Tema: Las últimas pelis que has visto en casa

Iniciado por Otto+

Adivina cuál es mi film favorito de John Sturges.... al menos desde los '50 hasta los '70.

Spoiler:

También es el mío.

Ah, y enhorabuena por el espléndido comentario. La verdad es que, pese a todo, la película no tiene mala pinta. Al menos ambición no le falta.

Primeras vacaciones (2018)..................... 7











Una buena, pero bastante predecible, comedia romántica francesa






Mi comentario:

Jonathan Cohen y Camille Chamoux (que además, es la coguionista del film junto al propio director Patrick Cassir) interpretan, en Primeras vacaciones (Premières vacances. 2018), a Ben y Marion respectivamente, una pareja que se conoce via la aplicación Tinder y un buen día quedan para hacer unas vacaciones que no olvidarán en toda su vida. Dos personas completamente diferentes, se podría decir que son dos polos bien opuestos, que aprenderán a convivir fuera de sus casas y a conocerse bien entre ellos durante sus estrafalarias vacaciones. Una comedia romántica bastante predicible desde lejos, pero no te impide pasar más de cien minutos entretenidos. No es que Cohen y Chamoux formen una pareja brillante ni de lo más perfecta, pero algo de química va existiendo a medida que va avanzando el metraje. No me escondo al decir que hay mucho momentos, muchas situaciones, que me han causado bastante vergüenza ajena, por algunas actuaciones de los personajes, pero bueno, se le puede perdonar. Mi nota final es de 7/10.

Sí ya sé que este es el rincón de “las últimas pelis que has visto en casa” y lo que viene a continuación son telefilmes pero creo que todos estaréis conmigo en que merecen estar en este rincón…

REVISANDO GRANDES CLÁSICOS DE LA TELEVISIÓN

o

NIGHTMARE AT 20,000 FEET (1963, PESADILLA A 20.000 PIES)



Fecha de emisión: 11 de octubre de 1963 (“Twilight Zone”, Temporada 5, Episodio 3).

Dirigido por Richard Donner.

Escrito por Richard Matheson, a partir de su cuento homónimo incluido en la antología “Alone by Night” (Nueva York, 1962).



Fotografiado por Robert W. Pittack, en blanco y negro (1.33:1).

Protagonizado por William Shatner (Bob Wilson) y Nick Cravat (El gremlin).



y

DUEL (1971, EL DIABLO SOBRE RUEDAS)



Fecha de emisión: 13 de noviembre de 1971 (“ABC Movie of the Week”, Temporada 3, Episodio 17).

Dirigido por Steven Spielberg.

Escrito por Richard Matheson, a partir de su cuento homónimo (Playboy, abril 1971).



Fotografiado por Jack A. Marta, en Technicolor (1.33:1).

Protagonizado por Dennis Weaver (David Mann) y Carey Loftin (El conductor del camión).



…

MICK MARTIN: ¿Cuál es su episodio favorito de “The Twilight Zone”?

RICHARD MATHESON: Es uno de William Shatner llamado “Justo a tiempo” (Temporada 2, Episodio 7), en el cual tenía una máquina parlante. Creo que Shatner estaba soberbio en “Pesadilla a 20.000 pies”. La criatura en el ala era horrorosa. Lo hablé con Jacques Tourneur, y él dijo que lo hubiera filmado con la criatura enteramente vestida de negro, con partículas de polvo plateado sobre ella para discernirla ligeramente. El actor que estaba bajo el traje de mono, asemejándole a un oso panda, era un acróbata, antiguo compañero de Burt Lancaster en sus películas.

...

M M: ¿Siguieron fielmente su guion de EL DIABLO SOBRE RUEDAS?

R M: Casi completamente. Fue una hermosa traslación. Spielberg no sólo siguió mi guion, resaltando todos sus valores, sino que los amplió.

…

Entrevista realizada por Mick Martin y publicada en la revista norteamericana “Cinefantastique” (Volumen 3, Número 2, 1974).

https://archive.org/details/Cinefant...ge/n5/mode/2up

…

Aunque son tres los nombres que conviene retener en el memoria a la hora de leer esta breve reseña, Richard Matheson (1926-2013), Richard Donner (1930-2021) y Steven Spielberg (1946), no hay ninguna duda, al menos por mi parte, de que el primero es el más importante de todos ellos.

Matheson no fue sólo uno de los mejores escritores de literatura fantástica de la segunda mitad del siglo XX sino también un excelente guionista desde su debut en 1957 con la obra maestra EL INCREÍBLE HOMBRE MENGUANTE, de Jack Arnold, basada en su segunda novela, “El hombre menguante” (1956).



Recordemos además sus (impagables) contribuciones al ciclo poeano de Roger Corman (LA CAÍDA DE LA CASA USHER (1960), EL PÉNDULO DE LA MUERTE (1961), HISTORIAS DE TERROR (1962) y EL CUERVO (1963)).

O sus guiones para telefilmes de culto como el hoy comentado EL DIABLO SOBRE RUEDAS o el díptico EL VAMPIRO DE LA NOCHE (1972), de John Llewellyn Moxey / EL ESTRANGULADOR DE LA NOCHE (1973), de Dan Curtis.

Y especialmente sus 16 episodios para la mítica serie de Rod Sterling “The Twilight Zone” (1959-1964).



Y de todos ellos tal vez el más conocido – aunque no necesariamente el mejor (en este sentido tengo especial debilidad por el maravilloso LOS INVASORES (Temporada 2, Episodio 15) emitido el 27 de enero de 1961 y con la wellesiana Agnes Moorehead como protagonista) – sea PESADILLA A 20.000 PIES dirigido por el recientemente fallecido Richard Donner, el hombre que nos hizo creer que un hombre podía volar…

- Por cierto, imprescindible hacerse con el paquete “The Superman Motion Picture Anthology: 1978-2006”…



… que incluye SUPERMAN II: THE RICHARD DONNER CUT (2006), que como bien sabéis (o deberíais saber) hubiese sido la auténtica segunda parte de la saga pero que la productora decidió mutilar poniendo al beetlemano Richard Lester al frente para firmar la mucho más mediocre SUPERMAN II (1980). -

Los dos telefilmes que traigo a colación tienen en común el protagonismo del típico Juan Nadie mathesonsiano.

En ambos casos además la elección del actor principal (los, por entonces, escasamente (re)conocidos William Shatner y Dennis Weaver) deviene capital para que sintamos una mayor empatía por la situación de pesadilla en la que se ve envuelto el mismo.





Un hombre que se tiene que enfrentar a sus propios miedos para evitar volver a caer en la locura que ya creía haber olvidado (PESADILLA) o a la anónima hostilidad del engañosamente plácido mundo exterior (EL DIABLO).





Matheson además siempre juega a dos bandas y lo hace con notable inteligencia.

Nunca es posible saber a ciencia cierta (a pesar del (obligado) final twist de PESADILLA) si estamos ante un relato de corte fantástico o no.

De hecho EL DIABLO SOBRE RUEDAS, el falso primer largometraje de Steven Spielberg (el primero en realidad sería LOCA EVASIÓN (1974)), provoca mucha mayor inquietud si pensamos que detrás del volante no se encuentra el Mal (con Mayúsculas) como podía pasar en ASESINO INVISIBLE (1977), de Elliot Silverstein y que comentaba recientemente en este mismo rincón (una película, como ya dije, para nada despreciable, más bien todo lo contrario) sino un psicópata asesino que al igual que el Norman Bates de PSICOSIS (1960), de Alfred Hitchcock, se dedica a llevarse por delante a todo conductor que se cruce en su camino.



La referencia a la obra maestra del británico no es un brindis al Sol puesto que el protagonista del telefilme, Dennis Weaver (1924-2006) - el McCloud de la serie homónima (1970-1977) - encarnó a todo un precedente del citado psicópata en la igualmente magistral SED DE MAL (1958), de Orson Welles. De hecho, fue el recuerdo de dicha película lo que hizo que Spielberg le contratara para el papel.



Si en EL DIABLO SOBRE RUEDAS (un título, hay que reconocerlo, con más enjundia que “DUELO”) Spielberg demostró con creces con su milimétricamente planificada puesta en escena porque es el director más importante (ojo, no digo que el mejor) de todos los que surgieron en Norteamérica en los años ‘70, eso sí con la inestimable ayuda del montador Frank Morriss y el veterano operador Jack A. Marta (y cuyo nombre volverá a salir de nuevo a la palestra si cierta revisión que tengo en mente puedo ponerla por fin en marcha…), en PESADILLA A 20.000 PIES el trabajo de Donner, aunque mucho más modesto, es igualmente modélico y donde además lo ajustado del metraje (apenas 25 minutos) le permite crear (y mantener) el suspense a lo largo del mismo.

Curiosamente (o no tanto, conociendo a Matheson) en ambos telefilmes los protagonistas serán agredidos, física o mentalmente (o emocionalmente), en dos de los inventos humanos más trascendentales del siglo XX: el coche y el avión.

No he tenido oportunidad de leer todavía el cuento “Duelo” (algo que subsanaré apenas mande a la imprenta la presente reseña) pero sí “Pesadilla a veinte mil pies” y lo cierto es que el escritor se mantiene notablemente fiel salvo por el hecho de que el protagonista en el mismo viaje solo (en el episodio lo hace junto a su esposa) y el arma con la que pretende acabar con el gremlin es de su propiedad (en lugar de sustraérsela al policía armado que va en el vuelo) y el citado giro argumental típico de la mayor parte de los episodios de la serie.

Estoy de acuerdo en que visto hoy en día la caracterización del gremlin encarnado por Nick Cravat (el inolvidable Piccolo de EL HALCÓN Y LA FLECHA (1950), de Jacques Tourneur) deja bastante de desear…



… pero pese a ello el excelente trabajo interpretativo de Shatner contrarresta con creces las carestías de presupuesto de una serie que ya estaba dando sus últimos coletazos.

Y aunque aparentemente ambos telefilmes diverjan en sus (catárticos) finales, lo cierto es que ambos protagonistas triunfarán a su manera, aunque para ello tengan que sacar de dentro de sí lo peor del ser humano. ¿O tal vez lo mejor?





Y en cuanto a las ediciones domésticas de los citados telefilmes si el primero lo tenemos en el quinto de los imprescindibles paquetes que editó L’Atelier 13 entre 2012 y 2014, el segundo únicamente ha sido editado en su formato alargado para los cines aunque al menos respetando la relación de aspecto original.

No obstante si uno tiene suerte (no es mi caso y ya lo siento) puede ver el episodio original aquí https://archive.org/details/DUEL71ABCTV

PESADILLA A 20.000 PIES y EL DIABLO SOBRE RUEDAS son tal vez dos excepciones a la habitual mediocridad de los telefilmes de la época pero que demuestran el talento de dos directores que tendrían muchas cosas que decir en los próximos años.

Y sirva la primera de las dos reseñas como homenaje a Richard Donner que tiene al menos en su filmografía tres grandes clásicos del cine fantástico moderno como son LA PROFECÍA (1976), el mencionado díptico sobre SUPERMAN y LADY HALCÓN (1985).

Felices pesadillas…



…

P.D. Los cuentos de Matheson pueden encontrarse en el volumen “Pesadilla a veinte mil pies y otros relatos espeluznantes (Cuentos fantásticos / 2)” editado por Gigamesh en 2016.

Iniciado por Alcaudón

P.D. Los cuentos de Matheson pueden encontrarse en el volumen “Pesadilla a veinte mil pies y otros relatos espeluznantes (Cuentos fantásticos / 2)” editado por Gigamesh en 2016.

También los ha editado (como mínimo el de "Pesadilla a 20.000 pies", no recuerdo si también incluye el de "Duel"), la editorial Valdemar.



Sobre la de Spielbergh, recuerdo que tuvo un pase en el programa de Garci y alguno de los contertulios (creo que Juan Miguel Lamet) la criticó precisamente por su planificación. A mí siempre me ha parecido un film muy entretenido. Creo que es relevante que el protagonista se llame David Mann, ese apellido le otorga un cierto carácter de representante del hombre medio, lo convierte en alguien próximo a nosotros, te hace pensar que lo que le pasa le podría ocurrir a cualquiera (¿quién no ha vivido un "pique" al volante de un automóvil?). Sobre su intérprete, Dennis Weaver, no sé en Estados Unidos, pero aquí, cuando la vi por primera vez por televisión, era un actor muy fácil de identificar, todo el mundo lo reconocía como Sam McCloud, en su día tan popular como Kojak, Colombo o Banachek (o Baretta). Pepe da Rosa los inmortalizó en la canción "Los cuatro detectives".

Pepe da Rosa era un fenómeno. Yo lo recuerdo con una canción que hizo a Dallas y J.R. Y otra canción que hizo a los ratones que comían en V (la lagarta Diana) En casa siempre gustó mucho. Tenía mucho arte y mucha guasa. Me aprendí los nombres de los detectives, aunque al único que conocía era a Kojak (hasta hubo chupa-chups).

Iniciado por Alcaudón

También es el mío.

Ah, y enhorabuena por el espléndido comentario. La verdad es que, pese a todo, la película no tiene mala pinta. Al menos ambición no le falta.

Se me pasó señalarlo también. Siempre me ha gustado esta película, por lo cortita que es, porque tiene un comienzo, con Tracy llegando al pueblucho aquel, espectacular, porque el mismo Tracy no lo había visto en un registro así, y porque no hay muchas pelis de mancos, la verdad. Bad day at Black Rock. Suena muy bien. Pero aquí gustaba mucho en los años 50 todo lo que llevara la palabra "silencio"

Historia de una monja (The Nun’s Story, 1959)



No me alargaré con el comentario de The Nun’s Story por varios motivos. Por un lado, ya la comentó hace unos días Alcaudón. Por otro, la he visto en una copia en DVD de Warner lamentable, no anamórfica, y con una calidad de imagen más propia de VHS que de DVD (con lo que el trabajo de Franz Planer como director de fotografía queda gravemente perjudicado). Por último, el tema del film me resulta poco interesante, con lo que no quiero decir que la considere una mala película, pero sí es de esas que, vista una vez, uno no tiene muchas ganas de volver a ver, a no ser que se comprometa a una de estas revisiones cinéfilas que pretenden ser integrales (aunque en el caso de Zinnemann no lo vaya a ser).

El tema, la historia de una monja, Sister Luke (la siempre encantadora Audrey Hepburn, quizá a veces, como en este film, demasiado encantadora), proviene de la novela de Kathryn C. Hulme, del mismo título (de 1956, basada en las experiencias de una amiga), que no he leído, adaptada para la pantalla por Robert Anderson (autor de la obra “Tea and Sympathy”, que él mismo convirtió en guion para el film del mismo título de Vincente Minnelli).

El film se divide en tres partes muy marcadas: la primera, se ambienta a finales de los 20 y principios de los 30 en Bélgica. Gabrielle van der Mal, hija de un prestigioso cirujano (Dean Jagger),



decide ingresar en un convento, en Brujas, con la esperanza de convertirse en monja y poder viajar al Congo para desarrollar allí la labor de enfermera. Zinnemann, mostrando una vez más su querencia por lo documental y didáctico, se esfuerzo a lo largo de algo más de una hora en describir la vida dentro del convento de Gabrielle: primero como postulante, durante seis meses; después como novicia,



para, finalmente, convertirse en “esposa de Cristo” (vínculo sellado con un anillo, parecido al mismo que abandonó en su casa cuando decidió ingresar en el convento, y que la ligaba a un tal Jean, del que nada más sabremos, salvo que no llegó a casarse).

Gabrielle tendrá que superar todas las dificultades que las reglas de la orden imponen: por encima de todo, el voto de silencio y el de obediencia; además, las humillaciones públicas, en forma de confesiones, y las privadas, para las cuales le entregan un flagelo. Por otro lado, Sister Luke deberá mostrar su capacidad como enfermera en la Escuela de Enfermedades Tropicales de Amberes. Allí, se le exigirá, como muestra suprema de obediencia, que suspenda el examen, lo cual le impediría el deseado viaje al Congo. Su negativa provoca que, como castigo, sea destinada a un terrible hospital psiquiátrico en Bruselas, donde será atacada por una de las pacientes.

A pesar de que Sister Luke muestra un orgullo algo rebelde y una voluntad firme de dar cumplimiento a su deseo, lo cual choca gravemente contra el orden y la disciplina de la orden, conseguirá, finalmente, lo que tanto anhela: viajar al Congo, colonia belga, pero, para su decepción, es asignada al hospital donde se atiende a la población blanca, no al destinado a la población indígena, como ella quería.



En el hospital conoce al doctor Fortunati (un excelente Peter Finch, que no aparece hasta pasados algo más de 80 minutos).



Fortunati, escéptico al inicio de su relación, cada vez se muestra más satisfecho del rendimiento de la monja, y quizá también se siente atraído por la mujer que hay bajo los hábitos.

En esta segunda parte del film, la película desarrolla todo un catálogo de “hechos relevantes”, que resultan un tanto previsibles en un film de estas características, en el que se apela a una mezcla de cine colonial, medicina y religión. Así, Sister Luke salva la pierna herida del padre André (sacerdote que cuida su larga barba como instrumento de apostolado, ya que favorece su misión de convertir a los congoleños, puesto que estos creen que “dios lleva barba”); visita al padre Vermeuhlen, que cuida del imprescindible hospital de leprosos; se gana la confianza de algunos indígenas a pesar de que conservan sus creencias; organiza un pesebre navideño; e incluso vive de cerca el ataque mortal a una de las monjas por parte de un nativo. Además, enferma de tuberculosis, aunque el buen hacer de Fortunati consigue que se cure por completo. A pesar de la buena sintonía de Finch y Hepburn, me parece la parte menos interesante, en la que Zinnemann se muestra una vez más como un director pulido, correcto, pero para mí poco brillante e inspirado. Todo lo indicado se desarrolla de forma convencional, como si se tratase de un peaje narrativo imprescindible para que la atención del espectador se mantenga, como si fuera imprescindible introducir una acotación romántica.

La tercera parte, que narra el regreso forzado a Bélgica de Sister Luke (por motivos que reconozco que no vi nada claros), en una época en que todo indica que se aproxima una guerra mundial, es la más sombría. Al estallido de la guerra, seguirá la ocupación germana y, como consecuencia, la muerte de su padre a manos de los alemanes. El clima de tensión bélica, al que las monjas han de mantenerse ajenas, sin poder albergar odio respecto a los invasores, supera el límite al que puede llegar la capacidad de obedecer, de plegarse a las reglas, de Sister Luke. Zinnemann vuelve al carácter ritual de la primera parte del film, para mostrarnos esta vez los pasos que sigue la monja para renunciar a las reglas de la orden, despojarse de sus hábitos y convertirse de nuevo en Gabrielle, probablemente, como se apunta, para pasar a ayudar de alguna manera a la Resistencia. Con un bello plano fijo de la puerta de salida del convento, por donde pasará Gabrielle adentrándose de nuevo en el mundo exterior, se cierra el film.



A pesar de un reparto competente (Edith Evans, Peggy Ashcroft, Mildred Dunnock, Beatrice Straight… en papeles de monjas) y una banda sonora dramática de Franz Waxman, que ayudan a darle al film un cierto aire “de qualité”, formalmente impecable, a mi modo de ver Zinnemann desaprovecha ahondar en lo que supone plegarse a las rigurosas reglas de la Iglesia, en renunciar al mundo exterior, en vivir de una fantasía (como en el fondo lo es la de Gabrielle, más interesada en dar cumplimiento a su deso de ser enfermera, siguiendo los pasos del padre, que a ser monja) sin capacidad de llevarla a cabo libremente. Como en otros films del director, falta un poco de pasión, aunque elementos para ella los había (como resulta evidente, no comparto los elogios, un tanto hiperbólicos, que le dedicó hace unos días Alcaudón ). Eso sí, el film fue un gran éxito de público, a lo cual seguro que no fue ajena la presencia de Audrey Hepburn (como en su día pasó con Ingrid Bergman, los hábitos monjiles le sentaron de maravilla).

Ya en la recta final de esta revisión, la próxima entrega (y última, al menos por el momento, salvo un pequeño bonus que tengo preparado) será A Man for All Seasons, película que comparte algunas de las debilidades de The Nun’s Story, aunque a mí personalmente me atrae bastante más.

¿Alguien dijo hiperbólicos?



Merecidos, diría yo...

Templanza, querido Alcaudón. Y si hace falta un poco de esto:

Hasta que te encontré (Forever My Girl, 2018)......................... 7.5








Hermoso drama romántico



Mi comentario:

El film, que ahora nos ocupa, titulado Hasta que te encontré (Forever My Girl, 2018) bien podría ser la adaptación de una novela de Nicholas Sparks, con mezcla de drama y romance a partes iguales, además de contar con la música como telón de fondo. No es de Sparks, pero si que está basada en una novela escrita por Heidi McLaughlin, cuyo guión ha escrito la propia directora, la desconocida (para mí), Bethany Ashton Wolf.

En resumen, la trama iría así: En el pueblecito de Saint Augustine, Louisiana, Josie es dejada en el altar por su prometido Liam minutos antes de casarse. Ocho años después, y el chaval es un existoso cantante de country. El día después de un concierto en Nueva Orleans, Liam se entera de que Mason, uno de los padrinos de la que hubiera sido su boda, murió en un accidente automovilístico. Muy a su pesar, el chico regresa a su pueblo natal y asiste al funeral de Mason. Esperaba estarse un poco y marcharse, pero Josie lo percibe de lejos y ya no hay vuelta atrás. A partir de este momento, él tendrá que dar muchas explicaciones por estos ocho años lejos del pueblo y, además, va a recibir una bonita sorpresa que tal vez el chico ni se esperaba.


Desde que pude ver el trailer me tentó, más que nada por la presencia de la guapa actriz Jessica Rothe (Feliz día de tu muerte y su secuela), me ha tentado el querer verla. Ayer tuve mi oportunidad y el resultado es más que bueno. Notable diría yo. Bien es cierto que es una historia con bastantes tópicos del género que toca, pero consigues disfrutar durante todo el metraje. Es más, la relación entre los personajes de Josie (Rothe) y Liam (Alex Roe) desprende mucha química y sus escenas juntos son muy creíbles. Además, encima podemos encontrar a Billy (interpretada por una robaescenas nata, la joven actriz Abby Ryder Fortson) que es una niña con un buen corazón y, para nada repelente. Si no se hubiera estrenado en los cines, bien podría haber colado como una tv movie de tarde, pero no por ser mala ni nada, que no lo es, aunque tampoco es excelente ni de lejos. Yo la he encontrado buena, sinceramente. Mi nota final es de 7.5/10.

Anoche le volví a dar a FlixOle y como me apetece indagar un poco por España (vistas o no vistas anteriormente) le di a Brigada criminal. Y encima copa otro segmento que me apetece volver (clásicos en general).

Esta no la había visto nunca. Me llamó la atención porque es de 1950 por lo que hablamos de cine español aún muy cercano al final de la Guerra Civil (y más si añadimos los años de miseria inmediata). Se trata de una película de género policiaco ambientada y rodada en Madrid (y parcialmente en Barcelona) sobre un recién graduado policía (23 años dicen.. el actor tenía +30 y se nota eh pero de los de entonces porque para lo que es ahora parecen 50 años fácilmente) que en su primera misión, infiltrado en un garaje buscando quien roba al jefe, puede resolver el caso de un atraco reciente a un banco.

Es cortita (unos +80 minutos), rodada más que decentemente por Ignacio F. Quino, afrontando (por lo que he leído) con cabeza la censura y el régimen (que no hablamos de los 60...) enfocando la historia desde el punto de vista policial y promocionando sus medios e instalaciones. Básicamente la parte científica. De fácil seguimiento debido a la voz en off, sin ninguna sorpresa porque esto es lo que es, y de cuando es, pero se aprecia ese buen hacer tras las cámaras.

Baile total de nabos, claro, hablamos del año que hablamos.

Curioso ver ese Madrid de 1950 con Ciudad Universitaria ahí en medio de la nada aunque Gran Vía ya tiene sus edificios altos cerrando la avenida.

Breves escenas en Barcelona pues el policía debe ir por trabajo a recoger a una chica que trabaja en la moda, lleva pieles, vuelve de madrugada y en un flashback le dice a su noviete que le han ofrecido contrato en Barcelona. Mola porque todo lo que se ve de BCN es básicamente glamour No hay rintintin en el guión o diálogos, ni en las tomas, pero es posible que se fuera por ese lado para dar a la ciudad esa imagen de fiesta y cosas modernas como concepto negativo. Algo que, sin mediar nada más, eran todo lo contrario sólo unos años más tarde. Pero imagino que Madrid debía mostrar una imagen cercana, segura, de lo que debe ser etc

Sólo pongo peros a la acción pero insisto en el año de rodaje, posibles medios etc

Iniciado por mad dog earle

También los ha editado (como mínimo el de "Pesadilla a 20.000 pies", no recuerdo si también incluye el de "Duel"), la editorial Valdemar.

Sobre la de Spielbergh, recuerdo que tuvo un pase en el programa de Garci y alguno de los contertulios (creo que Juan Miguel Lamet) la criticó precisamente por su planificación. A mí siempre me ha parecido un film muy entretenido.

Vi el film y la tertulia; estaban Lamet, el guionista Juan Tébar (el máximo defensor del film junto a Garci) y, sospecho, que Giménez Rico, el realizador fallecido no hace mucho tiempo. Había algunos de esos contertulios a los que si el montaje "hacía" la película o si el guión aparentaba soltar conejos de la chistera (el detalle de la identidad de Salino en "El golpe" de George Roy Hill) sacaba a contertulios determinados de su zona de comfort y se entregaban a cierto cachondeo minusvalurando lo ofrecido.
Fue uno de los handicaps del programa de Garci, al menos en aquella época, que llevaba a contertulios del mismo palo. Con Lamet te podías echar una buena cabezada cada vez que abría la boca encima
Claro que a Juan Manual de Prada creo recordar que a Leone y De Palma los consideraba "cutres" (¿por su acoplo al canon hitchcockiano al segundo?). A De Prada en particular "Hasta que llegó su hora" le tenía especial ínquina. Quizá porque terminó de enterrar el paradigma del western clásico y entronizar la figura del antihéroe.

Iniciado por tomaszapa

Se me pasó señalarlo también. Siempre me ha gustado esta película, por lo cortita que es, porque tiene un comienzo, con Tracy llegando al pueblucho aquel, espectacular, porque el mismo Tracy no lo había visto en un registro así, y porque no hay muchas pelis de mancos, la verdad. Bad day at Black Rock. Suena muy bien. Pero aquí gustaba mucho en los años 50 todo lo que llevara la palabra "silencio"

Y vaya repartazo que tenía el bicho... Ver a Tracy frente a Robert Ryan no tiene precio. Más Brennan, Marvin, Borgnine, ....

Aquí https://www.mundodvd.com/las-ultimas...7/#post3959417 servidor comentó la película de Sturges (John, no Preston).

Iniciado por mad dog earle

A pesar de un reparto competente (Edith Evans, Peggy Ashcroft, Mildred Dunnock, Beatrice Straight… en papeles de monjas) y una banda sonora dramática de Franz Waxman, que ayudan a darle al film un cierto aire “de qualité”, formalmente impecable, a mi modo de ver Zinnemann desaprovecha ahondar en lo que supone plegarse a las rigurosas reglas de la Iglesia, en renunciar al mundo exterior, en vivir de una fantasía (como en el fondo lo es la de Gabrielle, más interesada en dar cumplimiento a su deso de ser enfermera, siguiendo los pasos del padre, que a ser monja) sin capacidad de llevarla a cabo libremente. Como en otros films del director, falta un poco de pasión, aunque elementos para ella los había (como resulta evidente, no comparto los elogios, un tanto hiperbólicos, que le dedicó hace unos días Alcaudón ). Eso sí, el film fue un gran éxito de público, a lo cual seguro que no fue ajena la presencia de Audrey Hepburn (como en su día pasó con Ingrid Bergman, los hábitos monjiles le sentaron de maravilla).

Estoy de acuerdo con la idea general que exuda la reseña: un film bonito, académico (en varios sentidos, optativo a premios), de carácter episódico, pero las partes no forman un conjunto que te haga volcarte sobre él. Desde luego sirvió para que Audrey encontara una de sus vocaciones en UNICEF al final de su vida. Ah, y sospecho que este papel ya lo hubieran querido para sí mismas Ann Blyth o Jeanne Crain, en decadencia cinematográfica por 1959, fervientes católicas y estudiantes en su juventud en centros regentados por monjas. De hecho hacia esta época Crain dice "últimamente todas los buenos papeles se los llevan Elizabeth Taylor o Audrey Hepburn" como lamentando que su época ya ha pasado.

Iniciado por mad dog earle

Templanza, querido Alcaudón. Y si hace falta un poco de esto:

No, nooo, Alcaudón necesita más esto:

Iniciado por Alcaudón

Alcaudón: A beautiful mind

Iniciado por Alcaudón

la acción transcurre en 1945, unos meses después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando el misterioso Sr. Macready (un excepcional Spencer Tracy, en uno de los mejores papeles de su (larga y fructífera) carrera, nominado al Oscar y ganador en el 8º Festival de Cannes), un hombre manco, que parece surgir de la nada (como Shane en la obra maestra de George Stevens) y cuyas enigmáticas intenciones son vistas con preocupación y hostilidad por los escasos pobladores del villorrio, todos ellos bajo el mando del terrateniente de turno, un excelente (como siempre) Robert Ryan, al que apoyan violentos acólitos como los ya lanzados al estrellato Ernest Borgnine (que al año siguiente ganaría el Oscar (compitiendo, entre otros, con Tracy) por MARTY) o Lee Marvin (prefigurando su espléndido papel en la fundacional SEVEN MEN FROM NOW (1956) de Budd Boetticher), un director (y un western) a reivindicar ya... ).

Hay indicios confirmados de que a Alan Ladd le ofrecieron el papel de Tracy (sospecho que se echó para atrás por la temática, pues podría ser calificado como "pinkie" más que Rojo comunista por aquello del japonés encima), y Ladd tuvo un dominio bastante pésimo sobre el devenir de su carrera. Y Stevens, satisfecho de su colaboración con él en Shane, también le llegó a ofrecer el papel de James Dean en Gigante (lo rechazó por no estar equiparado al de Rock Hudson, aunque éste aún no habí sido confirmado). Ladd jugaba sobre "seguro" y buscaba roles protagonistas de gente decente; para decadente ya estaba su realidad y su salud.

Curiosamente el tren es otro protagonista aquí como en "Sólo ante el peligro". En una baja el bueno; en la otra, el malo.

Iniciado por Alcaudón

Una cónica...Se cogen dos conos y se unen en la punta...Y a esa figura se le hacer un corte oblicuo...Esa sección, es una hiperbola...O sea, ese dibujito.

No confundir con una hipérbole...Eso es otra cosa.

https://www.youtube.com/watch?v=jVgu3ieUXFU

Hace unos días vi The Last of Sheila, película whodounit de 1973, con guión co-firmado por Stephen Sondheim, y que el compañero (y asesor musical) (late saturday night consulting producer) (a what?) Branagh/Doyle me recomendó hace unas semanas.

Vaya por delante que Sondheim aparte a mi el whodounit suele gustarme mucho. De hecho cualquier película con gente metida en un mismo sitio durante horas o pocos días, con mierda del pasado salpicando, y tal me mola. Pero si es whodounit, más.

Un productor de cine reúne a varios amigos a bordo de un barco, en un crucero por el Mediterráneo, para proponerles un juego de rumores en el aniversario del atropello y muerte de su esposa. Clinton, el productor, reparte unas tarjetas con un rumor que corresponde a cada uno de los invitados y cada noche, en una parada del barco, deben descubrir a quien pertenece. En una de esas paradas muere alguien y, claro, deben resolver el asunto.

De entrada decir que siendo de 1973 y con productores, guionistas y demás gente del mundo del cine, el film tiene un aire concreto, casi adelantando esos personajes de profusión cultural concreta y pijerio recurrente de los films de Woody Allen a partir de su colosal Interiors hasta la actualidad. Los personajes de Sheila destilan cierto aire superficial pero ese trasunto no es la chicha de los mismos sino la excusa para concentrarnos en lo que nos interesa: el juego y el asesino. Herbert Ross, director y productor, atina bien en ello, igual que Allen.

El guión, necesitado de mucho diálogo que logre anticiparse a las resoluciones del espectador (yo pillé al asesino/a pero, joder, creo que tampoco era difícil por la exposición del personaje) es rico en intercambios y sobre todo atina bien en la personalidad de cada uno. Pero esto se remata en las interpretaciones en las que destaco a James Coburn y sobre todo a Dyan Cannon, que clava su papel de descuidada-vivalavida.

El final, eso sí, me ha roto el esquema pero me mola que sea así. Atrevido.

Ah, esto a modo teatro... Ignoro si Sondheim incorporó lenguaje más apto para la escenografía clásica, o le salió solo, o se me va la pinza más de lo habitual (que ya es decir, me cago en todo).

PD: viva el puto mediterráneo.

Un hombre para la eternidad (A Man for All Seasons, 1966)



Después de un film, en mi opinión fallido, como Behold a Pale Horse (que ya comenté anteriormente), parece como si Zinnemann hubiera querido “ir sobre seguro”, en una película en la que asumió las labores de productor, además de director. A Man for All Seasons adapta la obra del mismo título de Richard Bolt, autor también del guion. Originalmente creada para la BBC Radio, en 1954, pasó posteriormente a la televisión y a los escenarios (estrenada en Londres en 1960). O sea, se trata de un texto muy rodado cuando se convierte en película, lo que se nota en la solidez de las escenas, los diálogos y las interpretaciones.

Nos cuenta, una vez más, un conocido episodio de la historia del reinado de Henry VIII, uno de los reyes y una de las épocas más llevados a la pantalla de toda la historia mundial: el conflicto mantenido con Sir Thomas More, ese “hombre para todas las estaciones” del título original (no “para la eternidad”, como reza el título en castellano), o sea, un hombre que se mantiene firme en sus convicciones por muchas presiones que reciba. ¿Y cuál es el origen del conflicto? El deseo del rey de separarse de la reina Catalina de Aragón, su primera esposa, y viuda de su hermano, Arthur, príncipe de Gales. Como Catalina no le ha dado ningún hijo (perdió hasta tres hijos varones; sí, en cambio, sobrevivió una hija, la famosa “Bloody Mary”), Henry VIII argumenta la necesidad de un nuevo matrimonio, con su amante Anne Boleyn. Pero para conseguirlo debe pedir autorización al Papa. Como el Papa no se muestra dispuesto a anular el matrimonio con Catalina (más por razones políticas que por razones religiosas), Henry decide que el Parlamento lo nombre cabeza de la iglesia de Inglaterra, acto fundacional de la confesión anglicana, liberándose así de la dependencia religiosa de Roma.

A todo ello se niega a dar su apoyo Thomas More, a pesar de su amistad con el rey, incluso cuando es nombrado canciller, después de la muerte del cardenal Wolsey. Su argumento es que no se puede, mediante una ley, modificar aquello que estableció Jesús en la Tierra. El problema de More será cómo mantenerse firme en su negativa sin formular abiertamente cuál es su objeción, ya que, de hacerlo, sabe que le comportaría la condena y ejecución por alta traición.

En ese juego dialéctico entre la Corte (representada por Thomas Cromwell, que busca sin descanso motivos para poder acusar a More con la intención que se acabe doblegando) y el hábil teólogo y jurista, autor de “Utopía”, radical defensor de la superioridad jerárquica de la Iglesia romana, se mueve la tensión del film. Como es de esperar, visto los orígenes del proyecto, más allá de los aspectos visuales, que se presentan con un trabajo de cámara bastante funcional (Ted Moore fue el director de fotografía, responsable de todos los primeros films de la saga James Bond), el interés del film radica fundamentalmente en las interpretaciones de un reparto formado casi exclusivamente por actores británicos (con la salvedad de Orson Welles, como Wolsey, personaje que solo aparece en un par de secuencias al inicio del film), muchos de los cuales ya habían defendido sus papeles sobre el escenario.



Por encima de todos, hay que señalar a Paul Scofield como More, al que ya había encarnado sobre las tablas tanto en Londres como en Broadway. Scofield, que acumulaba una breve experiencia previa en el cine, “es” More, sin duda, su interpretación es brillante, nos consigue transmitir toda la complejidad del personaje (aunque la película deja de lado la parte más oscura y controvertida de More: la dura represión desplegada contra los herejes durante su época de canciller).



Junto a él, destaca Leo McKern, como Cromwell, intrigante y taimado político que busca satisfacer los deseos del rey a toda costa, para así acrecentar su poder dentro de la Corte.



El monarca es Robert Shaw, cuya presencia en el film es bastante reducida. Shaw nos muestra un rey caprichoso, irritable, un tanto infantil, de trato rudo y franco, que aprecia a More, pero que no mueve un dedo para protegerlo.



El personaje clave para que triunfe la acusación contra More, será Richard Rich (un joven John Hurt). Vemos al inicio del film como Rich pide a More, insistentemente, que le consiga un puesto en la Corte, pero no obtiene más que una reiterada negativa, por la evidente desconfianza de More. Así, será Rich, a cambio de un puesto en Gales, otorgado gracias a Cromwell, el que, mediante un falso testimonio, provocará la condena de More, que será decapitado. Si Cromwell simboliza la voluntad de poder, la falta de escrúpulos para obtener unos objetivos políticos, Rich se nos muestra directamente como un vendido, un traidor, un persona miserable y ruin.



Completan el reparto, entre otros actores, Wendy Hiller, como la esposa de More; Susannah York, como su hija; Nigel Davenport, como el duque de Norfolk; y una joven Vanessa Redgrave, en una breve aparición como Anne Boleyn (el mismo año en que participó en el film londinense de Antonioni, Blow-up).

Vale la pena hacer notar que para un espectador que desconozca los intríngulis de este episodio de la historia de la corona de Inglaterra, puede resultar algo dificultoso seguir la trama, puesto que el guion está repleto de elipsis temporales, y no trata con detalle, por razones obvias de duración del film, los distintos personajes que participan en el conflicto (por ejemplo, Wolsey sale de escena muy pronto; no sabemos casi nada de la época de More como canciller; la reina Catalina no aparece en ningún momento, etc.). Con todo, hay multitud de películas y de series televisivas que han tratado el reinado de Henry VIII, como, por ejemplo, ya en este siglo, The Tudors, con Jonatha Rhys Meyers como el rey (en una sorprendente elección de casting), y Jeremy Northam como More.

Cierro el comentario con una especulación sobre el interés de Bolt (y de Zinnemann) por el tema. Bolt fue, según podemos leer en la Wikipedia, miembro del Partido Comunista de la Gran Bretaña, abandonándolo después de la invasión de Checoslovaquia por parte de la URSS, en 1968. O sea que, si hacemos caso a este dato, cuando escribió la obra e incluso cuando participó en el film como guionista, militaba en las filas del Partido. Lo comento porque ya hemos visto en más de una ocasión cómo en el cine de Zinnemann se puede rastrear la presencia, en forma alegórica si se quiere, de ciertas referencias al mccarthismo. Lo señalamos en relación con el tratamiento de la delación en Act of Violence, y así se suele interpretar también la soledad del marshal Kane en High Noon. Pues bien, la insistencia para que More jure la ley que convierte al rey en cabeza de la Iglesia, o que exponga cuáles son los motivos de no hacerlo, lo que equivale a una autoconfesión de traición, y su persistente negativa a hacerlo, me trae el recuerdo de las audiencias de la HUAC y la actitud de varios de los encausados a acogerse a la Quinta Enmienda y no declarar.

Con A Man for All Seasons termino la revisión de la filmografía de Zinnemann. Han quedado pendientes de comentario cuatro films: Eyes in the Night (1942), Little Mister Jim (1946), My Brother Talks to Horses (1947) y Teresa (1951). Si tengo ocasión de hacerme con alguna copia en condiciones de estos films, incluiré aquí los comentarios pertinentes. Quizá hubiera sido conveniente abrir un hilo específico dedicado a Zinnemann, pero cuando empecé esta revisión (fue un “pronto cinéfilo”, después de la lectura del dosier sobre el director austrohúngaro de la revista Dirigido Por) no tenía claro que acabase siendo tan completa, sobre todo vista la consideración que tenía hasta ahora de su obra, interés que, aunque se ha acrecentado, sigue estando bastante por debajo del que siento por otros directores de su generación.

Precisamente, hablando de compañeros de generación, cerraré la revisión próximamente con un comentario sobre el primer film en que aparece acreditado, aunque no como director: Menschen am Sonntag, de Robert Siodmak y Edgar G. Ulmer.

El elenco de Un hombre para la eternidad es exquisito. Compara uno los supuestos elencos magníficos de hoy en día con el de esta obra y palidecen de manera extrema. Juntaban a veteranos enormes con jóvenes con mucho futuro.
Fred Zinnemann, aunque no lo he disfrutado en su justa medida, sí creo (como comenté un día) que está entre los selectos directores, entre los importantes de Hollywood.

Vista ¨Dune¨2020 (o 2021).

Me ha parecido un film que no llega a altas cotas. Veo que es un film serio, bienintencionado, muy respetuoso con la obra. En los aspectos técnicos está muy bien, es un trabajo muy profesional, pero no hay nada fruto de la inspiración, incluso en los mejores apartados, no hay un pincelazo de genialidad, es todo un ejercicio de CONCEPT ART tasado en ¨Flujos de trabajo¨.

La dirección de Villeneuve tampoco me ha convencido. Además de corroborar que ¨Villeneuve no sabe dirigir las escenas de acción¨, me parece que el problema es más acuciante. Creo que no sabe dirigir ¨la acción¨, la acción como la fuerza de la escena, no sabe posicionarse para mirar. Esto lo apreciamos ya en el final de la segunda parte de Blade runner, con esa escena del coche tan campechana.

Es un film que raspa el 7..Cuando las intenciones eran ofrecer un buen ¨producto¨.


Comento más en el hilo.

Iniciado por C.Bethencourt

Es un film que raspa el 7..Cuando las intenciones eran ofrecer un buen ¨producto¨.

Que conste que no la he visto (ni me atrae demasiado, sinceramente, si la pienso ver en algún momento es más por Villeneuve, de quien admiro Enemy y Prisoners, que por el tema). Pero un 7, aunque raspado, a mí me parece una buena nota. Será porque cada vez soy más reacio a "poner" excelentes o matrículas de honor a las películas.