¿Es suficiente el pensamiento humano puro (sin base en la práctica científica) para ilustrarnos sobre cuestiones claves de nuestra existencia, como nuestro origen, trascendencia y destino?
¿Pueden los escritos de las grandes mentes ayudarnos a enfrentarnos a desafíos que nos superan, como cuál es el sentido de que estemos en el mundo, sin recurrir a ningún tipo de prueba irrefutable?
¿Es posible que unos giegos de hace tres mil años o unos europeos de hace siglos hayan comprendido la esencia oculta de nuestro mundo mejor que los científicos (o, al menos, antes que ellos)?
A menudo me encuentro con escritos filosóficos que resultan realmente útiles como base (ayuda) para enfrentarse con la complejidad de ciencias como la mecánica cuántica, que a mi humilde entender es la que más próxima estaría de encontrar los mimbres con los que realmente está conformada esa cosa que llamamos realidad.
Es curioso cómo, en ocasiones, experimentos científicos relativamente recientes parecen apuntar a que nuestra percepción del mundo está mucho más próxima a la alegoría de la caverna, de Platón, que a explicaciones más comúnmente aceptadas (en base a un supuesto "sentido común", ya que no a la existencia de pruebas) como las suministradas por determinados cultos.
Me gustaría que pudiéramos compartir opiniones sobre este asunto, especialmente en aquellos puntos en los que ciencia y metafísica parecen ir de la mano. En este sentido estoy leyendo ahora un libro realmente sorprendente, cuyas conclusiones se acercan más a lo que creíamos terrenos de la ciencia-ficción que a la ciencia pura, ...y sin embargo se recurre constantemente a escritos de física cuántica para justificar que pudiera existir en nuestra naturaleza una auténtica trascendencia de base científica (matemática y geométrica), y por lo tanto no-religiosa, basada en una realidad multidimensional.
Se trata de "La cuarta dimensión", de Rudy Rucker. Realmente insólito.