Estaba pensando cómo celebrar que llevo un año entre ustedes –invitarles a todos a tarta excede las posibilidades de mi modesta pensión- y se me ha ocurrido –iluso que es uno- que seguramente les apetecería darle un repaso a la cinematografía lusa.
Enlazo cada título a la ficha de la edición con sus características y las preceptivas capturas:
A canção de Lisboa (Cottinelli Telmo, 1933)
La primera película sonora hecha en Portugal. Antes, la Paramount, había rodado algunas versiones en portugués dentro de su cadena de producción multilingüe establecida en los estudios parisinos de Joinville-le-Pont.
O pai tirano (António Lopes Ribeiro, 1941)
Una farsa desopilante, ambientada en el mundo del teatro de aficionados. Como en otras comedias portuguesas del “periodo de ouro” el tema central es el ascenso social. Abundante slapstick a cargo de Ribeirinho.
Aniki Bóbó (Manoel de Oliveira, 1942)
El debut del centenario Manoel de Oliveira en el largometraje. Una historia rodada en Oporto, protagonizada por niños, a medio camino entre las futuras películas de De Sica y la poesía.
Patio das cantigas (Francisco Ribeiro “Ribeirinho”, 1942)
Sainete ambientado casi íntegramente en un patio de vecindad. Canciones a tutiplén, en las que se juega la contraposición entre clasicismo y modernidad.
O leão da Estrela (Arthur Duarte, 1948)
Farsa al servicio del talento del gran cómico que fue António Silva. Ambientada en el mundo del forofismo balompedístico. Dirige el especialista Arthur Duarte, habitual en las coproducciones ibéricas desde los años treinta hasta los cincuenta.
Fado, história d'uma cantadeira (Perdigão Queiroga, 1948)
La segunda película protagonizada por la “reina del fado”, Amália Rodrigues, batió todos los récords de taquilla del cine portugués hasta aquel momento, que ella misma había establecido con el estreno de Capas negras, apenas nueve meses antes.
Saltimbancos (Manuel Guimarães, 1952)
El primer intento de neorrealismo a la portuguesa, recibido con fervor por la crítica de avanzada y repudiado por los recensionistas conservadores.
Os três da vida airada (Perdigão Queiroga, 1952)
La que pasa por ser última comedia de un “periodo de oro” que tocaba a su fin.
Sangue toureiro (Sangre torera, Augusto Fraga, 1958)
El primer largometraje en color rodado en Portugal, en una década especialmente complicada para su cinematografía.
Belarmino (Fernando Lopes, 1964)
Documental de creación y uno de los títulos seminales del Nuevo Cine portugués.