¡Arrepentíos! El final se acerca...
Cuando hace unos meses vi "La guerra de los mundos" de ese señor tan inteligente que es Steven Spielberg, hubo una escena que me llamó poderosamente la atención por estar extraida directamente de la realidad: un joven, hijo de Tom Cruise en la ficción, observaba en un noticiario televisivo como una ola de extraños sucesos asolaba el planeta, pero, en vez de preocuparse, simplemente cambiaba de canal; la invasión extraterrestre pillaba por sorpresa a un planeta cuyos más poderosos y capaces individuos estaban acomodados, apoltronados; la destrucción y la muerte llegaban sin que nadie supiese ni como ni porqué.
A la mayoría de los habitantes de Occidente les basta con ese simple gesto, el cambio de canal, para evadirse de los problemas del mundo, seguros como nos creemos en nuestros inespugnables castillos de bienestar, consumismo y vida fácil; no necesitamos censores para despreocuparnos del mundo y vivir desinformados y desorientados, estamos tan bien aleccionados que nos censuramos nosotros mismos.
Así, cuando dos torres símbolo del poder económico mundial son derribadas empleando aviones suicidas en el pais más poderoso del mundo; cuando estalla un tren en una estación de cercanias en nuestra propia ciudad; cuando un grupo de hijos de inmigrantes franceses prenden fuego al país... nos sorprendemos, como si no lo hubieramos visto venir; lo juzgamos con ligereza, con criterios maniqueos, superficiales y apolillados; y, cuando el tema empieza a ser incómodo en un grupo de gente, cambiamos de canal y hablamos de futbol, cine o televisión.
Parece que estos habitantes de Occidente estamos tan ciegos, tan acomodados, que no nos damos cuenta de que el devenir de los hechos nos está diciendo algo; la historia es cíclica, y los acontecimientos actuales no son sino un reflejo de hechos anteriores. Pero parecemos tan inconscientes como aquellos ciudadanos romanos del siglo V, que se sorprendieron cuando Alarico entró a sangre y fuego en la ciudad eterna, y que no habían salido de su estupor cuando cayeron bajo las lanzas y las espadas de las hordas bárbaras.
Occidente se mira plácidamente el ombligo como antes hiciese Roma; nuestra arrogancia nos lleva a pensar que este es el estado de las cosas porque no puede ser de otra forma, porque no existe otra forma de vida ni otra estructura posible que la nuestra. Cada día habilitamos nuevas alas en este palacio tambaleante y mastodóntico que es Occidente, pero cada día se oye más el ruido de las ratas en el sótano, de las corrientes ocultas, de las grietas y de la podredumbre de sus cimientos; ante lo cual, nos limitamos a subir el volumen de la música para no ser conscientes de ello.
Quizá sea un alarmista; quizá vea nubarrones donde no los hay; quizá esté interpretando mal los augurios... y, sin embargo, la sensación de irremediable crisis que pesa sobre Occidente y la aparente desidia de sus habitantes me lleva a interpretar el papel de iluminado y de profeta del desastre. ¡Arrepentíos! El final se acerca... Como Occidente no cambie de rumbo, quizá la caida de nuestra supremacia económica y social esté a la vuelta de la esquina. Quizá nuestro palacio se derrumbe antes de lo que pensamos si no empezamos a plantearnos desde ya las reformas necesarias.
:ipon