Ayer tarde, entre las 6 y poco más de las ocho, disfrutamos en casa, una vez más, como cada año, de Qué bello es vivir. Y en mi caso, volví a llorar en las mismas escenas,que son muchas, de la película.
El reparto es de lujo, la música emocionante y la historia, donde se mezcla la ruindad más oscura y la bondad más gloriosa, siempre te llega, te atrapa y no te abandona.
James Stewart: Nadie podía hacer mejor del hombre bueno. Transmite, incluso más, cuando calla y sufre en silencio el cruel destino. En sus ojos se ve perfectamente los momentos de pánico, pero también, los de esperanza.
Donna Reed: De gesto cálido, transmite una bondad exquisita. Bella y cercana, es la mujer que muchos desearían para formar un hogar.
Henry Travers:
Exquisita toda su presencia. Tiene su gracia cuando Stewart le dice: "Es el ángel que yo me merezco", viendo su aspecto y su figura, y dado que no tiene aún alas. Los momentos en que le hace ver lo que sería el mundo sin él, son tremendamente escalofriantes y "mágicos"
Una gran película, cuya mayor virtud es saber combinar sabiamente la cruel realidad y las frustaciones, con los anhelos, deseos y esperanzas que todos, en mayor o menor medida, aún conservamos.
Un 10, por supuesto.