Volviendo a los viejos hábitos...
REVISANDO CLÁSICOS: EL (NEO)WESTERN: JOHN STURGES (III).
BAD DAY AT BLACK ROCK (1955, CONSPIRACIÓN DE SILENCIO).
Metro-Goldwyn-Mayer Corp. / Loew's Inc.
Con toda seguridad, la obra maestra del más que interesante John Sturges (junto con THE LAW AND JAKE WADE (1958, DESAFÍO EN LA CIUDAD MUERTA, comentada aquí https://www.mundodvd.com/las-ultimas...0/#post3886968), CONSPIRACIÓN DE SILENCIO (un título mucho más acertado que el original ["Un mal día en Black Rock"]) es una espléndida muestra del talento de este director, especializado en el género por autonomasia del cine norteamericano, el western, con obras tan notables como ESCAPE FROM FORT BRAVO (1953, FORT BRAVO), GUNFIGHT AT THE O.K. CORRAL (1957, DUELO DE TITANTES), la ya mencionada DESAFÍO EN LA CIUDAD MUERTA y LAST TRAIN FROM GUN HILL (1959, EL ÚLTIMO TREN DE GUN HILL), junto a las, un peldaño inferiores, BACKLASH (1956, EL SEXTO FUGITIVO) [comentada aquí https://www.mundodvd.com/las-ultimas...3/#post3876321] o THE MAGNIFICENT SEVEN (1960, LOS SIETE MAGNÍFICOS).
Con un uso primoroso del CinemaScope 2.55:1 de la mano del gran director de fotografía William C. Mellor (operador favorito de William A. Wellman en sus magistrales westerns sucesivos ACROSS THE WIDE MISSOURI (1951, MÁS ALLÁ DEL MISSOURI) y WESTWARD THE WOMEN (1952, CARAVANA DE MUJERES)) que podría ser toda una clase magistral de cómo usar este enorme formato de forma inteligente, al servicio de la historia, colocando a los figurantes en posiciones extremas del encuadre, aumentado (curiosamente) la sensación de claustrofobia en un espacio tan extenso como es el caluroso y desértico Arizona a donde llega ese tren que se detiene en Black Rock (por primera (pero no última) vez en cuatro años (dato importante en el desarrollo y culminación de la trama))
y usando la unidad de tiempo (24 horas) y de espacio (el pueblucho que da nombre a la película), la acción transcurre en 1945, unos meses después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando el misterioso Sr. Macready (un excepcional Spencer Tracy, en uno de los mejores papeles de su (larga y fructífera) carrera, nominado al Oscar y ganador en el 8º Festival de Cannes), un hombre manco, que parece surgir de la nada (como Shane en la obra maestra de George Stevens) y cuyas enigmáticas intenciones son vistas con preocupación y hostilidad por los escasos pobladores del villorrio, todos ellos bajo el mando del terrateniente de turno, un excelente (como siempre) Robert Ryan, al que apoyan violentos acólitos como los ya lanzados al estrellato Ernest Borgnine (que al año siguiente ganaría el Oscar (compitiendo, entre otros, con Tracy) por MARTY) o Lee Marvin (prefigurando su espléndido papel en la fundacional SEVEN MEN FROM NOW (1956) de Budd Boetticher), un director (y un western) a reivindicar ya... ).
El soberbio libreto de Millard Kaufman tiene unas intenciones claramente antirracistas y antimacarthistas.
Macready perdió el brazo en Italia pero salvó la vida gracias a su amigo y compañero, un japonés nacido en los EEUU y muerto en la acción y su misión (la que pone nerviosos a todos los (escasos) habitantes de Black Rock) es entregar la medalla al valor que éste ganó postumamente a su padre, Kumoko, como muestra de admiración, amistad y respeto, un japonés que llegó a Black Rock hace cuatro años...
Pero el personaje encarnado por el gran Robert Ryan, Reno Smith, rechazada su solicitud de alistamiento al entrar los EEUU en guerra al atacar los japones Pearl Harbour, con un odio contra los japoneses (no importa de qué lado estén) que le llevará, junto con su caterva de adláteres, a cometer un acto del que no hay vuelta atrás.
Un Reno Smith, que manda en el pueblo de forma dictatorial, donde su palabra es ley y nadie se atreve (ni siquiera el doctor (un, como siempre, espléndido Walter Brennan (uno de los mejores secundarios de la historia del cine)) o el sheriff (otro excelente Dean Jagger) a cuestionar su autoridad. Y no nos olvidemos de la deliciosa Ann Francis, que al año siguiente nos embobaría con su personaje de Altaira en la inmarcesible FORBIDDEN PLANET (1956, PLANETA PROHIBIDO).
Es difícil contar más cosas y mejor con un minutaje tan ajustado de sólo 81 minutos.
Y no me olvido de la espléndida banda sonora de André Previn, perfectamente ajustada a la acción.
Toda una apuesta del productor Dore Schary, un progresista, muy combativo durante la Caza de Brujas y que trajo vientos de cambio (en su calidad de vicepresidente de la MGM) a la muy conservadora compañía del león rugiente.
Tres nominaciones a los Oscar: Sturges, Kaufman y Tracy.
Un toque de atención frente a la intolerancia y los prejuicios.
Un película que le encantaría a Donald Trump.
Una obra maestra.