Iniciado por
Doctor Fausto
Hablar de Alfredo Landa es hablar también del landismo, de aquella esperpéntica comedia carpetovetónica con la que el cine español nos castigó durante los setenta. Aquel terrible No desearás el vecino del quinto que fue campeona de taquilla hasta la llegada de Torrente 2. La comedia española siempre se ha basado en personajes desafortunados. Primero fueron los paletos, después los reprimidos y actualmente los frikkies. Landa fue primero paleto en las comedias de la época y después el reprimido, el personaje que se pasa toda la película corriendo detrás de una guapa moza en calzoncillos si es posible en busca de un buen achuchón pero ellas no se dejaban si no pasabas por la becaría porque hacer esas cosas no era decente. Aunque estas películas no me gustaban absolutamente nada sí sentía simpatía y respeto por el actor. Generalmente suelo respetar a casi todos los profesionales del cine mundial, sobretodo el español, y si alguien no me lo merece o es un mal profesional o es muy mala persona.
Alfredo Landa Areta (n. Pamplona, Navarra; 3 de marzo de 1933) era hijo de un capitán de la Guardia Civil, pasó su primera infancia en el pueblo de Arive. A los seis años su familia se trasladó a Figueras, donde fue alumno del Instituto Ramón Muntaner. Se trasladó a los doce años a San Sebastián donde años más tarde iniciaría estudios de Derecho; y fue precisamente en la Universidad donde tuvo su primera experiencia teatral, representando más de cuarenta obras en la Fundación del Teatro Español Universitario.
Landa se trasladó a Madrid. Le dijo un día a su madre “si no quieres que sea un amargado toda mi vida lo mejor es que me dejes marcharme a Madrid para probar fortuna en el mundo del cine“. El joven actor cogió los bártulos y se presentó a los madriles para iniciar su carrera de actor. Landa en realidad fue víctima de las circunstancias. El franquismo, la cultura que el poder toleraba era muy restringido. La mayor desgracia del cine español es que siempre ha sido una cinematografía intervenida por el Estado. en aquella época era la dictadura mediante la censura (no olvidemos que los muy democráticos Estados Unidos tenía también la censura del Código Hays que no tenía nada que envidiar a la española) y en la democracia mediante las subvenciones entregando dinero público a quien les interesaba y al que no le asfixiaban económicamente.
Las primeras películas de nuestro actor eran bastante agradables: la mítica Atraco a las tres (1962) de José María Forqué, excelente comedia a pesar de sus escasas pretensiones; la exquisita zarzuela La verbena de la Paloma (1963) de José Luis Sáenz de Heredia, en la que Landa era un secundario con gracia y sobretodo El verdugo (1963), obra maestra de Luis García Berlanga. Algún día habría que estudiar más a fondo la comedia española de aquella época, pero esta vez me centraré en el landismo y en su actor principal por lo que pasamos a su gran éxito comercial: No desearás al vecino del quinto (1970) y sus consecuencias.
Ya sabemos que en este país muchas veces no haces lo que quieres sino lo que puedes, lo que te dejan. Y así el rostro de Landa apareció en aquellas terribles comedias a las que hago alusión: No desearás al vecino del quinto (1970) de Ramón Fernández, Vente a Alemania, Pepe (1970) de Pedro Lazaga, Si estás muerto, ¿por qué bailas? (1970) de Pedro Mario Herrero, Préstame quince días (1970) de Fernando Merino, No desearás la mujer del vecino (1971) de Fernando Merino.
Sin embargo aquella época pasó. El cambio de régimen propició la transición y el inicio de películas más desinhibidas, el llamado destape con una andana de películas infumables en su mayor parte pero también películas de mayor calidad artística en las que Alfredo Landa afortunadamente pudo cambiar de registro.
Su punto de inflexión fue El puente (1976) de Juan Antonio Bardem en la que su personaje toma conciencia de la problemática de la España de la Transición y sobretodo sus películas con José Luis Garci: Las verdes praderas, El crack y El crack 2.
Landa dejó atrás la caspa y la cutrez para ofrecernos trabajos mucho más interesantes y actuaciones mucho más sólidas. Con Los santos inocentes (1984) de Mario Camus consiguió su consagración obteniendo ex-aequo junto a Francisco Rabal el premio al mejor actor.
La vaquilla (1985) de Luis García Berlanga, Bandera negra (1986) de Pedro Olea, Tata Mía (1986), El bosque animado (1987) de José Luis Cuerda hasta llegar a Luz de Domingo (2007) de José Luis Garci, la película que cierra su filmografía hasta el momento. Títulos en los que Landa se labró un gran prestigio profesional convirtiéndose en todo un referente y en una de nuestras figuras más queridas.