Vuelvo y nada mejor que iniciar una serie de artículos donde se aúnen dos de mis aficiones favoritas, el cine y la historia.

Para no aburrir baste decir que una película de historia es un doble viaje a la época representada y a la época en que se represento, pues toda obra historicista no hace más que transplantar los problemas de hoy a otros tiempos, y por tanto no vemos a los hombres de antaño (lo cual es imposible) sino la idea que tenemos de esa época.

Para poner unos límites voy a considerar que una obra es histórica cuando han pasado 20 años del hecho narrado, lo suficiente para que otra generación narré hechos de los que no fue protagonista.

Pero dejemonos de discursos y manos a la obra y nada mejor que tomar una de las películas que más impacto ha tenido en los últimos años y que nos va a llevar varios artículos: Saving Private Ryan.



SAVING PRIVATE RYAN

Como ya he dicho, voy a analizar una película que supusó un antes y un después en el genero bélico, hasta el extremo que todas las películas de este genero se ven obligadas, de un modo u otro a contener alguna escena “à la Ryan”, lo cual empieza a ser algo aburrido. A tanto ha llegado el fenómeno, que si el público no ve volar vísceras y cabezas en una cinta “de guerra”, no se siente satisfecho, lo que no deja de ser un peligroso reduccionismo.

El problema con Ryan, una cinta magnífica en su planificación y ritmo, capaz de mantener al espectador atado a su asiento, es que mientras es extremadamente rigurosa en la reconstrucción más "matérica", deja bastante que desear en la recontrucción, digamos, más intelectual, ya que se aparta apreciablemente de la realidad de la batalla. Dicho así, puede haber causado sorpresa, pero seamos preciso, lo que hace el guión de la cinta es ocultar bastantes elementos que tuvieron gran importancia en el desarrollo de los hechos, obscureciendo así nuestra percepción y variando el mensaje transmitido. En este caso, dado que es una película que se pretende la película por antonomasia del desembarco (y desde el punto de vista americano, el acontecimiento decisivo de la segunda guerra mundial), es algo imperdonable.

Analicemos por tanto, cada una de las secciones en que se divide la película.

El Desembarco.

Como he señalado la recontrucción más básica, es perfecta. Lanchas de desembarco, fusiles, equipos y uniformes son exactas a las utilizadas en la realidad. No sólo eso, sino que cada arma tiene su “voz” distinta, de forma que el espectador puede distinguir si le disparan los nazis o los americanos. No se acaba ah, puesto que la cinta muestra el sonido exacto de la bala que cruza junto a tí, un soplido, y no el silbido pregrabado de la mayoría de los filmes. En mi memoria ha quedado el repiqueteo de las balas contra el metal, el mismo que escuché cuando practicaba tiro en el servicio militar.

Desde un punto de vista paisajístico, la reconstrucción es también perfecta, los aliados atacaron a media marea, de forma que los obstáculos que los alemanes habían erigido para desventrar las lanchas sobresalían del agua. Se ve también como las aguas eran profundas hasta muy cerca de la orilla, lo que causó que se ahogaran buen número de soldados, y como había que correr un buen tramo de playa hasta un escarpe de grava que permitió protegerse a los pocos que llegaron con vida. Es completamente cierto que la playa estaba cerrada por acantilados y que las únicas salidas eran estrechos barrancos, cubiertos por el fuego de las posiciones alemanas.

Sin embargo, aquí se acaba el parecido. Viendo la película, parece que los pobres chicos americanos fueron emboscados por unos aviesos y malvados alemanes, a pesar de la buena voluntad de sus mandos, cuando en la realidad el mando americano tuvo mucha responsabilidad en la matanza que sufrieron sus chicos.

El primer error fue la propia doctrina de combate. En aquellos tiempos, e incluso ahora, los americanos están convencidos de que su potencial material y técnico es tan grande, que superar un obstáculo es cuestión únicamente de aplicar la presión suficiente. Por esta razón, se empeñaban en atacar frontalmente las líneas enemigas, mientras que los ingleses atacaban primero los puntos fuertes, para luego volverse contra los débiles. En el caso concreto de Normandía, los puntos de desembarco americanos estaban enfrentados a las posiciones claves alemanas, que cubrían los barrancos de salida, en la impresión de que, destruidos estos puntos, el avance ulterior sería sencillo y rápido, mientras los ingleses eligieron a propósito los peor defendidos.

No fue sólo esta confianza excesiva la que llevó solo a la catástrofe. Los ingleses se preocuparon de que tanques e infantería llegasen al mismo tiempo a las playas, para así protegerse mutuamente. Los americanos hicieron desembarcar primero a la infantería, para limpiar el camino de los tanques, que luego se lanzarían en tromba por la brecha. Ninguno de los dos objetivos se consiguieron, la infantería, como muestra la película, fue clavada en las playas, y los tanques, detalle que no aparece, hundidos todavía en ruta. Además los ingleses habían preparado toda clase de tanques especiales, barreminas, excavadoras, puentes móviles... que fueron de gran utilidad a la hora de acallar búnkeres y nidos de ametralladoras. Los americanos no utilizaron ninguno, creían que bombarderos y buques de guerra aplastarían las posiciones enemigas.

Como dicen los militares, ningún plan sobrevive al primer disparo. La mañana del desembarco, los bombarderos americanos dejaron caer sus bombas demasiado en el interior, y el bombardeo naval utilizó las columnas de humo de este primer bombardeo para fijar sus blancos. Los primeros infantes en desembarcar, que como hemos visto tenían como objetivo las posiciones más fuertes se las encontraron intactas y cayeron a decenas. Ni buques ni aviones podían hacer nada por temor a herir a sus hombres.

La película nos muestra como a base de agallas los hombres se reorganizaron y contratacaron, consiguiendo atravesar las fortificaciones en poco tiempo. Nuevamente, la película cuenta medias verdades. La mayoría de los hombres estuvieron atrapados en las playas de 5 a 12 de la mañana. Hay que imaginar lo que debió suponer, no ya veinte minutos de infierno, sino casi siete horas. Una cifra nos lo dice, la primera y la segunda oleada de desembarco fueron prácticamente aniquiladas, unos dos mil hombres en total.

Curiosamente, los primeros americanos en superar los acantilados fueron aquellos cuyas lanchas fueron arrastradas por las corrientes y desembarcaron en los puntos equivocados, que coincidían con punto mal guarnecidos. Así una media hora después del desmbarco grupos aislados de soldados, se dirigían a los puntos de reunión convenidos, para detenerse al comprobar que nadie más les seguía.

Aquí comenzó a cambiar la suerte para los alemanes. Los primeros refuerzos tropezaron con estas unidades aisladas y se entretuvieron en deshacerse de ellas. Esto hubiera supuesto un breve retraso, pero el bombardeo naval y aereo, que no había cesado, había aislado la zona de desembarco. No llegaron más refuerzos alemanes, las unidades que combatían no disponían de comunicaciones y lo que es más grave, las municiones comenzaban a escasear.

De esta manera a las 11 de la mañana, los soldados americanos que estaban en las playas descubrieron que el fuego enemigo disminuía de intensidad y aprovecharon la oportunidad para reorganizarse y contratacar.



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