Forges, EL PAÍS, 2/5/2006
La nómina de mi padre en diciembre de 1979 era de
38.000 pesetas. Él trabajaba como peón en una obra. En
ese mismo momento le ofrecieron comprar una casa. Le
pedían un total de 500.000 pesetas por ella. Decidió
no arriesgar y continuar viviendo en régimen de
alquiler, en unas condiciones muy buenas. Se trataba
de una casa modesta pero muy bien ubicada, en pleno
centro de un pueblo cercano a Barcelona. A los pocos
meses mi padre y mi madre compraron un terreno en otro
pueblo de la misma provincia y en menos
de cinco años de esfuerzo ya habían levantado y pagado
una vivienda de 120 m2.
Han pasado 27 años. En 2006 y en el mismo pueblo donde
viven, un piso modesto de 75m2 a las afueras no se
encuentra por menos de 35 millones de pesetas, y estoy
siendo muy generoso.
En el año 1979 el coste de un piso era del orden de 14
mensualidades de un peón de obra 38.000 pts/mes x 14
meses = 532.000 pts
El sueldo en 2006 de un universitario recién titulado
en ingeniería informática sin experiencia profesional
no llega a las 200.000 pesetas mensuales.
En el año 2006 una vivienda modesta cuesta 175
mensualidades (14 anualidades!!!) de un ingeniero
informático.
200.000 pts/mes x 175 meses = 35.000.000 pts
Las jóvenes de hoy necesitaríamos cobrar 2,5 millones
de pesetas mensuales para estar en igualdad de
condiciones con nuestros padres que compraron una
vivienda a principios de los años 80.
2.500.000 pts/mes x 14 meses = 35 Hill. de pts
Los pisos en el año 2006 deberían costar 2,8 millones
de pesetas para que los jóvenes de hoy estemos en
igualdad de condiciones con nuestros padres en 1979
200.000 pts/mes x 14 meses = 2.800.000 pts
No encuentro adjetivo alguno en el año 2006 para
calificar lo que mi padre consideró arriesgado en
1979. Está claro que los pisos no van a pasar a costar
de la noche a la mañana 30 veces menos, de 35 a 3
millones. También está claro que no voy a cobrar 2,5
millones de pesetas mensuales, por muy
buen trabajo que encuentre y por muchos estudios que
tenga. Lo primero que se le ocurre a uno es seguir
viviendo en casa de sus padres y ahorrar el 100% del
sueldo durante los próximos 14 años, para en el año
2020 (yo rondaré ya los 40 años de edad) tener el
dinero suficiente para comprar una vivienda al coste
del año 2006 pero, por supuesto, no al coste del año
2020. Evidentemente esta ocurrencia la desecha uno
antes de hacer cualquier cálculo.
Aunque un joven bienintencionado consiga ahorrar 2, 4
o 6 millones con mucho esfuerzo en pocos años, a día
de hoy nunca podrá evitar lo siguiente:
1) Pedir un préstamo al banco a 40 o 50
años (si consigues ahorrar 2, 4 o 6 millones puedes
reducir el período a 35 - 45 años, pero 5 años no
suponen prácticamente nada cuando estamos hablando de
medio siglo de pago). Te darás cuenta de que no vives
en una democracia sino en una dictadura. El dictador
no se llama Francisco Franco o Fidel Castro sino
La Caixa, BSCH, Banca de Sabadell o, en general, "la
banca". Ni siquiera tendrás la libertad de decir lo
que piensas a, por ejemplo, tu jefe, no vaya a ser que
cierre el grifo y no puedas pagar al dictador.
2) La otra solución es pagar un alquiler
de por vida. En este caso el dictador se llamará Juan
García, José Pérez o Pablo el arrendador. La situación
no es distinta a 1).
Después de esta reflexión ten la
delicadeza de no decir a un joven que su problema es
que no ahorra, eso fue válido para ti en 1979, incluso
era válido para algunos jóvenes en 1999, pero no en
2006, en 2006 sólo consigues cargar con más
impotencia, si cabe, al muchacho.
El esfuerzo de nuestros padres, sin duda alguna
admirable, no era estéril (podían obtener una vivienda
de propiedad en un período de 5 años). El mismo
esfuerzo realizado por nosotros, los hijos, sólo llega
para quizá reducir en 5 años una hipoteca de medio
siglo.
La vivienda nunca fue un objeto para enriquecerse,
sino para vivir y es de lo poco material que sí
necesitamos. La ley del libre mercado puede establecer
el precio de los televisores de plasma al precio que
quiera... yo no los compraré... pero nunca tuvimos que
permitir que esa misma ley fijara el precio de la
vivienda, porque todos necesitamos vivir en una y no
todos podemos pagarla. Los jóvenes, incluso aquellos
que tenemos estudios superiores, no podemos competir".