El otro día, en una quedada con varios amigos, nos pusimos a hablar de lo que queríamos en esta vida y de lo que no, y de lo que estaba conseguido.
Me sorprendió ver que con 31 años sólo me quedaban dos cosas que realmente quería conseguir y que no estaban seguras de si saldrían: tener un hijo y rodar un largo, el resto las tenía todas conmigo. Me sentí realmente afortunado de poder decir eso con 31 años y me sentí feliz. También me di cuenta de que el año 2008 iba a decir mucho sobre esas dos metas, aún carentes.
No sé si es felicidad esta historia, ni siquiera sé si tiene sentido, pero tal vez podríamos hacer aquí un post de metas en la vida. Conseguidas, por conseguir, imposibles, implausibles. Qué sé yo.