George Harrison: Living in the Material World, de Martin Scorsese. Documental producido por la viuda de Harrison, Olivia Harrison, en el que Scorsese acumula una ingente cantidad de material a lo largo de tres horas y media (imágenes de archivo de la época de The Beatles y posteriores, recuerdos personales del músico –fotos, vídeos, cartas -, y numerosas entrevistas: a las dos esposas, Patty y Olivia; al hijo; a dos hermanos; a músicos, como Ringo y Paul, Eric Clapton, Klaus Voorman, Tom Petty, etc.; a miembros de los Monty Python, como Terry Gilliam y Eric Idle, …). No obstante el innegable interés del material, Scorsese se muestra mucho menos inspirado que en su
No Direction Home, dedicado a Dylan. Quizá el hecho de ser un encargo, de no ser un proyecto impulsado por él, hace que se transmita una cierta falta de entusiasmo, de manera que al final acaba resultando un documental un tanto rutinario, sin un hilo conductor claro. Quizá influye que Harrison fuera el miembro menos carismático de los Beatles, el más enigmático, ambiguo, extraño, con sus debilidades místicas por la meditación, los Hare Krishna, la India, la “espiritualidad”, etc. Uno acaba el agotador documental sin tener claro quién era George Harrison, más allá de los comentarios en general apologéticos y de buen rollo de los entrevistados. No sé qué opina sobre este film nuestro beatlemaníaco Alcaudón.
Flaxy Martin, de Richard L. Bare. Film noir de serie B de la Warner, dirigida por un habitual de la televisión y del cine cómico (dirigió una serie de cierto éxito en los sesenta:
Granjero último modelo). A pesar de que Bare no tenía tradición como director de este género, entregó un film muy competente en lo formal, aunque su talón de Aquiles sea un guion irregular, con notables altos y bajos y ciertos detalles bastante inverosímiles. La narración gira alrededor de un abogado sin escrúpulos (Zachary Scott), a sueldo de un mafioso (Douglas Kennedy), que asume cargar con la culpa del asesinato de una falsa testigo para proteger a su amante, una cantante aliada del mafioso, la Flaxy Martin del título (Virginia Mayo en labores de mujer fatal, a la que por cierto no oímos cantar ni una sola vez). Luego, cuando descubre que está siendo manipulado para que cargue con la condena, consigue huir cuando es trasladado a la prisión. Con la ayuda de una improbable bibliotecaria (una Dorothy Malone encantadora aunque poco creíble), regresa a Nueva York y destapa, a la brava, todo el montaje del que ha sido víctima. Destaca su enfrentamiento con un clásico del género: Elisha Cook.