Tema: Carta de Erice, Guerin y Marías a EL PAIS

EL PAÍS y el cine

MIGUEL MARÍAS FRANCO, JOSÉ LUIS GUERÍN, VÍCTOR ERICE, ÁLVARO ARROBA MARTÍNEZ (y 100 firmas más pertenecientes al ámbito cinematográfico)


Una vez más, EL PAÍS da cuenta del desarrollo de uno de los principales festivales cinematográficos desdeñando casi todo lo que en ellos se ofrece de innovador o arriesgado, y propagando la idea de que la mayor parte del llamado "cine de autor" que hoy se hace en el mundo carece de interés. En el caso de la reciente Mostra de Venecia, el cronista de turno, Carlos Boyero, imitándose a sí mismo -tratando de tarados, cursis, snobs, plastas y otras lindezas a cuantos cineastas y críticos puedan discrepar de sus opiniones-, además de reiterarnos día tras día su inmenso hastío, no ha tenido reparo alguno en pregonar su abandono de la proyección de la última película de Abbas Kiarostami. Una anécdota que pone en evidencia que su protagonista no sólo ha renunciado a la crítica, sino que ha faltado a su deber como informador, demostrando su falta de respeto hacia los lectores.

Pero hay más: ya puesto, el cronista advierte a los distribuidores españoles del mal que les acecha si se deciden a importar esta clase de películas, conminando a los exhibidores a no programarlas. Grave actitud, que se parece mucho a una censura previa, y que, de prosperar, privaría a los espectadores de ver y juzgar por sí mismos. Se trata de un asunto mayor, de estricta política cinematográfica, ante el cual lo esencial no es tanto el punto de vista del redactor como el del medio al cual representa.

En la difícil situación que en tantos aspectos atraviesa hoy el cine español -particularmente en el de la producción y difusión de las películas más interesantes que se vienen haciendo entre nosotros-, sería justo y necesario, para que sus lectores sepan a qué atenerse, conocer cuál es la verdadera actitud de EL PAÍS a este respecto. Aclarar si su postura coincide básicamente con la que se desprende de los textos de su cronista. Si el acuerdo de una u otra manera existiera, estaría algo más claro cuál es el sentido de su compromiso primero: apoyar de tarde en tarde, a modo de detalle redentor, algún asomo de diversidad para dedicarse sobre todo a sostener y publicitar la producción cinematográfica más acorde -salvo las excepciones de rigor- con el dictado mayoritario de los ejecutivos de televisión y los intereses de aquellos productores, distribuidores y exhibidores que determinan el destino de nuestro cine.

¡¡ Cómo cambian los tiempos y la crítica !!
Recuerdo que hace no muchos años lo "guay" era ver películas de países prácticamente inexistentes, rodadas con cuatro rupias y que sólo se proyectaban en los mil y un festivales repartidos por el globo. Ante ellas, el crítico de turno se deshacía en elogios y nos obligaba casi a verlas en un ejercicio de redención cinéfila. Ahora, esos mismos escritores/cineastas frustrados presumen y se jactan de no tragarse enteros los últimos títulos de sus pasados loados directores, en este ejemplo léase Kiarostami. En uno y otro caso, son situaciones en las que el "snobismo" y la hipocresía no se encuentran muy lejos.
Por otro lado, ignoro hasta qué punto las opiniones extremas (y pretendidamente polémicas) de Boyero coinciden con la línea de EL PAÍS a la hora de apoyar un cierto cine minoritario, o simplemente que el diario ha sucumbido a las exigencias de las majors o de los gustos del gran público consumidor. La carta de Erice y compañía entiendo que es una llamada de atención al otrora paladín de la cultura "alternativa" y en ocasiones de la "oficial", pero demuestra el preocupante horizonte del "cine pequeño", ése que muchos/as sólo podremos disfrutar a través del DVD -si las compañías como VERSUS así nos lo acercan- porque o bien carecemos de salas comerciales o bien éstas están permanentemente ocupadas por los títulos "punteros".

Boyero es bastante vergonzoso en su actitud , pero no creo que se represente más que a si mismo. El país tuvo al mejor crítico cinematográfico español de la historia, Ángel Fernández Santos, y todavía no ha sabido cubrir el inmenso hueco que dejó.

Diego Galán primero y Boyero después, no le atan los zapatos.

Pego aquí la última crónica de Boyero desde Venecia para la web de El País, para que nos podamos hacer una idea de lo que se quejan Erice y compañía:

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Inexcusable León de Oro a la escalofriante 'The wrestler'

Hay que reconocerle valor o una insensata adicción al exhibicionismo al melifluo Marco Müller, director de esta Mostra que cualquier espectador con dos dedos de frente recordará como una pesadilla, al ejercer de maestro de ceremonias en la entrega de premios, ya que corría el peligro de que las víctimas del infinito tedio con el que nos ha castigado olvidáramos los buenos modales al verle. Y, cómo no, durante la hora de agradecimientos que dura la clausura escuchamos muchas veces esas imposturas verborreicas y cursis exaltando el amor al cine, la necesidad de que haya arte en él. Aquí ese supuesto arte lo hemos palpado con cuentagotas, aunque todos los concursantes estén convencidos de que sus criaturas chorrean trascendencia.

Al final de este festival de aburrimiento han tenido la suerte de que se colara una gran película, algo que servirá a los organizadores para intentar maquillar lo injustificable y seguir tirándose el rollo del comprometido cine de autor en las próximas y temibles ediciones.

Hubiera sido demasiado escandaloso que no concedieran el León de Oro a uno de los pocos oasis en este desierto. Se titula The wrestler y está destinada a perdurar como uno de los más emocionantes, violentos, sórdidos, tiernos y comprensivos acercamientos que ha hecho el cine a esos personajes sin estrella y vapuleados por la vida llamados perdedores. La dirige con estilo sobrio y capacidad de conmoción Darren Aronofsky y la interpreta Mickey Rourke con tanto dolor como autenticidad. Los que admiraban el esotérico cine anterior de Aronofsky deben de haberse llevado un susto de muerte ya que en esta ocasión se entiende todo lo que pretende contar, rezuma sentimiento y complejidad, puede tocarle el corazón a una gama muy variada de espectadores. Ha declarado Aronofsky que tiene derecho a reinventarse. Una lástima que haya tardado tanto tiempo en hacerlo, que poseyendo tanto talento y sensibilidad para narrar con clasicismo, se lo haya montado durante años de moderno delirante. Su caso me recuerda al de otros colegas como David Cronenberg y David Lynch, gurúes que a veces se reinventan exponiéndose al desdén de su antigua y selectiva parroquia, que hacen películas tan hermosas como Promesas del Este, El hombre elefante y Una historia verdadera.

En el resto del palmarés se han olvidado del excelente guión de Guillermo Arriaga y de las admirables interpretaciones de Charlize Theron y de Kim Basinger en The burning plain o de la sabiduría para crear tensión de la directora Kathryn Bigelow en la perturbadora The hurt locker. Normal. Con premiar a The wrestler ya estaban en paz con el gran cine y podían dedicar todos los demás premios a sus caprichos coronando exotismos y pesadeces.

Ignoro si existe una ley que obliga a no dejar desiertos todos los premios, pero hacerlo de vez en cuando sería tan lúcido como coherente. Puedo entender con un poco de esfuerzo que se premien las buenas intenciones de la película etíope Teza, relato aceptable de los peligros que amenazan a los disidentes en las dictaduras populistas. Pero no logro encontrar ni una mínima virtud en la insoportable espesura y vacuidad de la película rusa Bumaznyj soldat, que cuenta la preparación de sus astronautas en la época de la guerra fría. Si hago memoria sobre esta temática y aparece Elegidos para la gloria, me entra la vergüenza ajena. El personaje que interpreta la premiada actriz Dominique Blanc en La otra intenta suicidarse al principio sacudiéndose un martillazo en su cabeza. Sólo le sale un chichón y la vida continúa. Pero yo acabo lamentando que ese daño fuera tan liviano al tener que aguantar durante dos horas las desgracias de esa desagradable señora. Tampoco encuentro nada destacable en la quejumbrosa composición que hace el actor Silvio Orlando en El padre de Giovanna. Y me parece un disparate el León Especial que se ha concedido a la insufrible carrera del director alemán Werner Schroeter. Ya sé qué anónimo regalo le puedo enviar a un enemigo, la obra completa en DVD del cine de este plasta.

Afortunadamente ya se ha acabado este calvario de 11 días en el que el cine ha sido gravemente ofendido con una programación demencial. Adiós al insoportable calor húmedo de Venecia, a la tortura que suponen las butacas de la sala PalaLido, al incansable sadismo de los mosquitos, a tanto tiempo malgastado e irrecuperable, a tener que escribir sobre la nada absoluta. Es muy difícil de superar la ruina de esta Mostra. El festival de San Sebastián lo tiene muy fácil para que recuperemos el respeto por el cine.

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Pues a mí me ha encantado el comentario del Boyero.

A todas estas, al margen de las burradas o no que pueda soltar un crítico con cierto nivel de seguimiento por parte de los lectores, ¿ha logrado algún crítico nacional con un comentario destructivo echar por tierra la carrera comercial de una película? Es que algunos se rasgan las vestiduras por inercia pura...

En el mismo error que Boyero suelen caer los defensores de lo dicho en esa carta al despreciarel cine que no va con ellos. La pega es que uno da mucho dinero y el otro no lo ve casi nadie, y claro así duele más.

Yo no suelo estar de acuerdo con Boyero, pero en esta ocasión tiene toda la razón. Hay un puñado de directores que son "carne de festival", cuyas películas jamás llegan a las pantallas comerciales y sólo pueden verse en festivales, filmotecas o en ediciones DVD de muy pocos ejemplares. Es cierto que en algunos casos es una pena que no lleguen a más público porque son verdaderamente innovadores y talentosos, pero en otros casos son las típicas "pajas mentales" que sólo gustan al propio director y a una docena de incondicionales.

Y comprendo que Boyero muestre tanta mala baba contra la Mostra. Él, por su trabajo, habrá tenido que tragarse docenas de bodrios pretenciosos, vacíos, pedantes e insufribles; sin duda, muchísimos más que cualquier espectador corriente. La resistencia del ser humano no es infinita, y menos si se trata de películas de Kiarostami.

Saludicos.

Iniciado por panochete

Yo no suelo estar de acuerdo con Boyero, pero en esta ocasión tiene toda la razón. Hay un puñado de directores que son "carne de festival", cuyas películas jamás llegan a las pantallas comerciales y sólo pueden verse en festivales, filmotecas o en ediciones DVD de muy pocos ejemplares. Es cierto que en algunos casos es una pena que no lleguen a más público porque son verdaderamente innovadores y talentosos, pero en otros casos son las típicas "pajas mentales" que sólo gustan al propio director y a una docena de incondicionales.

Y comprendo que Boyero muestre tanta mala baba contra la Mostra. Él, por su trabajo, habrá tenido que tragarse docenas de bodrios pretenciosos, vacíos, pedantes e insufribles; sin duda, muchísimos más que cualquier espectador corriente. La resistencia del ser humano no es infinita, y menos si se trata de películas de Kiarostami.

Saludicos.

Pues si no le gusta su trabajo, que se vaya a picar piedra.

Ya me gustaría a mi tener que trabajar viendo todas las películas de festivales y estrenos. Y no en la mierda de sitio que trabajo por cuatro duros.

Lo digo con todo odio y rencor que tengo sobre mi persona y no haber podido llegar a nada mejor que a lo que hago. Si pudiera volver a nacer, no dudaría ni un segundo.

romita

Iniciado por romita2

Ya me gustaría a mi tener que trabajar viendo todas las películas de festivales y estrenos.

Te puedo asegurar que no sabes lo que estás diciendo. De todo se cansa uno, ya sea de follar con tu novia aunque sea un pibón o de que te inviten todo el año a ver cine a festivales. En el segundo caso, yo que tengo las suerte de que aún me inviten a algunos festivales a gastos pagados, muchas veces nada en el mundo compensa las dos horas (a veces tres o tres y media) perdidas en una proyección de estreno exclusivo por muy encumbrado que su director esté. Cuando vas llegando a una edad, la sensación de "tiempo perdido" pesa como una losa y por mucho que aprecies tu trabajo, también eres humano y diferencias de forma más certera lo que vale la pena de lo que no lo vale. Y que te inviten a festivales, aunque desde fuera parezca muy "chuli", te aseguro que a veces no lo es tanto...

Iniciado por Kirkegard

Te puedo asegurar que no sabes lo que estás diciendo. De todo se cansa uno, ya sea de follar con tu novia aunque sea un pibón o de que te inviten todo el año a ver cine a festivales.

¡Ay que pena, pobre gente, qué sufridos son! Pues no es excusa. Eso que describes pasa en todos los oficios, y no es excusa jamás. Ni que un profesor me diga que se ha vuelto un mal profesor con los años porque está hasta la polla de los niños, ni que un conductor de autobús me diga que conduce distraido porque está aburrido de volante, ni que un crítico de cine vaya de gañán y se jacte de salirse de las películas porque tiene cierta sensación de perder el tiempo viendo ciertos bodrios. También tiene cierta sensación de perder el tiempo un señor que va a la oficina, y va, y cumple. Eso se llama profesionalidad. Y estoy absolutamente de acuerdo con Romita. Si tu profesión se te hace insoportable, dimite, lárgate y monta un bar.

Profesionalidad. Y profesionalidad no es, en cuestión de crítica cinematográfica, lo que se estila entre unos señores más interesados en acabar como Pumares, siendo personajes carismáticos, que en la crítica o en el cine en sí. Lo que no es de recibo son las crónicas entre jocosas, despreciativas y "chispeantes" de ocurrencias peyorativas a las que nos tienen acostumbrados ciertos críticos estrellitas. Gente que ha perdido el norte y, con indenpendencia de si algún día fueron distintos y sintieron amor a su profesión, hoy será por ese hastío que tú describes pero son unos críticos subdesarrollados y minusválidos, carentes de la más remota intencionalidad didáctica, indescifrables en lo que pueda ser considerado un criterio, altaneros y listillos.

Precisamente sobre el Festival de Venecia de hace dos años, ¿os acordáis de esto?

http://www.trendesombras.com/num6/art_venecia2006.asp

Algunas de las citas recogidas en ese artículo son dignas de un amateur en un blog o un foro, pero en un profesional me dejan pasmado. Sí, son de hace dos años, pero en este tiempo no ha cambiado nada la situación. Si se puede hablar de tele-basura, también de crítica-basura.

Para mí la cuestión no es Kusturika si o no, ni si hay un cine bodrio o qué. A mí ya no me sorprende nada porque para mí la cuestión es que hay crítica que no se la recomiendo a nadie, que yo creo que nos merecemos algo mejor.

Pues las reacciones a la carta en cuestión no se ha hecho esperar.

Respuesta del crítico oficial del diario ABC en su blog a la carta y las reacciones a la carta en sí y a la repuesta. No tiene desperdicio....responden entre otros,el director Isaki Lacuesta y el crítico Miguel Marías..

http://blogs.abc.es/index.php/unadep...uenza#comments

o sea, que el sr. Boyero puede irse de la proyección de una película porque le da la gana. Pobrecito, no se vaya a aburrir.

Pues nada, también estarán hasta los cojones muchos profesores de aguantar a niñatos malcriados, y no creo que un día se planten y dejen de dar clase o se nieguen a enseñar si esos capullines están en su aula.

no entro en el tema de los gustos personales, pero sí en el de la profesionalidad. Y si el oficio de Boyero es comentar una película, su deber es verla, le guste o no. No escaquearse.

Iniciado por nogales

Pues nada, también estarán hasta los cojones muchos profesores de aguantar a niñatos malcriados, y no creo que un día se planten y dejen de dar clase o se nieguen a enseñar si esos capullines están en su aula.

No, pero sudar de enseñar bien y ser propenso al aprobado general no sería ni el primero ni el último...

Pienso que muchas de las películas que (algunos directores) defienden confunden el arte con el ensimismamiento personal o instrumental más estéril, igual que hace mucho tiempo -o no tanto- no se distinguía por qué era gran arte un Kandinsky, y otros -aparentemente- parecidos, no.
La búsqueda de nuevas formas de expresión audio-visual, actualmente, conlleva implícito el riesgo de que se validen propuestas más por su intención que por sus logros; más por su contraposición que por lo que intrínsecamente implican.
Y, como en toda búsqueda anterior, también en esta a veces se duda quién o cómo se establecen los cánones; y ya establecidos, hay quien se arrima sin mayor propósito, como quien se pasa de largo.

No creo haber contado nada que no sepamos todos. E igualmente que hay películas -unas asombrosas, otras fantásticas, desconcertantes o inquietantes, incluso inspiradoras- injustamente maltratadas por los medios, por la hosquedad de miras y la -absoluta- carencia de perspectiva de quienes -piensan- saben de cine y -creen- nos deben guiar; también hay otras que con los mismos instrumentos a lo sumo hacen humo, y reclaman el estatus y -sobre todo- el reconocimiento de las primeras.

Es curioso, porque no es el mismo el problema de la distribución, la validación, permitir que la obra exista; que el problema del reconocimiento. Cada uno que se apunte a lo que realmente le interese.

Ahora bien, sí es cierto que si a un periodista lo envían a cubrir la información de lo que hay en un festival de cine, aún asumiendo esa -ingente- cuota de subjetividad implícita en el empeño, es una falta más que de respeto de profesionalidad y eficacia, privar al lector de la posibilidad de saber que también había otras cosas, qué cosas son, y si está -aparentemente- de acuerdo con lo dicho o no.

El que te envíen para cubrir algo, y cubras solo una parte porque el resto te aburre, a más de uno lo conduciría directamente a la calle. A no ser que en vez de estar hablando de un periodista estemos hablando de un personaje. Y un personaje sí tiene otras atribuciones.

Descubrí quién era Carlos Boyero en sus "chats" con los lectores de elmundo.es, y no me gustó especialmente. Quedó ahí sin más, en el cajón desastre. No sabía que era célebre. Me asombró -eso sí- leer la lícita vehemencia con la que lo piropeaban, e interrogaban sobre cualquier tema de cualquier ámbito como a un oráculo o en un programa nocturno de radio. No lo volví a leer.

Vista esta carta, y la vigencia del nombre, leí algunas cosas en elpais.es que ha escrito en artículos o nuevos "chats". Me parece (mucho) más un personaje que un (inoperante, en el sentido de renuncia) periodista, y creo que lo que hace está mucho más cerca de contar lo que él piensa de cualquiera cosa en Crónicas Marcianas que de hablar de cine.

Me parece un muy mal periodista de cine, aunque tampoco creo que siquiera intente ser otra cosa. Está gustándose, y tiene sus fans. Hacen bien en seguirlo si les agrada. Pero El País a uno nunca le pareció muy fiable en temas cinematográficos, y el exceso de auto propaganda de los productos del grupo y que lo demás esté hecho "así" puede quitarle -para algunos- la credibilidad que en cuanto a este tema le quedaba.

¿Si Boyero hubiera escrito este mismo artículo en el Mundo o el ABC por ejemplo estos cineastas hubieran escrito esa carta? ¿No será que se han visto como traicionados por un medio supuestamente "amigo" y eso es lo que les ha jodido de verdad ? Como si un viejo amigo de toda la vida te diera un "par de collejas" donde más duele cuando de los amigos solo esperas pequeñas mentiras piadosas que te levanten el ánimo, y alabanzas hagas lo que hagas y digas lo que digas.
El caso es que Boyero, - Una persona petulante a más no poder donde los haya la verdad -, creo que ha dado bastante en el clavo en varias cosas. En otras no estoy muy de acuerdo, pero básicamente creo que esta vez lleva bastante razón.
Y como inciso, Erice ya podía dejarse de cartitas y hacer cine que buena falta nos hace en nuestra cinematografía en particular, y en la de todo el mundo en general, para qué engañarnos.

No se si el nivel de Venecia ha sido bajo, yo no he tenido la "mala suerte" de ir, pero es que a Boyero no le interesa el cine que se suele poner ahi, solo le gustan las cuatro peliculas americanas que tienen asegurada su distribucion. Asi que lo logico es que que ceda el puesto a alguien que vea la peliculas enteras.

El problema es que a la mayoria no le interesa si la ultima pelicula de Kiarostami ha estado bien, quiere leer sus insultos y burlas. Su labor es la de payaso, no la de critico de cine.

y respondió, de mala gana eso si, el aludido:

Buenos días. En El País del sábado pasado hubo una carta al director donde se le criticaba con dureza. Se decía que tachaba de cursis, etc., a quien no estaba de acuerdo con usted (en concreto era sobre las películas menos conocidas o más "experimentales") y, en suma, que el periódico debía aclarar su posición "oficial", por si fuera diferente de la de su crítico ¿qué piensa de esto? ¿le han echado alguna bronca? Gracias.



¿Se refiere usted a la conjura de los necios? Le he dedicado escasos minutos a la famosa carta. Entre otras cosas porque la personalidad del 95% de los firmantes, según ellos pertenecientes al ámbito cinematográfico, me resulta absolutamente desconocida. Y los que me suenan solo me inspiran esa sensación tan poco cristiana del desprecio. Durante toda mi vida profesional he tenido multitud de enemigos, pero al menos, sabía quienes eran y a que se dedicaban. Cuánto esfuerzo el de Víctor Erice, ese juglar de los membrillos, y de José Luis Guerín, uno que fotografía durante dos horas la ciudad de Estrasburgo y se empeña, inútilmente, en que eso es una película artística, para convocar a sus ortodoxos mariachis. Me siento como Gulliver en el país de los enanos.

Es decir, que este señor ejerce un trabajo y no solo no lo hace, si no que se enorgullece de ello. Pues que le den por culo.

Iniciado por Sargento McKamikaze

Es decir, que este señor ejerce un trabajo y no solo no lo hace, si no que se enorgullece de ello. Pues que le den por culo.

Amen.