Ayer por la noche, mientras paseaba con mi perro, una señora se lanzó desde el balcón de su casa a unos 15 metros del lugar en el que estaba. No la vi tirarse, algo que agradezco, tan sólo oí el ruido sordo, distinto, que se produjo en el momento del impacto. Tendida en el suelo, tan sólo vi uno de sus brazos, estirado y con la mano crispada como intentando agarrar algo. El tráfico se paró (la señora estaba en el borde de la calzada) y el dueño de un restaurante la tapó con un mantel.
Un niño que iba con una señora no podía evitar las lágrimas y el susto tras ver el incidente; los curiosos se acercaban a mirar, otros llamaban a la policía y a la ambulancia.
Flipé muchísimo con un inquilino de la casa desde la que se lanzó la señora, asomado al balcón todo lo que podía para no perderse detalle del trabajo de los sanitarios intentando reanimar a la señora...
¡ Qué desesperado tienes que estar para cometer semejante locura!