Pero esto son consideraciones industriales, pertinentes pero insuficientes para lo que discutimos. La cuestión es si es posible un cine de calidad donde el sexo esté presente de manera explícita, y en todo caso dónde están los límites, más allá de las etiquetas. Está claro que si hay una escena de sexo donde la penetración es visible "lo inevitable" es que la película reciba la consideración de X, pero ¿realmente es inevitable? ¿Y si esa escena solo dura unos pocos minutos? Se ha hablado mucho, aunque probablemente no son más que leyendas cinéfilas, del sexo "natural" de películas como
El cartero siempre llama dos veces (Jessica Lange y Jack Nicholson), de Bob Rafelson, o
Amenaza en la sombra (Donald Sutherland y Julie Christie), de Nicolas Roeg, además de la citada
El último tango en París (Marlon Brando y Maria Schneider), de Bernardo Bertolucci. Si esas escenas de sexo hubieran sido "reales", sin fingimiento, e incluso hubieramos visto penetraciones, ¿pasarían a ser películas pornográficas?
Dices, por otra parte, que una paja y eyaculación posterior ante la cámara sería pornografía. ¿Lo es, por ejemplo,
Ken Park, de Larry Clark y Edward Lachman? Para mí, desde luego, no lo es.