Soy un privilegiado. La vi ayer noche, sin conocer la historia, sin leer la novela, sin pararme a ojear el argumento. Uno de esos films que uno anota en su mente que debe ver, y, el paso del tiempo, le hace olvidar o ignorar por qué.
Y reconozco que vivir con niños cerca puede condicionar la perspectiva del espectador, pero no bajo esa manida afinidad forzada que buscan otros filmes, sino porque dilata su impacto. Redimensiona y avisa muchos de esos pequeños detalles que -aunando orfebrería y sutileza- tejen una de las mejores películas de 2015, y, probablemente, de los últimos tres años.
Porque esta es una brillante película sobre un niño cuyo único mundo es una habitación. Y nada más. Un mundo suficientemente redondo como para que, cuando su madre -por fin- le explica que hay más cosas allá fuera, el niño reaccione pensando que le engañan.
Quizá su principal virtud radica en que es capaz de vertebrar un drama de este peso, y esta complejidad, a través de una tensión exacta y atosigadora en su primera mitad, y una gran dosis de realidad interior en la segunda, sin necesidad de aspavientos, ni tópicos, ni subrayados; sin manipular al espectador, o añadir ese edulcoramiento al argumento -o a la puesta en escena- que pudiese hacer más cómodo al espectador seguir la historia. Porque, en cierto modo, ésta es una película austera, pero justa. Llena de imágenes justas donde podemos ver lo que en las personas trasluce cierta carga interior. Incluso en el niño.
Por eso, habiendo llegado a aquí mucho tiempo después de su estreno, como espectador me siento defraudado. La agenda no siempre permite ver todo lo que uno quiere, y creo que no tuve la información adecuada para elegir. Porque, de elegir, hubiera escogido esta. Y no soy una persona ajena a la actualidad cinéfila. Pero hasta ayer noche no comprendí o percibí la gran película que es "La habitación", más allá de algunos premios o nominaciones cuya verosimilitud o valor está a la altura de otras nominadas. ¿Qué falló? ¿La crítica? ¿El marketing? ¿La distribución?
Sí, soy un privilegiado. Ahora me doy cuenta. Disfruté de una gran película con total libertad gracias a no haber visto su trailer. Un conjunto de imágenes -o spoilers- que más que un adelanto parecen una autopsia, optando por vender esta película como algo que -afortunadamente- no es.
Quizá ahí comiencen a veces estas pequeñas injusticias.