Tema: Peter Weir: revisando sus películas

Iniciado por Alcaudón

...

[Entre las escenas que se han recuperado estan aquellas en las que Michael corteja a Irma, una Irma que será virulentamente atacada por sus ex-compañeras (el rojo pasión - su transformación en mujer - y el blanco - símbolo de la "pureza" de las mismas)].



...

¿A qué escenas recuperadas haces referencia? Ya comenté, citando el libro de Zubiaur, que hubo un primer montaje distinto al que finalmente se consolidó a partir de 1998 y que es el que ahora podemos visionar. ¿Has tenido acceso a ambos montajes? Precisamente, la relación entre Irma y Michael quedan en la película muy reducidas en relación a la novela. De hecho, más que el cortejo de Michael a Irma hay una atracción de esta por aquel, puesto que Michael, en realidad, por quien sigue fascinado es por Miranda (como se subraya, quizá en exceso, con la figura del cisne), hasta el punto de planear un viaje a Queensland, que es la tierra de Miranda, ofreciéndole a Albert que le acompañe.

Ciertamente, es un film que no se agota con nuestros modestos comentarios, podríamos seguir y seguir. Una cuestión a retener, porque volverá a aparecer en más films de Weir, es la tendencia a usar el ralentí (por ejemplo, en el movimiento de las chicas por Hanging Rock). En cambio, al final de la película, más que ralentí yo veo una sucesión de imágenes entrecortadas, como a pequeños saltos, que me recuerda lo que por esa época había utilizado Cronenberg en sus primeros films.

La versión reconstruida (que Weir no da por buena) desarrolla más la relación entre Michael e Irma. Pero como bien dices él estaba más interesado en Miranda (que es el personaje central de la película).

Es una pena que esas escenas añadidas sean de una calidad notablemente inferior (y además varía el AR) con lo cual además de no aportar gran cosa a la trama principal (por algo Weir las descartaría posteriormente) rompen la unidad estética lograda por él y el director de fotografía.

Por lo que he leído la actriz Karen Robson (Irma) era quien en un principio iba a encarnar a la fascinante Miranda. Pero al parecer después de varias semanas de ensayos la cosa no funcionaba y se optó por Anne Lambert. Una elección totalmente acertada, desde mi punto de vista.

Se me olvidó comentar las similitudes (por temática o estilo) con producciones (aparte de la mencionada 2001) como ¡SUSPENSE! (1961) de Jack Clayton, EL SEDUCTOR (1971) de Donald Siegel o LAS VÍRGENES SUICIDAS (1999) de Sofía Coppola.

Y, por qué no, algunos de los títulos fantásticos del maestro Terence Fisher (el "mal" como elemento liberador de la reprimida sexualidad femenina).

Iniciado por Alcaudón

La versión reconstruida (que Weir no da por buena) desarrolla más la relación entre Michael e Irma. Pero como bien dices él estaba más interesado en Miranda (que es el personaje central de la película).

Es una pena que esas escenas añadidas sean de una calidad notablemente inferior (y además varía el AR) con lo cual además de no aportar gran cosa a la trama principal (por algo Weir las descartaría posteriormente) rompen la unidad estética lograda por él y el director de fotografía.

Pero, querido Alcaudón, ¿en qué edición has visto esa "versión reconstruida"? Supongo que te refieres a la versión inicial, la que luego Weir modificó en 1998. La que publico aquí FNAC-AVALON (y que es la que he visto en DVD) es la de 1998.

Edito: porque leo que se suele hablar de un "director's cut" de 1998, que supongo que debería coincidir con esa edición de FNAC-AVALON, pero si no me confundo, en el libro de Zubiaur se comenta que ese montaje posterior al del estreno es de 1978 (sí, me confundo). Lo confirmo esta tarde.

EDITO de nuevo: Mi mala vista me ha jugado una mala pasada. Lo que dice Zubiaur es que hay un remontaje de Weir de 1998, no de 1978. O sea, todo aclarado. En todo caso esto me hace pensar que cuando vi la película por primera vez en sala de cine, allá por el lejano 1979, tuve que ver el montaje primero, es decir, con todas esos añadidos. Pero la memoria ya no me da para tanto.

El montaje original o más bien la película tal y cómo hoy la conocemos más el añadido de las escenas descartadas luego por Weir se puede conseguir...

... donde todos sabemos.

De todas formas yo me quedo con el aprobado por el director dado que dichos fragmentos sólo afectan a la relación entre Michael e Irma y alguna escena más que ahora mismo no recuerdo.

Además el estado de conservación es notablemente inferior e incluso hay un recorte en el OAR.

Así que podéis dormir tranquilos.

La última ola (The Last Wave, 1977)


Picnic en Hanging Rock empezaba con la voz de Miranda recitando unos versos de Poe, algo modificados: “What we see and what we seem are but a dream, a dream within a dream”. Ese “sueño dentro de un sueño” podría ser una forma de interpretar La última ola, una nueva contribución de Weir al género fantástico, un film donde se impone lo sobrenatural, o al menos lo enigmático, lo misterioso, lo inexplicable.

Con guion de Weir, junto a Tony Morphett y Petru Popescu, la película nos adentra en un territorio que linda con lo onírico, o que se adentra en él de pleno, ya desde el primer momento, cuando vemos a un aborigen australiano (luego sabremos que se le conoce como Charlie, un brujo o chamán) trabajando en unas pinturas rupestres, mientras aparecen los títulos de crédito.



Todo lo que sigue durante bastantes minutos va dotando de densidad al film, sin llegar a aclarar aún qué vamos a ver. En un terreno semidesértico estalla una tempestad sin nubes, con una intensa granizada (con granizo del tamaño de un huevo) que parece cebarse especialmente en una escuela rural.



Mientras, en la ciudad, Sidney, se vive bajo una intensa tormenta de lluvia (el agua va a ser un elemento esencial durante toda la película). David Burton (Richard Chamberlain), abogado, llega a su casa durante la tempestad y lo recibe en la puerta su hija Sophie (este momento, algo diferente, lo volveremos a vivir más adelante, pero en lo que se supone que ya es un sueño o una visión fuera de la realidad), para descubrir poco después que la bañera rebosa de agua, deslizándose escalera abajo y empapando la moqueta.

Durante la noche, David ve o cree ver una figura humana fuera de la casa, bajo el aguacero.



¿Es un sueño, una pesadilla? Su padrastro, vicario, le comenta que solía tener extrañas pesadillas durante su infancia.

Paralelamente, por la noche, un hombre sale huyendo de las profundidades de la ciudad, transportando unas extrañas piedras. Cinco aborígenes lo van a buscar a un bar (donde suena una música de resonancias celtas). El hombre huye, pero es atrapado en un descampado. Suena en la banda sonora una música extraña, unos sonidos guturales (la banda sonora vuelve a ser magnífico, uno de los elementos clave para conseguir la atmósfera necesaria que nos trasporta a ese mundo onírico, como también la excelente fotografía de Russell Boyd). Asimismo, vemos las imágenes al ralentí. Desde un coche, otro aborigen, de edad avanzada, parece amenazarlo con un hueso. El supuesto ladrón cae muerto.

Los cinco aborígenes son detenidos y acusados de asesinato. Burton acabará defendiéndolos, lo cual le hará entrar en contacte con Chris (David Gulpilil, que aparecía también en un atractivo film de Nicolas Roeg, Walkabout), que es el hombre que se le aparece en sueños, y con el chamán, Charlie. En sueños, Chris le ofrece una piedra, que representa el espíritu del tiempo de los sueños (the dream time), un tiempo que para los aborígenes es más real que la realidad misma. Para ellos los sueños son una forma de conocimiento.



La película se mueve a dos niveles. Por un lado, el juicio de los cinco acusados, y el dilema jurídico que se plantea: ¿son miembros de una tribu? ¿Hay una tribu en Sidney? Si la hubiera, los acusados deberían ser juzgados según la ley tribal. Burton defenderá que sí, pero perderá el caso.

Pero junto a ese nivel de realidad, hay otro más profundo o en todo caso más fascinante, el de los sueños. Charlie identifica a David como un “mukuru”, un hombre de dónde sale el sol (nació en Sudamérica y parece tener antepasados que tuvieron contacto con los vestigios de la cultura andina, según vemos en una foto que parece impresionar a Charlie).



Chris le advierte a David que Charlie es un búho (“an owl”, pájaro que se aparecerá en diferentes momentos del film), que tiene poder. David soñará con él con el cuerpo cubierto de pinturas. Ese contacto con Charlie y Chris provoca la histeria, completamente aterrorizada, de la mujer de David, que abandona la ciudad junto a las niñas (la esposa reconoce que siendo descendiente de cuatro generaciones de australianos nunca ha tenido contacto con aborígenes).

Mientras, toda una serie de fenómenos “naturales” parecen presagiar que algo va a suceder: llueven ranas,



cae una lluvia negra (oímos cómo alguien dice que es petróleo, una nueva referencia a la crisis de los 70, como en The Cars That Ate Paris). David, además, tiene una visión de la ciudad inundada, con cadáveres flotando por todas partes.



Cuando vuelve a casa una noche, nuevamente vemos a Sophie recibiéndole en la puerta (¡pero la niña ya no está en la ciudad!), la casa se inunda y se hunde parte del techo, bajo la presencia de un búho. Pero ¿todo lo que estamos viendo es real, es un sueño, es un presagio?

Chris lo conducirá a las profundidades de la ciudad, donde se ocultan las ruinas de una antigua civilización aborigen que entró en contacto hace siglos con los “mukurus” (lo cual otorga cierto aire lovecraftiano a la narración). Allí David se enfrentará con Charlie, al que parece matar, descubriendo además qué es lo que parece ser que le anuncian sus sueños y visiones: una gigantesca ola asolará la ciudad (¿un tsunami?).





Vuelto a la superficie recorriendo las cloacas de la ciudad, David deambula por la playa donde ve o imagina esa ola gigantesca: ¿Se está cumpliendo la profecía?



Weir lo vuelve a hacer, nos ha vuelto a trasladar a un mundo donde realidad y sueño se mezclan, donde nuestra dimensión de lo cotidiano y otra dimensión situada más allá o más acá de nuestro presente se entrecruzan. Los aborígenes tienen ese conocimiento; David, que como dice en un momento del film a preguntas de Charlie, no es un hombre, sino un “mukuru”, también, ¿pero de dónde procede?

Se me hace difícil elegir entre Picnic en Hanging Rock y esta extraordinaria La última ola. A ver qué os parece a vosotros (sin que distorsione la valoración la presencia de Richard Chamberlain, ¿eh, Alcaudón?).

Y la semana que viene, un film televisivo, El visitante, que, aunque parezca que se aleja de sus dos anteriores películas, creo que en el fondo mantiene cierto vínculo con ellas.

Este fin de cae, la he empezado a ver, y tiene muy buena pinta, con un ritual ¿vudú?, por medio.Pintaza.

Iniciado por mad dog earle

La última ola (The Last Wave, 1975)


Picnic en Hanging Rock empezaba con la voz de Miranda recitando unos versos de Poe, algo modificados: “What we see and what we seem are but a dream, a dream within a dream”. Ese “sueño dentro de un sueño” podría ser una forma de interpretar La última ola, una nueva contribución de Weir al género fantástico, un film donde se impone lo sobrenatural, o al menos lo enigmático, lo misterioso, lo inexplicable.

Con guion de Weir, junto a Tony Morphett y Petru Popescu, la película nos adentra en un territorio que linda con lo onírico, o que se adentra en él de pleno, ya desde el primer momento, cuando vemos a un aborigen australiano (luego sabremos que se le conoce como Charlie, un brujo o chamán) trabajando en unas pinturas rupestres, mientras aparecen los títulos de crédito.



Todo lo que sigue durante bastantes minutos va dotando de densidad al film, sin llegar a aclarar aún qué vamos a ver. En un terreno semidesértico estalla una tempestad sin nubes, con una intensa granizada (con granizo del tamaño de un huevo) que parece cebarse especialmente en una escuela rural.



Mientras, en la ciudad, Sidney, se vive bajo una intensa tormenta de lluvia (el agua va a ser un elemento esencial durante toda la película). David Burton (Richard Chamberlain), abogado, llega a su casa durante la tempestad y lo recibe en la puerta su hija Sophie (este momento, algo diferente, lo volveremos a vivir más adelante, pero en lo que se supone que ya es un sueño o una visión fuera de la realidad), para descubrir poco después que la bañera rebosa de agua, deslizándose escalera abajo y empapando la moqueta.

Durante la noche, David ve o cree ver una figura humana fuera de la casa, bajo el aguacero.



¿Es un sueño, una pesadilla? Su padrastro, vicario, le comenta que solía tener extrañas pesadillas durante su infancia.

Paralelamente, por la noche, un hombre sale huyendo de las profundidades de la ciudad, transportando unas extrañas piedras. Cinco aborígenes lo van a buscar a un bar (donde suena una música de resonancias celtas). El hombre huye, pero es atrapado en un descampado. Suena en la banda sonora una música extraña, unos sonidos guturales (la banda sonora vuelve a ser magnífico, uno de los elementos clave para conseguir la atmósfera necesaria que nos trasporta a ese mundo onírico, como también la excelente fotografía de Russell Boyd). Asimismo, vemos las imágenes al ralentí. Desde un coche, otro aborigen, de edad avanzada, parece amenazarlo con un hueso. El supuesto ladrón cae muerto.

Los cinco aborígenes son detenidos y acusados de asesinato. Burton acabará defendiéndolos, lo cual le hará entrar en contacte con Chris (David Gulpilil, que aparecía también en un atractivo film de Nicolas Roeg, Walkabout), que es el hombre que se le aparece en sueños, y con el chamán, Charlie. En sueños, Chris le ofrece una piedra, que representa el espíritu del tiempo de los sueños (the dream time), un tiempo que para los aborígenes es más real que la realidad misma. Para ellos los sueños son una forma de conocimiento.



La película se mueve a dos niveles. Por un lado, el juicio de los cinco acusados, y el dilema jurídico que se plantea: ¿son miembros de una tribu? ¿Hay una tribu en Sidney? Si la hubiera, los acusados deberían ser juzgados según la ley tribal. Burton defenderá que sí, pero perderá el caso.

Pero junto a ese nivel de realidad, hay otro más profundo o en todo caso más fascinante, el de los sueños. Charlie identifica a David como un “mukuru”, un hombre de dónde sale el sol (nació en Sudamérica y parece tener antepasados que tuvieron contacto con los vestigios de la cultura andina, según vemos en una foto que parece impresionar a Charlie).



Chris le advierte a David que Charlie es un búho (“an owl”, pájaro que se aparecerá en diferentes momentos del film), que tiene poder. David soñará con él con el cuerpo cubierto de pinturas. Ese contacto con Charlie y Chris provoca la histeria, completamente aterrorizada, de la mujer de David, que abandona la ciudad junto a las niñas (la esposa reconoce que siendo descendiente de cuatro generaciones de australianos nunca ha tenido contacto con aborígenes).

Mientras, toda una serie de fenómenos “naturales” parecen presagiar que algo va a suceder: llueven ranas,



cae una lluvia negra (oímos cómo alguien dice que es petróleo, una nueva referencia a la crisis de los 70, como en The Cars That Ate Paris). David, además, tiene una visión de la ciudad inundada, con cadáveres flotando por todas partes.



Cuando vuelve a casa una noche, nuevamente vemos a Sophie recibiéndole en la puerta (¡pero la niña ya no está en la ciudad!), la casa se inunda y se hunde parte del techo, bajo la presencia de un búho. Pero ¿todo lo que estamos viendo es real, es un sueño, es un presagio?

Chris lo conducirá a las profundidades de la ciudad, donde se ocultan las ruinas de una antigua civilización aborigen que entró en contacto hace siglos con los “mukurus” (lo cual otorga cierto aire lovecraftiano a la narración). Allí David se enfrentará con Charlie, al que parece matar, descubriendo además qué es lo que parece ser que le anuncian sus sueños y visiones: una gigantesca ola asolará la ciudad (¿un tsunami?).





Vuelto a la superficie recorriendo las cloacas de la ciudad, David deambula por la playa donde ve o imagina esa ola gigantesca: ¿Se está cumpliendo la profecía?



Weir lo vuelve a hacer, nos ha vuelto a trasladar a un mundo donde realidad y sueño se mezclan, donde nuestra dimensión de lo cotidiano y otra dimensión situada más allá o más acá de nuestro presente se entrecruzan. Los aborígenes tienen ese conocimiento; David, que como dice en un momento del film a preguntas de Charlie, no es un hombre, sino un “mukuru”, también, ¿pero de dónde procede?

Se me hace difícil elegir entre Picnic en Hanging Rock y esta extraordinaria La última ola. A ver qué os parece a vosotros (sin que distorsione la valoración la presencia de Richard Chamberlain, ¿eh, Alcaudón?).

Y la semana que viene, un film televisivo, El visitante, que, aunque parezca que se aleja de sus dos anteriores películas, creo que en el fondo mantiene cierto vínculo con ellas.

Ya sabéis que no leo vuestros comentarios para que no me condicionen mi visionado.

Por cierto, ¿no se estrenó la película en 1977?

Iniciado por Alcaudón

Ya sabéis que no leo vuestros comentarios para que no me condicionen mi visionado.

Por cierto, ¿no se estrenó la película en 1977?

Rectifico: la fecha es 1977.

Iniciado por feliux

Este fin de cae, la he empezado a ver, y tiene muy buena pinta, con un ritual ¿vudú?, por medio.Pintaza.

Vudú, precisamente, no. Estamos en Australia, no en Haití o en África.

En las distintas bases de datos que he consultado (fíjate en el encabezado de la propia IMDb) siempre se cita 1977 como la fecha de estreno.

https://www.imdb.com/title/tt0076299/

https://en.wikipedia.org/wiki/The_Last_Wave

https://www.filmaffinity.com/es/film949251.html

https://www.rottentomatoes.com/m/last_wave

http://www.dvdbeaver.com/film/DVDCompare4/lastwave.htm

Claro que muchas veces (no te digo nada en el caso de Hitchcock y sus películas mudas) donde entre preestreno y estreno hay un batiburrillo de fechas que a veces hace difícil saber a qué atenerse.

Iniciado por Alcaudón

En las distintas bases de datos que he consultado (fíjate en el encabezado de la propia IMDb) siempre se cita 1977 como la fecha de estreno.

https://www.google.es/url?sa=t&rct=j...yaOvbbG8VKCfly

https://www.google.es/url?sa=t&rct=j...ji0KO-CzQREt5d

https://www.google.es/url?sa=t&rct=j...l9CbRcLtvGt883

http://www.dvdbeaver.com/film/DVDCompare4/lastwave.htm

Claro que muchas veces (no te digo nada en el caso de Hitchcock y sus películas mudas) donde entre preestreno y estreno hay un batiburrillo de fechas que a veces hace difícil saber a qué atenerse.

No hacía falta tantos enlaces, mi error, que ya he rectificado, era más elemental: simplemente he puesto enlace con Picnic en Hangig Rock, que es de 1975, sin darme cuenta, y los datos que daba (y que he eliminado para no confundir), correspondían a ese film (lo estaba mirando en un móvil, y en esos artilugios mis ojos no dan para mucho). Ciertamente, la película es de 1977, así consta en imdb, en el libro de Zubiaur y en todas partes. Uno que ya se acaba haciendo un lío con tanto enlace y corta y pega URL.

A ver si mañana me veo la de Hitchcock si no me vence el sueño con tanto madrugón y el fin de semana me pongo con esta.

Ahora me voy a la cama que me toca levantarme a las 6.30.

Yo también me voy ahora al sobre, aunque me levanto media hora más tarde. La de Hitchcock la he visto esta tarde, y ya avanzo (a ver cómo lo ves en tu copia, que me da la impresión que será la misma, la de StudioCanal) que las imágenes están un poco aceleradas, lo cual daría respuesta a esa diferencia entre los 94 minutos del DVD y los 107 (¿o 112?) que da imdb para la versión restaurada. Quedaría aún el misterio por despejar de los 130 de la versión que ha visto Alex.

Viniendo del Hype de “Picnic at Hanging Rock”, y siendo “la última ola” mi segundo visionado, me deja satisfecho a medias; nos movemos en los mismos conceptos con el doble binomio hombre/naturaleza y realidad/sueño, todo esto envuelto en un relato detectivesco inusual, ya que aquí la poli y los detectives son mera decoración (me viene a la memoria los primeros films de Cronenberg y dicho peso ornamental de la ley en la pantalla).

El film tiene muy buen arranque con unos bonitos títulos de crédito y la tormenta de granizo en pleno desierto, que ya se nos avisa de que la naturaleza empieza a estar revolteada, después pasamos a los diluvios en Sidney. A partir de ahí el primer 1/3 del film, ya sean las presentaciones de los personajes, los hechos (el asesinato de un aborigen), se me hace algo pesado, ya el mismo asesinato pone las cartas sobre el tapete y se descarta cualquier camino hacia el thriller, ya que Weir lo quiere llevar a otro juego. Son las primeras apariciones de Chris en sueños (o no) cuando el film empieza a coger algo de fuerza. Dos anécdotas, la primera, en la primera aparición de Chris, el cual es bastante aterradora, pero la chaqueta punkrockera a los Ramones me descoloca y me saca de la escena. Y la otra, justo en esa escena, cuando empieza a llover, automáticamente en Basilea a las 22:00 (aprox) justo empezó a llover también…..ay ay ay, el poder del Chamán!!! seré el nuevo mulkrul.

Parece ser que David es el elegido (mulkrul), aunque a mi, todo este rollo de los elegidos me da una pereza tremenda y afeo el gesto, aunque Weir no lo trata como se suele tratar, en versión heroica, aquí David es uno más del montón, que parece que tiene el don de la premonición. El film gana enteros siempre cuando están en pantalla Chris, David y el chamán Charlie, supongo que es por el jueguecillo ese de la incógnita permanente que nos presenta el film de que si es realidad o sueño. David sería la Miranda de Hanging Rock, parecen los intermediarios entre la naturaleza, lo onírico de ella y lo empírico, la diferencia es que Miranda sabe en todo momento cual es su papel, y en cambio David lo va descubriendo, y es ahí donde la grandilocuencia en forma de imágenes, efectos sensoriales y recursos cinematográficos de “Picnic at Hanging Rock”, en la “última ola” baja todo al más terrenal, desapareciendo buena parte de lo onírico, quedándose en detalles o escenas puntuales.

Por lo tanto ese descubrimiento de quien es realmente David hace enfocar el film de manera muy diferente a la obra maestra recién comentada, diferente que no quiere decir que sea peor o mejor, simplemente yo prefiero la de Hanging Rock, aunque el film de “la última ola” se base en saber si es realidad/ficción los acontecimientos que estamos viendo, tiene una narrativa mas usual, más standard.

Quizá la escena que más me gusta es cuando entra en acción la mujer de David y este mismo se le aparece, tal y como se le apareció Chris en el inicio del film, con un diálogo de los más inquietante entre ellos, llega un clímax alto, que después no vuelvo a notar en el film.

Resumiendo si el espectador busco o espera respuestas, esta, tampoco es su película, con un sonido fantástico, una fotografía menos agradecida por la oscuridad, y con una tensión y atmósfera turbadora en momentos puntuales, hacen de ella una película interesante de ver, aunque le falta algo para ser grande ,o quizá le sobra Chamberlain, que no es que esté mal, pero que había de mejores seguro.

Ahhh me olvidan cutreedición de llamentol, calidad de imagen regulera y sin subtítulos, la he tenido que ver doblada al castellano.

Iniciado por Alex Fletcher

Ahhh me olvidan cutreedición de llamentol, calidad de imagen regulera y sin subtítulos, la he tenido que ver doblada al castellano.

Haber empezado por ahí, Alex, eso es tanto como no haberla visto. Por favor, hay que entrar en la atmósfera, oír a los aborígenes hablando en su inglés particular (supongo que cuando hablan su lengua no los doblarán, ¿no?), Y si encima la imagen deja que desear, cuando es fundamental ese ambiente nocturno (se comenta que Russell Boyd, el director de fotografía, buscaba una iluminación lunar para las secuencias que representan la noche). No es que la edición que tengo yo, de FNAC-Avalon, sea para tirar cohetes, pero es visible.

Yo creo que argumentalmente es una película más compleja que Picnic..., aunque eso no quiere decir mejor. Como señalé en mi comentario, a mí se me hace difícil elegir (aunque, si nos ponemos a elegir entre Chamberlain y Anne-Louise Lambert, no hay color).

Y lo de la chupa de cuero... ¿Por qué te expulsa? Precisamente es un ejemplo de la aculturación a la que están sometidos los aborígenes desde la invasión británica del continente austral. Quizá te parece mejor con sombrero vaquero y a cuerpo:

Iniciado por mad dog earle

Haber empezado por ahí, Alex, eso es tanto como no haberla visto. Por favor, hay que entrar en la atmósfera, oír a los aborígenes hablando en su inglés particular (supongo que cuando hablan su lengua no los doblarán, ¿no?), Y si encima la imagen deja que desear, cuando es fundamental ese ambiente nocturno (se comenta que Russell Boyd, el director de fotografía, buscaba una iluminación lunar para las secuencias que representan la noche). No es que la edición que tengo yo, de FNAC-Avalon, sea para tirar cohetes, pero es visible.

Yo creo que argumentalmente es una película más compleja que Picnic..., aunque eso no quiere decir mejor. Como señalé en mi comentario, a mí se me hace difícil elegir (aunque, si nos ponemos a elegir entre Chamberlain y Anne-Louise Lambert, no hay color).

Y lo de la chupa de cuero... ¿Por qué te expulsa? Precisamente es un ejemplo de la aculturación a la que están sometidos los aborígenes desde la invasión británica del continente austral. Quizá te parece mejor con sombrero vaquero y a cuerpo:

Jajajaj, es que me parecía que solo le faltaba la guitarra para ser Johnny Ramone versión blaxplotaition. Por cierto el aborígen asesinado al inicio me ha parecido que estaba pintado de negro, será cierto o son cosas mías.

Me acuerdo hace tiempo que con mi mujer intentamos ver un film de Chamberlain sobre Jason Bourne, creo que era un telefilm, como era en VHS, no duré ni 5 minutos, porque la cinta era demasiado para el tracking, me gustaría verla, no tenía mala pinta. De él como protagonista solo he visto las de Quatermain. Bueno sale en "el coloso en llamas", mi film de tragedias de la infancia, no recuerdo muy bien su papel, pero era tirando a secundario no?

No es un actor que esté entre mis preferidos ni de lejos. Le recuerdo como Chaikovski en La pasión de vivir, de Ken Russell. Las que hacía de Allan Quatermain prefiero olvidarlas.

Lo del actor "pintado de negro"... Lo cierto es que tiene un aspecto distinto a los otros aborígenes (por eso en mi comentario no me he atrevido a tratarlo como tal), pero supongo que en Australia puede haber muchos "mestizos". En todo caso, estoy seguro de que no lo pintaron de negro. El que sí sale pintado (y pintando) es Charlie, el impresionante Nandjiwarra Amagula.

En El coloso en llamas, Chamberlain era un ingeniero cabronazo



Pero el mayor recuerdo que tengo (y por lo que fue muy conocido en España) fue por la serie tv El pájaro espino. Eso de poner a un buenorro como cura, y cayendo en la tentación de una guapa Rachel Ward, era lo más. En los Globos de Oro triunfó totalmente.



La de orgasmos que provocó entre las féminas a mediados de los 80.

No vi ni un solo episodio de esa serie.

Iniciado por mad dog earle

No vi ni un solo episodio de esa serie.

Yo me los tuve que tragar todos. Estaba en esa edad aún en la que mi voluntad valía poco, y salvo en el horario infantil, el resto estaba reservado para los mayores. Pero sí recuerdo que ella estaba muy buena. Pero aún no había empezado mi carrera musical.

A HARD RAIN’S A-GONNA FALL ¹

O

03. THE LAST WAVE (1977, LA ÚLTIMA OLA)



Compañía: A McElroy & McElroy production in association with Derek Power, The South Australian Film Corporation and The Australian Film Commission (Copyright 1977 by Last Wave Productions Pty. Ltd.).

Productores: Hal McElroy y James McElroy.

Guión: Peter Weir, Tony Morphett y Petru Popescu.

Diseño de producción: Goran Warff.

Dirección artística: Neil Angwin.

Fotografía: Russell Boyd (en color y formato panorámico).

Música: Charles Wain.

Reparto: Richard Chamberlain (David Burton), Olivia Hamnett (Annie Burton), Gulpilil (Chris Lee), Nandjiwarra Amagula (Charlie).

Duración: 106 minutos.

De nuevo de la mano de sus productores habituales, los hermanos McElroy, Peter Weir elabora otra propuesta de cine fantástico en la línea de su obra anterior, la magistral PICNIC EN HANGING ROCK y aunque en mi modesta opinión no alcanza los logros de ésta, si podemos decir con toda rotundidad que es una espléndida película y que parece cerrar una etapa (al menos temporalmente) en la filmografía del cineasta australiano.

También la continuidad en la dirección de fotografía del excelente Russell Boyd garantiza la uniformidad estilística entre una y otra propuesta aunque en principio parezcan una la antítesis de la otra (la luminosidad de PICNIC frente a la oscuridad de LA ÚLTIMA OLA).

[Como curiosidad veo que entre el reparto también repite la actriz Vivean Gray que en PICNIC encarnó (magníficamente y más dado lo escaso de su presencia en pantalla) a la profesora de matemáticas que desaparece cuando va en busca de las alumnas desaparecidas y que aquí hace un personaje igualmente circunspecto, la Dra. Whitburn, a quien el protagonista va a consultar sobre el significado de la piedra que le ha entregado Gulpilil].

Si en PICNIC Weir no tuvo arte ni parte en la elaboración del (excelente) libreto aquí en cambio comparte créditos con otros dos guionistas y entre los tres consiguen imbuir a la historia una soberbia gradación del elemento fantástico que se va apoderando de la trama de forma harto inteligente y que culmina en uno de esos finales abiertos que dejan a elección del espectador la decisión final sobre lo que ha pasado (o de lo que va a pasar).

También es de reconocer que aunque Richard Chamberlain está lejos (muy lejos) de ser uno de mis actores favoritos (por decirlo de una forma no despectiva) Weir sabe dirigirle con notable acierto y es curiosamente esa escasa expresividad que siempre presenta su rostro lo que le da al personaje un mayor grado de credibilidad pues llega un momento en el mismo, un ser racional, en que es incapaz de aceptar lo que sus sentidos (a través principalmente de los sueños) le transmiten.

[En este sentido podríamos aproximar esta película a la coetánea ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE (1977) de Steven Spielberg donde el personaje encarnado por Richard Dreyfuss tiene esos extraños sueños en los que se le aparece cierta montaña…].

Mientras que en PICNIC asistíamos a una fuerza de la Naturaleza (la montaña) que se servía de las jóvenes vidas de las alumnas del colegio como una especie de ofrenda para saciar el hambre de un dios primigenio, en cambio en LA ÚLTIMA OLA son los seres humanos, los pobladores originales del subcontinente, los que parecen controlar a la misma a través de una serie de objetos de poder. ¿O acaso es la misma Naturaleza la que se sirve de ellos para proclamar su superioridad sobre el hombre tecnológico del siglo XX?



Es hermosa esa escena inicial con el aborigen Charlie (que me vuelve a recordar – y ya siento repetirme – esas escenas iniciales de 2001: UNA ODISEA DEL ESPACIO en el segmento “El amanecer del hombre” - ) pintando esos (premonitorios) dibujos en la cueva y que parecen servir de disparador del brusco cambio climático que experimentará la zona.



Admirable por sencilla es igualmente la escena que sigue a continuación en la que vemos como cambia sutilmente la imagen de la montaña (pasa de la claridad a la oscuridad y vuelta a la claridad – algo que me recuerda al inicio de PICNIC donde veíamos a la montaña primero envuelta en la niebla en su cima y luego en la base -). Un formidable idea visual (excelente – de nuevo – el trabajo de Boyd) puesto que nos anticipa ya que algo está cambiando y no precisamente para bien.

Los elementos se han desencadenado (la escena de la terrible granizada en el colegio – que no sé por qué me recuerda a una similar de LOS PÁJAROS (1963) de (quién si no, Alfred Hitchcock) -), las torrenciales lluvias que asolan la ciudad donde vive nuestro protagonista (que incluyen además una lluvia de ranas, como si fuese una de las plagas de Egipto)) y nadie sabe a ciencia cierta (una expresión que aquí cuadra perfectamente) lo que en realidad está pasando.





Sin duda será el agua (en sus diferentes formas) el elemento de la Naturaleza que envolverá toda la historia y un anticipo de esa “última ola” que al parecer barrerá de la faz de la Tierra al ser humano y que parece formar parte un ciclo que se repite cada miles de años (una idea que comparten religiones de distintas partes del mundo sin una aparente interconexión entre ellas).



No deja de ser lógico cuando los aborígenes cenan en la casa de Burton el que manifiesten que la ley está por encima del individuo y que sea precisamente un abogado la persona que haya sido elegida para defenderlos en el juicio. Un hombre que se rige por unas leyes (que el no ha escrito) pero que tiene que aplicar con igual determinación.

También Weir deja bien claro las profundas diferencias que existen entre los pobladores originales del subcontinente y los blancos que ocuparon sus tierras. Es significativo el comentario que hace la esposa de Burton acerca de que siendo una australiana de cuarta generación jamás ha tratado con ninguno.

Igualmente indicativo es el libro que ella lee y el que vemos dos fotos, una contrapuesta a la otra, indicando el antes y el después de la colonización de Australia.

Un pueblo orgulloso de sus raíces pero al que la ciudad ha hecho adquirir las costumbres (y los vicios) del hombre blanco.

Por ello ese personaje encarnado por Nandjiwarra Amagula, el anciano de la tribu (un poderoso hechicero capaz de matar sin tocar a su víctima) nos viene a hablar de que todavía hay cosas que escapan a la comprensión del hombre moderno, cuyo pensamiento científico y racional parece haber marginado (una doble marginación) esa cultura aborigen que basaba sus creencias y sus rituales en los dioses primigenios (como, por otra parte, han hecho todas las culturas anteriores a la llegada de la “civilización”).

Hipnóticas son las imágenes en las que vemos cómo los fenómenos naturales (esos extraños arco iris; ese sol que se refleja como llamas ardientes en los edificios de cristal; esa ola final) y que de nuevo me retrotraen a ese viaje final (e iniciático) de Bowman dentro del enorme Monolito.

El rostro final de Burton, incapaz de asimilar lo que sus sueños le han estado transmitiendo desde niño, puede ser a la vez la incomprensibilidad de asimilar la idea de esa ola gigantesca (impresionante imagen) o simplemente una visión (un don siempre marcado por la fatalidad) de lo que está por venir.



Esa es la grandeza de la película. Y esa es la grandeza de su director que deja a la imaginación del (despierto) cinéfilo unificar las pistas que tan sabiamente ha dejado deslizar a lo largo de la proyección.

Y como decía antes, Weir no deja claro (y por eso es me gusta tanto la película – como ocurría en PICNIC -) si es la Naturaleza o es el hombre el motor del dramático final que parece avecinarse sobre la especie humana.

Difícil (muy difícil) diseccionar una película tan rica en significados (como lo era PICNIC) en unas breves líneas.

¡Qué grande es el cine!

Feliz tarde a tod@s.



¹ BOB DYLAN – THE FREEWHEELIN’ - “A HARD RAIN’S A-GONNA FALL” (1963)

Pues ya que has gustado de citar a Bob Dylan en tu amplio comentario (que, como bien dices, no agota un film lleno de sugerencias y de líneas interpretativas abiertas), ya avanzo que en El visitante (The Plumber), que espero comentar hoy por la tarde, se hace una doble referencia al de Duluth. Y es que los tiempos estaban cambiando, no solo climatológicamente.

Me temo que esa entrega tendré que saltármela dado que no dispongo de ninguna copia para su visionado.

Iniciado por Alcaudón

Me temo que esa entrega tendré que saltármela dado que no dispongo de ninguna copia para su visionado.

Si quieres te dejo mi VHS del film

Iniciado por Alex Fletcher

Si quieres te dejo mi VHS del film

No te equivoques con Leche facial!