Si estás escuchando un disco de música clásica cualquiera, y a tu casa llega un visitante no profano en música, lo normal es que te dijera “¿Qué es eso?, música clásica, ¿no?”, o algo parecido. Si estás escuchando una banda sonora orquestal, te diría “¿de qué pinícula es esta música?”. Si estás escuchando “Music Of The Spheres”, del Mike, seguramente pronunciaría esa segunda pregunta: “¿de qué pinícula es esta música?”. Pero, si estuviéramos escuchando por ejemplo, el “Orchestral Tubular Bells”, seguramente lo identificaría como música clásica.
Asín pues, ¿cuala es la diferencia? ¿Dónde está la diferencia? Yo no lo sé con seguridad, pero sí entiendo al menos que la orquestación y la composición tienen mucho que ver. Esto no es música clásica. No es ni siquiera similar a sus primeras obras en complejidad, en estructura, en dominio del contrapunto, en su carácter sin miedo a no gustar. Y de ahí mi anterior referencia al “Orchestral Tubular Bells”, y por relación, al propio “Tubular Bells”. “Music Of The Spheres” es, por un lado, una escucha agradable, bonita y tranquila, y un leve esfuerzo por parte de Mike en componer algo que no fuera una continua repetición in crescendo de la misma idea durante tres o cuatro minutos, cosa que llevaba haciendo desde el año 1996. Por otro lado, es un disco simplón y facilón. Simplón porque, queriendo llamar a esto “música clásica” nos presentan una obra unidireccional, sin polifonía, sin secretos, sin sorpresas; la escuchas una vez y ya la conoces entera. Es una pena.
Y, continúo, también es un disco facilón. ¿Por qué? Porque está hecho para agradar a, cuantos más, mejor. ¿Sabéis a qué otro disco de Mike me recuerda? Pues al “Millenium Bell”, y no por el estilo o el resultado, obviamente, sino por las intenciones: es un disco hecho exclusivamente para agradar, para gustar, para que todo aquel que lo escuche se le llene el corazón de emociones y los ojos de lágrimas con sus bonitas melodías. Está hecho de forma que guste al mayor número de gente posible. Y esto, es una característica típica del “pop” y en buena parte de la “new-age”, no de la música clásica, ni del Rock Progresivo... ni del género Oldfiano más puro. Y tomad este botón: si a mi
WAT, que detesta Mike Oldfield, le pusiera este disco, estoy plenamente convencido de que le gustaría. Así con esas, se pueden leer ya en muchos sitios la frase de “no me gusta la música clásica y este disco me gusta”.
Lo que más me fastidia es que me están vendiendo este proyecto como “música clásica”, y cuando pensaba que tan sólo era una estrategia de márketing de la discográfica, el Mike aparece en un vídeo diciendo lo mismo, añadiendo que es “su idea de música clásica” (¡y un güebo! ¡Ese tío entiende más que eso que dice!) ¿Era necesario este márketing? Vangelis ha compuesto obras orquestales mucho más complejas que “Music Of The Spheres” y nunca se refiere a ellas como música clásica u óperas; el griego es un tío más realista. ¿Era necesaria esta grandilocuencia? Mike lo que lleva, me parece a mí, es mucho tiempo viendo películas y escuchando bandas sonoras (ese single de hace dos años llamado “Cook’s Tune” a lo “Master & Commander”, ese inicio de “Tears Of An Angel” (del "Light and Shade") a lo James Horner en “Una Mente Maravillosa”...¿Será que el actor favorito de Mike es Russell Crowe?) y ha querido apuntar a más alto.
Soy realista, y tampoco le pediré peras al olmo. Que Mike haya hecho una cosa así después de unos 10 años rascándose las pelotas es de agradecer. Que uno pueda escucharlo sin poner cara de oler mierda y sentir irrefrenables deseos de pasar de pista como sucede con muchos de sus anteriores discos ¡es ya un primer paso! Y estoy seguro de que, con el tiempo, acabaré acostumbrándome a él. Tiene una primera parte agradable, con unos toques “tubular bells” que, curiosamente, no me desagradan; tiene otras leves referencias a cierto tema de “Braveheart” de James Horner al principio del tema “Animus” que ya me fastidian un poco más (si por tener, ¡tiene hasta “parabarás” tocados en guitarra!); tiene un bonito tema llamado “Shabda” que parece un remake de “Mont St. Michel”; y tiene un momento “pop” final con la Westenra que se sale ya por completo del género en el que quieren enmarcar el disco. Muy comercial; muy “voz angelical que derrite corazones”; no me gusta. Tiene una segunda parte que es MUCHO mejor, bellísima y emocionante, más original, con secciones muy buenas, pero que la CAGA tenebrosamente, catastróficamente, justo al final: “Música Universalis” no sólo es una mezcla de dos “Soluciones Óldficas S.A.” como son “The Bell” y el manido “Crystal Clear/Cochise/Jewell In The Crowd”, sino que es el ABURRIMIENTO musicalizado y lo que menos me gusta del disco . Menudo pre-clímax de mierda...
Por no mencionar a ese instrumento que últimamente le gusta mucho meter en sus discos, especialmente en el “L+S”: las campanillas, calzadas con ordenador, 100% seguro; en ambas partes del disco son más falsas que una Mona Lisa con mostacho .
En definitiva, lo mejor de Mike de los últimos 10 años (¡cuantas lecturas tiene esta frase!). Posiblemente un primer paso hacia una nueva etapa de rehabilitación y sorpresas. Pero Mike sigue con sus pelotas bien guardaditas, con miedo de volver a ponerlas sobre la fría superficie de la mesa como un machote; lo único que sé expresar de momento es mi malestar por todo aquello que me desagrada de él. Tiene composiciones muy chulas y en total deja un agradable sabor de boca, en especial su segunda parte si obviamos su final, pero es que en cómputo global (y también pieza por pieza) es tan, tan, tan facilón, tan facil de digerir, tan deseoso de agradar a to quisqui, tan hecho a la medida de quienes se aburren con la música clásica que me revienta. Cago en diez, porque en muchos momentos parece la banda sonora de uno de los truños de Edward Zwick...
Al querer considerar este disco como lo que no es, Música Clásica, erre que erre, pues nos hemos quedado sin orquestación Rock. ESO es lo que me fastidia. Pero eso sí: si esto hubiera sido una banda sonora, posiblemente le hubiera besado el culo a Mike, quién sabe.
PD: este disco es una prueba de fuego para el mundo Fan Oldfiano, porque si no hubiera sido un disco “de Mike Oldfield”, nadie le hubiera prestado atención.