Esta mañana, cuando he abierto el periódico y he visto esta imagen de los ya clausurados (y dentro de poco demolidos) cines Mikeldi de Bilbao, no he podido remediar soltar una lagrimita:
Construidos en el enorme recinto del antiguo cine Izaro, este complejo supuso, en su inauguración en el 91, el comienzo de una nueva edad de oro en las salas de Bilbao durante esa década, junto al Capitol, el Astoria, el Consulado, el Coliseo y tantos otros cines de la Villa. Supuso la introducción en la ciudad de los modernos sistemas de sonido de la época (Dolby digital y THX) y de una nueva forma de entender el negocio.
Todavía recuerdo las colas para ver films como Instinto básico, La amenaza fantasma o Titanic; y el flamante y moderno hall con la tienda de chuches en la parte posterior de las taquillas, ahora totalmente desvencijado:
Cerradas desde 2006, van a ser pronto demolidas para construir viviendas y un centro comercial de casi 2000 metros cuadrados.
Para los que peinamos ya alguna que otra cana, la desaparición de las grandes salas de nuestra niñez y juventud supone una pérdida irremplazable dentro de nuestra memoria cinéfila. El cierre del Urgell en Barcelona es un gran ejemplo de ello. Eran salas perfectas para vivir esa cinefilia febril y descontrolada que tienes cuando eres joven y descubres el torrente de emociones que residen dentro de una película, y el compartir todo ello con otros cientos de personas a tu alrededor.
Momentos tristes para los que amamos esa forma de ver cine; esperemos que al menos conservemos un poco de esa emoción en los nuevos y cada vez más impersonales complejos cinematográficos situados en centros comerciales ...
Un saludo.