por aquí pasa gente con influencias me ha parecido mejor que estos tesoros cuasisecretos del cine español estén un poco más a la vista.
Se conservan varias películas históricas o melodramas de José Buchs: El Abuelo (1925) y Pilar Guerra (1926) han sido editadas en la colección Filmoteca de Divisa. En la misma serie figura El sexto sentido (1929) que su director, el arquitecto bilbaíno Nemesio Sobrevila denominaba película de “retaguardia”. Las dos o tres producciones pornográficas de aquellos años -El confesor, Consultorio de señoras y El ministro (ca. 1920)- andan hace tiempo por los quioscos.
Deben ustedes olvidar el concepto de largometraje tal y como hoy lo entendemos hasta mediada la década de los diez del pasado siglo. Por ello, y entendiendo que reportajes, rarezas, materiales fragmentarios y otros correrán por cuenta de los respectivos archivos les propongo la siguiente lista de sugerencias. Disculpen ustedes el tocho.
La secta de los misteriosos (1916)
De los seriales a la barcelonesa se conserva parcialmente, ya hemos hablado de ello alguna vez, esta excelente muestra dirigida Alberto Marro titulada La secta de los misteriosos. Con sus aventuras sin cuento, sus encapuchados y sus planes maquiavélicos, no le falta ni un detalle y además las persecuciones pueden tener lugar en el Parque Güell mientras los miembros de la secta se reúnen en una taberna de la Barceloneta.
El golfo (1917)
El golfo, de José de Togores, protagonizada por Ernesto Vilches e Irene López Heredia. Producción de gran empeño con exteriores e interiores naturales en San Sebastián, Bilbao y Valencia. Restaurantes de lujo, villas, hipódromos, playas de moda... A estos decorados se opone la industria pujante que los sustenta, los altos hornos vizcaínos y otros, supuestamente ubicados en... ¡Nebraska! Allí es donde Vilches -levemente alterado su nombre como Enrique Villar- hace fortuna. Él es el golfillo del título que mediante esfuerzo, tesón y una vida de sacrificios logra merecer el amor de la rica heredera Irene Heredia. Excelente la fotografía y abrumadores los intertítulos, por invasivos y por su estilo folletinesco.
Sanz y el secreto de su arte (1918)
De la producción valenciana yo destacaría una película excepcional dirigida por Maximiliano Thous: Sanz y el secreto de su arte. Documental sobre el taller de creación de autómatas y su manipulación por parte del ventrilocuo Paco Sanz que deriva en sainete cuando uno de los muñecos, harto de las envidias y celos artísticos, decide hacer vida autónoma y regresa a su pueblo.
La barraca de los monstruos / La galerie des mostres (1924)
Coproducción hispano-francesa, La barraca de los monstruos fue rodada en Toledo y Pedraza por un equipo francés a cuyo frente se encontraba en actor Jacque Catelain. L'Herbier figura como supervisor y Cavalcanti como responsable del diseño de producción... ahí es nada. Lo que no me queda claro es si la película se encuentra completa en España o habría que recurrir a otros archivos para completarla. Se trata de un digno antecedente de Freaks y su edición no desmerecería en cualquier colección que se precie de contar entre sus títulos con lo más granado del cine bizarrro.
La gitana blanca (1923)
La gitana blanca es un "digest" de una película por entregas titulada Los arlequines de seda y oro. El argumento es totalmente folletinesco y abunda en tópicos folklóricos pero está protagonizado por nuestra internacional Raquel Meller.
Más allá de la muerte / Au-dela de la mort (1924)
En Madrid, los cortos de Perojo en los que interpretaba a Peladilla -un trasunto indisimulado de Chaplin- podrían servir de complemento a la edición de alguna de sus películas mudas como La bodega. O, probablemente les interese más Más allá de la muerte / Au-dela de la mort (1924) como título principal, puesto que se trata de una película en la que interviene la hipnosis y los planes siniestros en la estela de Tod Browning.
La casa de la Troya (1924)
Pérez Lugín, novelista metido a peliculero, fue el auténtico manufacturador de blockbusters de la época: La casa de la Troya (1924) -sobre las picardías estudiantiles compostelanas- y Currito de la Cruz (1925) fueron auténticos bombazos de taquilla. Además de Currito, los taurófilos pueden votar por ¡Viva Madrid, que es mi pueblo! (1928) (financiada y protagonizada por Marcial Lalanda) y Pepe Hillo (1928).
Frivolinas (1926)
Frivolinas no puede presumir de película. Es una colección de números de revistas espectaculares del catálogo de Velasco con algunos números de variedades. Un enredo amoroso entre artistassirve de armazón sobre el que colgar trece intervenciones musicales que incluyen un número titulado “Oh, Catarina” interpretado por la brasileña Eva Stachino, que lleva un sombrero de copa y un maillot con un signo de interrogación en el pecho y la rendición del “Fumadero de opio” de la revista “Las maravillosas” a cargo de María Caballé –nada que ver con doña Montserrat-, con decorado, vestuario y tocados de plumas de indudable estilo orientalista. Completan el elenco Olvido Rodríguez, Luisa Wieden, la pareja compuesta por Miguel Ligero –sempiterno don Hilarión- y la tiple cómica Blanquita Pozas, y doscientas vicetiples… nada menos. En resumen, ni más ni menos que el equivalente a La revue des revues (1927), que aquí ha aparecido en la colección de Divisa de cine mudo como La locura de París. Un buen trabajo en la banda sonora seguro complementaría este apunte de lo que fueron las variedades en la de´cada de los veinte. Como extra la otra producción del avispado empresario Arturo Carballo, propietario del cine Doré, que proyectó una Pasión de Cristo titulada Bosquejo Cinematográfico (1918), realizada en una noche con motivo de una apuesta en un café. Son 6 minutos.
La malcasada (1926)
La malcasada es notoria porque Francisco Gómez Hidalgo reunió ante la cámara a todos los que eran algo en la España de la época, desde escritores como Valle Inclán a toreros como Juan Belmonte, pasando por políticos como el Conde de Romanones o militares con pujos de hacer carrera como Francisco Franco.
El dos de mayo (1927)
El dos de mayo fue restaurada con motivo del bicentenario, así que sería una buena opción para ir completando la filmografía de José Buchs, un estjanovista del que se conservan bastantes títulos. En el género de aventuras, que también practicó a lo mejor merece la pena Una extraña aventura de Luis Camdelas (1926).
La terrible lección (1927)
También activo en la segunda mitad de la década de los veinte, del madrileño Fernando Delgado se conserva Cabrita que tira al monte (1925), según un sainete de los hermanos Álvarez Quintero, pero puestos a tirar por la calle de enmedio, acaso tuviera más eco la edición de esta dramatización en el mejor estilo "exploitation" sobre los efectos de las enfermedades venéreas.
La hermana San Sulpicio (1927)
Sainetes y zarzuelas eran, contra lo que se pueda pensar, el grueso de la producción madrileña entre 1923 y 1925. Así empezó Florián Rey del que Divisa ha sacado su obra mayor: La aldea maldita (1930). La Revoltosa (1924) y Gigantes y cabezudos (1925) fueron de las más alabadas en su tiempo. Acaso lo más interesante fuera confrontar la versión muda de La hermana San Sulpicio, en la que debutó Imperio Argentina, con el remake que ambos hicieron para Cifesa duurante el periodo republicano.
Rosa de Madrid (1927)
De las producciones de los hermanos Ardavín dirigidas por Eusebio Fernández Ardavín y basadas en dramas de Luis Fernández lo mismo parece que se conservan al menos La bejarana (1925) y El bandido de la sierra (1926). Uno ha visto Rosa de Madrid, drama sobre una mujer caída, ambientada en las cuatro estaciones que son metáfora de su vía crucis. A pesar de su tono hay abundancia de escenas realizadas con imaginación y recursos.
Es mi hombre (1927)
Es mi hombre (1927) fue dirigida por Carlos Fernández Cuenca, responsable de mil puestos oficiales en el escalafón cinematográfico de la posguerra y escritor prolífico, sobre la farsa grotesca homónima de Arniches y con un guión en el que intervino Enrique Jardiel Poncela.
El héroe de Cascorro (1929)
El héroe de Cascorro es el señor que está en la cabecera del Rastro madrileño con una lata de gasolina en la mano en una estatua que conmemora su absurda hazaña. También es una película de aventuras bélicas con la vista puesta en una retaguardia de sainete. Emilio Bautista resuelve la narración con solvencia y abundantes ideas visuales. La protagonista femenina es Amelia Muñoz fallecida en la flor de su juventud en 1930, mientras rodaba en París producciones en español.
Entre lo perdido y siempre añorado, la primera versión de Zalacaín el aventurero, de 1929. Y Al Hollywood madrileño de Nemesio Sobrevila.
ustedes opinarán, don venerando