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La desaparición del tiempo
La desaparición del tiempo
QUIM MONZÓ - 25/11/2005
En junio, la Secretaría de Política Lingüística y el Institut Català de la Dona presentaron un manual titulado Marcar les diferències: la representació de dones i homes a la llengua, que convierte el 2005 en el año de la entronización definitiva en Catalunya del lenguaje políticamente sensible. El manual proponía cosas como sustituir la palabra treballadors por personal o plantilla, y professor por membre del professorat. Pero no sólo aquí éste ha sido un año crucial para el lenguaje papanatas. El Global Language Monitor explicaba la semana pasada que "el 2005 ha sido el año en el que el movimiento de la corrección política se ha convertido en un fenómeno realmente mundial". El Monitor se dedica a analizar las tendencias lingüísticas que mueven el planeta. Cada noviembre dan la lista de los diez términos más monstruosos del año: The top politically correct words. La semana pasada dieron la del 2005, trufada de maravillas.
Una: lluvia de ideas, que sustituye a lo que, incluso en lenguas romances, llamamos brainstorm. El cambio se produce porque brainstorm incluye las palabras storm (tormenta) y brain (cerebro), combinación que puede "ofender a los que padecen desórdenes cerebrales, como la epilepsia". Otra: falta de aptitud intrínseca, eufemismo que utilizó el presidente de la Universidad de Harvard para explicar por qué hay pocas mujeres en ingeniería y ciencias (y que por poco le cuesta el cargo). Otra más: éxito pospuesto, que una asociación británica de maestros propone para evitar utilizar suspenso. Ahí sí que el mundo no tiene nada que enseñarnos, pues hace décadas que, para no desmoralizar a los que suspenden, los calificamos con el fascinante necesita mejorar. Gracias al espíritu encubridor que delatan ideas de bombero como ésa estamos en el furgón de cola de la educación en Europa.
Las dos últimas tendencias tienen que ver con esta época del año en la que entramos. Desde hace tiempo hay gente que evita decir Feliz Navidad y sustituye ese deseo por otro que no moleste a los no cristianos. Proponen frases equivalentes a nuestras neutras y tradicionales Felices fiestas o Feliz Año Nuevo. Aunque habría que preguntarse si esta última fórmula no puede molestar a las sensibilidades chinas, judías o musulmanas, que cambian de año en otros momentos. Cambios de año que nos conducen a otra de las tendencias detectadas por el Monitor: la de utilizar E. C. (por era común)en vez de ese d. C. (por después de Cristo) que se coloca tras un año concreto para diferenciarlo del que tiene la misma cifra y va seguido de a. C. (antes de Cristo). También aquí la intención, según dicen, es evitar molestias a los no cristianos. Pero, por poco que se mire, se ve que es un gesto de mero maquillaje, ya que, si de verdad quisiesen borrar el recuerdo de Cristo del cómputo del tiempo, lo que deberían cuestionar es que contemos los años a partir de su nacimiento. Pero, entonces, ¿a partir de qué hecho propondrían contar? Escoger una fecha concreta, la que sea, siempre molestará a algún grupo, que -seguro- preferirá otra.
Si la aplicación a la lengua de consideraciones políticas buenistas no fuese una farsa y a sus abanderados/ as les interesase ser coherentes, no podrían aceptar ningún año cero y denunciarían por discriminadores y faltos de solidaridad hasta los calendarios que La Caixa (y todas las caixes, amén de charcuterías, bares...) empezarán a regalar a sus clientes un día de éstos, con el intolerable 2006 en el faldón, como si tal cosa.
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Y sobre lo otro, pues que no hay nada más absurdo y horrendo en la lengua que el lenguaje políticamente incorrecto, y la ristra de eufemismos que van cambiando cuando al eufemismose le vuelve a marcar con el estigma de "políticamente incorrecto", como por ejemplo el caso de "negro". Se cambió por "persona de color" para no ofender, y ahora la tendencia es en usar "subsahariano" (en nuestro caso), o "afroamericano" (en EEUU). A ver cuanto tardan en cambiar el término.
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