Cinco horas con Chuck
JOSEP MARIA FONALLERAS - 26/02/2006 (La Vanguardia)
Hubo un famoso escritor que renunció a escribir sobre su propia muerte (una ficción, claro) por temor a que la escritura fuera una invocación, un presagio, por miedo a que el solo hecho de escribirla convocara la muerte misma ante su puerta. No tuvo tales reparos el, hasta hace muy poco, desconocido Chuck Lamb, un oscuro informático norteamericano de una oscura oficina de seguros que quiso ser actor en su juventud y que acabó con seis hijos a los que mantener y sin ninguna opción de triunfar en Hollywood. En el último ataque del delirio de grandeza que le aquejaba, decidió que aún quedaba margen para la aventura y se lio la manta a la cabeza para convertirse en una celebridad sin moverse de casa. Se aprovechó de lo raro que es todo en internet y montó su propia web personal bajo el título de Dead Body Guy.Más o menos, el chico del cuerpo muerto. El bueno de Chuck se hace el muerto en unas diez escenas, que es lo que mi abuela siempre recomendaba a los del séptimo de caballería en cuanto eran atacados por los indios. Hacerse el muerto y esperar a que lleguen tiempos mejores. Chuck plantó su página en la red sin ningún tipo de propaganda más allá del estricto ámbito de su família y sus amigos. Y la sorpresa fue que la cosa funcionó: en tres semanas recibió más de trescientas mil visitas, fue invitado a un montón de programas de radio y de televisión y acaba de recibir una invitación del festival de cine de Los Ángeles para dormitar como un muerto en la alfombra roja de la gala de inauguración, mientras los actores vivos pasean ante, sobre y contra él.
Lo que nadie puede negar al amigo Chuck es su finísimo sentido del humor. Consciente de que su carrera en posición vertical - como diría el Gato Pérez- no tiene futuro, ofrece en su web diez razones para contratarlo como muerto. Tener una piel tersa y desprovista de tatuajes y ser calvo, son, a su parecer, circunstancias que favorecen su candidatura a cadáver. Tampoco tiene marcas visibles o cicatrices y, además, advierte de que no habrá problemas con el contrato, porque, en un dechado de sinceridad, reconoce: "I am not a star". Lo bueno es que si le contratan para una película como difunto, promete que será un éxito, debido a la gran cantidad de amigos y conocidos que tiene, los cuales, sin lugar a dudas, harán cola para ver sin respiración a su amigo y conocido.
Chuck, que ha trabajado su book con destreza y profesionalidad, asegura que puede interpretar varios tipos de muertos: "cowboy, mafia, gang, business, etcétera", y, para certificarlo, y con la ayuda de su sufrida mujer (o viuda, para el caso), se retrata en la web en tantas o más variantes de las que Max Aub imaginó para sus Crímenes ejemplares.En la cama, envuelto en una sábana mortuoria y con una notable erección; en el suelo, rodeado de botellas vacías de cerveza; con la cabeza sobre la mesa, bañada en sangre, con un piolet a lo Trotsky; atrapado por la ventana que cae como si fuera guillotina; ahorcado; tiroteado; cayendo por las escaleras, y ante un plato de caldo de pollo, con un epígrafe que reza: "Morir de la gripe aviar". En el monólogo de Cinco horas con Mario hay un papel para Chuck. Aunque entonces alguien tendría que advertirle de que hay que estarse muy muertecito y muy tieso para aguantar tanto tiempo a Lola Herrera.