En el madrileño barrio de Vallecas se encuentra una de las tiendas de alquiler y venta de películas más antigua de España. Un espacio abierto desde hace 32 años lleno de DVDs de primera y segunda mano, largometrajes desconocidos o historias ya descatalogadas



Fernando Navarro habla de la magia del cine negro, de cómo se siguen demandando los 'western' y del éxito de las historias de amor entre muchos jóvenes. Siempre está rodeado de discos de películas de todas las épocas; algunas, éxitos en taquilla, otras, descatalogadas. En conjunto, torres y torres de material cinematográfico. Es el dueño y el único trabajador del videoclub más antiguo de Madrid y casi de España, pues la longevidad del negocio solo es superada por Video Instan, en Barcelona, que abrió sus puertas en 1980.
«Empecé en esto porque soy un enamorado del cine, recuerdo leer las críticas que hacían en el periódico ABC y conocer Madrid a través de los cines», admite. La tienda, Import Video, está en la calle Carlos Martín Álvarez, en Vallecas, y lleva funcionando 32 años. «Yo tenía un almacén de electrodomésticos y cuando surgió el mundo del videoclub, hace ya bastantes años, no sabía si atreverme a entrar por la piratería que había», cuenta Fernando mientras ordena algunas estanterías.



Fue un negocio próspero durante una época, pero la llegada de internet supuso el comienzo de las descargas ilegales, así como la comodidad de ver cine sin salir de casa. «Llegué a tener hasta cinco videoclubs; ahora solo se mantiene este y porque trabajo los 365 días del año para sobrevivir», explica. Durante la charla, Fernando atiende a unos clientes que van a alquilar y a devolver unas películas. «Me salva la clientela que tengo que, después de tantos años, no solo viene gente del barrio de Vallecas, sino de todo Madrid».


Solo los jubilados compran

Mucha gente de provincias viene a buscar películas que no encuentra en otro sitio. Otros prefieren acercarse por las recomendaciones y las nuevas adquisiciones que llegan cada mes. «Antes, con las películas VHS, la mayoría de los clientes eran jubilados, aficionados al 'western', porque eran los que más tiempo libre tenían», cuenta. Ahora ya no acuden, pues, como explica Fernando, «muchos de ellos están atendiendo más a los nietos y a los hijos en esta crisis, y su tiempo y su dinero van destinados a otras cosas».
«Los clientes que tienen entre 20 y 50 años vienen a alquilar películas, mientras que a comprar, prácticamente solo acuden los jubilados», afirma. Sin embargo, su público es de lo más diverso, y es que tanto cine y de tan buena calidad parece no pasar desapercibido. «Viene gente famosa, sobre todo actores jóvenes y escritores, como Adrián Lastra, al cual he conocido desde niño».



Antes había muchos más sitios donde ir a comprar o intercambiar cine, ahora solo quedan pequeñas tiendas casi imposibles de encontrar. «Lo que más ha influido ha sido la crisis y la piratería callejera, que han destrozado el alquiler de películas por completo», critica el dueño de la tienda. «Soy de los más longevos y de los pocos que quedan en Madrid, aunque no sé hasta cuándo: estoy solo a cargo del videoclub y no soy inmortal», comenta entre risas.
Nutrirse de los videoclubs que cierran

La realidad es que hay muchos empresarios como él, sesentones, que si no hacen lo imposible por subsistir, tienen muy difícil reciclarse dentro del mundo laboral. «Trabajo aquí por necesidad y porque a mis años, ¿qué otro trabajo voy a encontrar si solo sé hacer esto?», admite. Cree que el error de los demás videoclubs fue diversificarse y empezar a vender chucherías, cromos o videojuegos: «La clave es especializarse solo en el cine y no restar profesionalidad a la tienda».

«Me abastezco de las 3.000 películas de cada videoclub que cierra, del público que vende lo que no quiere y de los miles de filmes que los almacenes de las distribuidoras no quieren por exceso de productora», explica Fernando. Si solo alquilara o solo vendiera cine, seguramente no se habría mantenido tanto tiempo: la clave es combinar ambas y aportar a los clientes un producto y un trato que no encontrarán en otro sitio.



Muchas de sus películas son prácticamente desconocidas, menos 'vendibles' al público general, pero igual de importantes para aquellos que buscan lo que no hay en ningún otro sitio. «Todos los géneros son especiales y por eso, en cada época de tu vida, te gusta uno más que otro. Quizás por este motivo no puedo elegir ninguno como favorito, ni podría elegir una película por encima de las demás», concluye.

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