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N REVISTAS CIENTÍFICAS
Las tabaqueras financiaron estudios para negar los peligros del tabaco


# Un estudio denuncia la estrategia de las tabaqueras para contrarrestar la evidencia científica sobre la relación entre el tabaco y el cáncer


MARÍA SAINZ
Un hombre enciende un cigarrillo en China, la nación con el mayor mercado de tabaco del mundo (Foto: Frederic J. Brown | AFP PHOTO)

En 1996 un estudio mostró el papel de una sustancia, presente en el humo de los cigarrillos, en el desarrollo de mutaciones genéticas que pueden contribuir a la formación de tumores. A partir de estos resultados las empresas tabaqueras financiaron una serie de investigaciones con el propósito de contradecir la evidencia científica, según denuncia un artículo publicado en 'The Lancet'.

El estudio, que apareció en la revista 'Science', hizo saltar la alarma en distintas productoras de cigarrillos. El documento demostró que el benzopireno (BDPE), un agente cancerígeno del tabaco identificado en 1952, puede provocar mutaciones sobre el gen p53 que "contribuyen a una división celular incontralada" y que, por tanto, propician la aparición de un cáncer.

La reacción de las tabaqueras ante estos resultados no se hizo esperar. "Los documentos confidenciales de la industria tabaquera muestran que antes de 1996 distintas empresas del sector apoyaron proyectos de investigación para evaluar los mecanismos de la mutagénesis del p53. Después de los hallazgos de la publicación de Denissenko y su equipo -el ensayo realizado en los 90- las compañías comenzaron a financiar estudios que parecían aportar dudas sobre la relación entre el daño del p53 y el BDPE", afirman los autores del texto que aparece en 'The Lancet'.

En este sentido, los investigadores del Centro de Control, Educación e Investigación del Tabaquismo, de la Universidad de California (San Francisco, EEUU), no sólo denuncian el papel de las tabaqueras sino el de las publicaciones científicas que aceptaron incluir en sus páginas esos estudios.

Conflictos de interés

"Nuestra investigación muestra múltiples ejemplos de potenciales conflictos de interés del lado de los autores de revistas y de los directores entre 1998 y 2001", señala el artículo.

El trabajo recalca dos ensayos publicados en la revista 'Mutagenesis' "cuyo editor jefe, James M Parry, tiene un historial extenso y oculto de trabajar como investigador y consultor de una industria tabaquera". Ambos ensayos ofrecían datos que negaban la relación entre el agente carcinógeno y las mutaciones genéticas.

Y añade que "a principios de los 90 un número de compañías tabaqueras pagó hasta 156.000 dólares -unos 119.000 euros- a 13 científicos para que escribieran cartas al director, cuestionando la relación entre el hábito de fumar y las enfermedades, en revistas como 'JAMA' ('Journal of the American Medical Association'), 'The Lancet' y 'Journal of the National Cancer Institute'".

"Las compañías tabaqueras afirman que ahora están trabajando con la comunidad de la salud pública para 'apoyar un mensaje [...] sencillo y consistente sobre el papel jugado por el consumo de los cigarrillos a la hora de propiciar la aparición de enfermedades en los fumadores'. Las distintas caras de su respuesta a la investigación del p53 [...] sugieren que la industria no ha cambiado sus prácticas", aseguran los científicos de la Universidad de California.

"Desde nuestro punto de vista, estas prácticas retan a los autores, directores y usuarios de la literatura científica a estar alerta en la demanda y el mantenimiento de estándares rigurosos para revelar y evaluar potenciales conflictos de interés", concluyen.
Y este:

www.elmundo.es/elmundosalud/2004/11/11/tabaco/1100169868.html

DOCUMENTOS INTERNOS
Philip Morris conocía el riesgo de los fumadores pasivos hace 30 años


"Sólo para uso interno". Ésta y otras frases aparecen escritas en los documentos de la compañía tabaquera Philip Morris. Son advertencias que, entre otros fines, intentan esconder los datos que confirman el efecto perjudicial del tabaco sobre los fumadores pasivos. Un artículo publicado en 'The Lancet' se hace eco de ello.

Durante años la industria tabaquera se ha mantenido firme a la hora de negar las consecuencias negativas del tabaco. Sin embargo, sus documentos y acciones internas vienen a demostrar que eran conscientes de que sus productos dañaban a los consumidores.

La investigación que aparece esta semana en la revista británica muestra un complejo entramado de acciones llevadas a cabo por la compañía Philip Morris con la intención de conseguir datos sobre los peligros de los cigarrillos, pero también para impedir que esa información se diese a conocer de forma pública.

En la década de los 70, Philip Morris señalaba, en palabras recogidas por el estudio, que era necesario "obtener nuestros propios hechos y datos sobre los sistemas biológicos, para impedir ser sorprendidos por la información de fuentes externas".

Los autores del trabajo señalan que una de las decisiones que la compañía tomó con ese objetivo fue la de comprar una empresa de investigación alemana (INFIBO, siglas en alemán de Instituto para la investigación industrial y biólogica).

Para impedir que pudiese salir a la luz cualquier relación entre ambas compañías, la tabaquera realizó la adquisición a través de un intermediario suizo e introdujo un complicado engranaje de relaciones laborales. Incluso se ocultó el conocimiento de la información a los propios integrantes de la empresa.

Negar la evidencia

"Afrontémoslo. Estamos interesados en la evidencia que creemos que niega la idea de que fumar cigarrillos provoca enfermedades", escribió Helmut Wakeham, uno de los vicepresidentes de la tabaquera, en una carta dirigida al director ejecutivo, Joseph F. Cullman.

Los resultados obtenidos durante las tareas de investigación que le fueron encargando al INFIBO raramente fueron publicados. Los que aparecieron no eran precisamente los que mostraban los daños provocados por el producto comercializada mundialmente por Morris.

En los 80, esta empresa de investigación realizó un estudio sobre los efectos del humo ingerido de forma pasiva. "Desde el principio estos experimentos mostraron la naturaleza altemente tóxica de esta forma de fumar", afirman los autores del trabajo publicado en 'The Lancet'.

"Todas las ratas del estudio mostraron signos generales de agotamiento al final de la exposición diaria", rezaba el texto que, en aquella ocasión, mandó el INFIBO a Philip Morris. Los datos que la empresa fue obteniendo y que apoyaban los efectos perjudiciales de la droga no se dieron a conocer a la opinión pública hasta 1994.

Los ensayos que se publicaron hasta ese momento contribuyeron a crear la imagen del tabaco, "arrojando dudas sobre el valor de los marcadores del humo ingerido de forma pasiva y sugiriendo explicaciones alternativas para las relación epidemiológica que se había observado entre esta forma de fumar y el cáncer de pulmón", explican los autores del trabajo.

Y añaden que "se debería requerir a Philip Morris que explique por qué tomó los pasos documentados aquí para mantener lo que parece haber sido un secretismo considerable sobre su papel en la investigación sobre los efectos del humo aspirado pasivamente y consecuentemente en el conocimiento de sus efectos, unos efectos que se oponen a las declaraciones públicas".

"Es esencial que pueda haber confianza en que lo que llega al dominio público es toda la verdad y no una parte cuidadosamente seleccionada", finaliza el documento.
Vaya tela....

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