Dudan de la versión oficial sobre el presunto defraudador de Société Générale
FERNANDO ITURRIBARRIA CORRESPONSAL
Jerome Kerviel. [EFE]
PARÍS. DV. El misterio del agujero de los 5.000 millones en Société Générale (SG), atribuido por el segundo banco francés al fraude interno de un empleado en paradero desconocido, es a imagen de la enigmática personalidad del presunto defraudador. Jérôme Kerviel, un treintañero tímido, taciturno y con parecido a Tom Cruise, es para muchos profesionales de las finanzas el chivo expiatorio perfecto de las pérdidas colosales acarreadas por una mala gestión que expone a una opa a la entidad, que ha cedido en un año la mitad de su valor bursátil, y que tuvo como efecto colateral el mini-crash de esta semana.
Pocos se creen en Pont-L'Abbé, un pintoresco pueblo del Finisterre bretón, que el hijo de la peluquera haya sido capaz de tomar el pelo a la plana mayor de SG hasta causarles un roto en sus cuentas equivalente a la mitad del presupuesto de la Comunidad Autónoma Vasca. «No es culpable. El marrón que quieren que se coma es demasiado grande para él», refutó una de sus tías, en sintonía con el sentir general en las salas de mercados.
Huérfano de un profesor de calderería fallecido de un cáncer de hígado hace dos años, el hombre que valía 5.000 millones de euros se licenció en económicas en la facultad de Nantes e hizo un máster en gestión financiera en la universidad de Lyon. Sus profesores guardan el recuerdo de un estudiante ordinario y sin brillo especial, muy lejos de la imagen de «genio de la informática».
Su abogada, Elisabeth Meyer, desmintió que haya huido del país. Los operadores financieros ven en la historia una estratagema para evitar las escenas de pánico colectivo de clientes. Unas pérdidas de 4.900 millones, como las atribuidas al ingenioso JK, suponen que había acumulado posiciones de riesgo por una cuantía estimada en unos 50.000 millones, más que los fondos propios del banco.