Bien, pues <u> "CARRETERA PERDIDA"</u>(1997, David Lynch) es una de las películas más inexplicables, extrañas, surrealistas, morbosas, fascinantes, sugestivas, ilógicas e incoherentes (desde el punto de vista argumental) de toda la filmografía de este excepcional director.
<u>ATENCIÓN, SPOILER: SE REVELAN PARTES MUY ESENCIALES DEL ARGUMENTO</u>
Aquí tenemos a un saxofonista (Bill Pullman) que ha matado a su mujer (Patricia Arquette) por celos. El hombre lo niega todo, dice que no consigue recordar nada, y es detenido y encarcelado. Ya en el interior de su celda se transforma en otra persona (literalmente), es decir, aparece en su lugar un joven (Balthazar Getty) que tampoco recuerda nada. Ante la incredulidad de los guardias, evidentemente ese nuevo tipo es puesto en libertad.
Resulta que "el nuevo" es mecánico, así que vuelve a su cotidiana vida en el taller. Un día conoce a una mujer que precisamente es IDÉNTICA a la mujer asesinada por el saxofonista, salvo en el color del cabello. El problema es que esa femme-fatale es pareja de un peligroso mafioso (Robert Loggia), al que el personaje de Getty está reparando el coche. Como era previsible, el chico y la novia del mafioso se enrollan y entablan un letal plan para robar y huir del personaje de Loggia.
A partir de ahí, la trama entra en un mundo oscuro, enfermizo, macabro, sobrecogedor y totalmente turbador, todo ello aderezado por detalles de sexo y violencia explícitos.
Desde el momento en que Pullman se convierte en Getty, empieza la ilógica argumental. No cuadra. Es inexplicable. No existe una narración convencional, no existe la coherencia argumental (un guión creado por el escritor Barry Gifford y el propio Lynch). Aquí no se respetan los conceptos de tiempo y espacio.
Y es que Lynch confunde constantemente la realidad con el sueño o, si se quiere, con la imaginación de la mente. El problema es que el director no ofrece ningún método al que asirse para que el espectador pueda diferenciar lo que corresponde al sueño o imaginación de lo que forma parte de la realidad. El reto que se presenta al público es de una dificultad sublime.
Además, incluye a un misterioso personaje posiblemente irreal interpretado por Robert Blake ("A SANGRE FRÍA"), que aparece caracterizado con un rostro inhumanamente blanco. Ese personaje será el desencadenante de la tragedia, el "toca-pelotas" que amargará la existencia del saxofonista. No sé si podría considerarse que, incluso, es la voz de la conciencia del torturado músico, pero lo que está claro es que se dedica a pulular constantemente alrededor de la trama. Yo lo definiría como un "Mc guffin" malvado y diabólico.
¿Cuál es mi interpretación de todo este embrollo? Pues que, posiblemente, el saxofonista se convierte en el mecánico porque la desequlibrada mente de aquél lo provoca. Es decir, el personaje de Pullman ha matado a su mujer y, tras ello, surge en él un potentísimo sentimiento de culpa que le posee completamente. Entonces, su mente le permite "evadirse" de la realidad y "convertirse" en otro ser imaginario (la llamada "fuga psicogénica", expresión comúnmente utilizada al hablar de este film). En este caso, se convierte en el personaje de Getty. Todo lo que ocurre a partir de que Pullman es encerrado corresponde a una creación mental de éste. Cae en una gravísima esquizofrenia que le otorga identidades múltiples, de modo que todo transcurre en su enferma mente. Su concepción de la realidad se convierte en algo completamente distorsionado.
Esta discutible versión se tambalearía si considerásemos que la historia no está contada con una estructura lineal, una opción más que posible en el universo "lynchiano".
En cualquier caso, más allá de la explicación o no de lo que realmente ocurre, a esta película no hay que valorarla por lo que nos cuenta, sino por cómo nos lo cuenta. Lynch aplica en la primera parte de la película (hasta que se produce la detención) mucha calma, mucha lentitud, y mucho silencio (tan sólo roto cuando vemos una brutal escena en la que Pullman toca el saxo frenéticamente, como insinuando que ha caído en la locura), mientras que en la segunda parte se produce el desenfreno, la caída a los infiernos de la locura más extrema y los extraños sonidos cacofónicos. Desde luego, la música (obra del extraordinario Angelo Badalamenti) y la imagen forman un perfecto conjunto capaz de dejar perplejo a cualquiera.
Lynch dirige un film cuyo objetivo primordial es producir sensaciones perturbadoras en el espectador a través del contraste entre la calma y la sugestión con la locura de la violencia, el sexo y el crimen más desatado, acompañado por una música estridente que logra incrustarse en los oídos.
Los toques de humor negro y los personajes extravagantes constantes en la filmografía del director también se dan cita aquí, como en la hilarante secuencia en la que el mafioso es adelantado por otro automóvil a toda velocidad. Antes de ser adelantado, ese coche se "pega" demasiado al suyo por detrás, lo que enfurece al personaje de Loggia y decide perseguirlo, hasta que consigue empujarlo fuera de la carretera y hacerlo parar. Inmediatamente, el mafioso se baja del coche, se acerca al tipo que lo adelantó y empieza a golpearlo brutalmente y a preguntarle si es que no conoce el código de circulación, puesto que no ha guardado la distancia reglamentaria al realizar el adelantamiento. Tras darle algunos golpes, le recomienda que se estudie el código...
Lo cierto es que Lynch no deja a nadie indiferente. Es un tipo al que no se le puede ignorar. Sus films son hipnóticos, con una fuerza expresiva imponente, con un poder de transmisión portentoso y una facilidad increíble para proponer retos a nuestra imaginación. Quien esté dispuesto a penetrar en sus mundos, deberá plegarse al inmenso talento de un cineasta atípico, mágico, emocionante y, por encima de todo, sensitivo.
De todas formas, he de reconocer que cuando vi por primera vez el cine de este autor, yo siempre buscaba una lógica argumental en todas las películas, y lo que yo no comprendía es que el cine más críptico de Lynch había que verlo con "otros ojos". No busquemos sacar una historia concreta sobre lo que ha pasado, sencillamente hay que dejarse llevar por imágenes y sonidos hacia el "mundo" que nos interese alcanzar. Ésa es la grandeza de este autor. Cuando uno ve su obra sin el ansia de saber qué está pasando, puede disfrutar de la experiencia a lo grande.
Si el objetivo del cine es hacernos vivir otras vidas en otros mundos, que nadie dude de que el cine de Lynch cumple con tal cometido a la perfección.
Mejor que nadie.
P.D.: ¿Alguien es capaz de explicar qué demonios pasa aquí?
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