PERIPLO JUDICIAL POR UNA ESTAFA
La amarga sorpresa del coche usado•
El juez inmoviliza un vehículo tras descubrir el propietario, al acudir a la ITV, que era robado
"Lo más vergonzoso es que nadie sepa darte una explicación de las cosas". Alfonso Rodríguez ha llegado a esta conclusión tras padecer una kafkiana pesadilla por el simple hecho de comprar un coche de segunda mano --un monovolumen en el que invirtió sus ahorros-- a un concesionario oficial. Lo hizo porque en este tipo de coche cabía toda la familia, su mujer y los tres hijos pequeños.
Rodríguez lo adquirió por 18.000 euros en noviembre del 2002 a la empresa Vigarauto-Auto Garau, que ha rechazado ofrecer su versión del caso. La documentación estaba en regla, incluyendo la revisión en la ITV de Vila-seca, superada una semana antes de la compra. Comenzó a circular y tuvo algunos problemas con el embrague. En marzo del 2005, al pasar la ITV en Tarragona, recibió el mazazo. "Me dijeron que el número de bastidor estaba manipulado y, sospechando que el coche pudiera ser robado, hable con los Mossos", explica Rodríguez. Al cabo de tres semanas, le confirmaron lo que se temía: el vehículo había sido sustraído en Bélgica, la documentación robada en la fábrica y el número del bastidor era falso.
El monovolumen quedó inmovilizado por orden judicial y desde entonces está en el garaje de la casa de los Rodríguez, en Perafort. No pueden utilizarlo, aunque sí ha de pagar unos 500 euros anuales del seguro y el impuesto municipal de circulación.
InfartoLa rabia que sentía y el estrés del caso le causaron un infarto el año pasado y aún está de baja laboral. Además, la falta de coche impide a la familia salir de paseo e ir de vacaciones.
El juzgado de Tarragona que lleva el caso ha citado como imputado para declarar esta semana al gerente de Vigaurato-Autogarau y a su hermana como testigo, ya que es responsable de la gestoría que tramitó el cambio de nombre del coche. Alfonso Rodríguez ha recurrido al Defensor del Pueblo, al Gobierno, a la Generalitat, pero nadie le aporta soluciones. "Es de locos y lo peor es que no sé ni cuándo ni cómo acabará este suplicio", comenta, incrédulo.