Explico el título del mensaje: es un dicho que yo he repetido en innumerables ocasiones y cada día que pasa se demuestra que es más cierto que el de las rubias son tontas. ;)
Y esto viene a cuento porque hoy, en una estación del Metrosur de Madrid me ha pasado algo que, si no fuera gracioso, calificaría de subnormalidad profunda:
No 1, ni 2, tampoco 3, menos 4, 5 ni por asomo, 6 habría sido hasta aceptable, sino 7 agentes de la policía local de un municipio de la provincia de Madrid se encontraban en el hall de una de las estaciones de metrosur para guarecerse de la lluvia en vez de trabajar. Bien, pues voy fumando por la calle, les veo (el hall es acristalado), sé que hay un cenicero dentro del hall (de arena), dudo por un momento si tirarlo fuera o apagarlo en el cenicero al entrar; decido lo segundo y al entrar y disponerme a apagar el cigarrillo uno de los agentes me indica que en la red de metro está prohibido fumar. Educadamente le indico que no estoy fumando y que tan sólo me dispongo a apagarlo en el cenicero que hay junto a la escalera mecánica; sigo mi camino para ir a apagarlo y, alzando la voz, el agente me dice que he de salir por la puerta y tirarlo fuera. Le miro, pongo cara de incredulidad y al girarme para desandar lo andado (menos de 10 metros) digo el dicho del título. Abro la puerta, lo tiro y nuevamente entro. Me da el alto (levantando la mano y todo) y me pregunta que qué es lo que he dicho momentos antes. Le digo “discúlpeme, pero mis pensamientos son eso, míos” a lo que él me dice “¿es tan amable de identificarse?”. Le indico que cuál es la razón para tener que identificarme y me dice que por motivos de seguridad, pero que si no deseo hacerlo tengo el derecho de hacerlo en una comisaría. Le digo que en tal caso yo lo consideraría como una RETENCIÓN ilegal y que, a parte de invocar el habeas corpus en el mismo momento de proceder a identificarme en la propia comisaría acogiéndome a la desproporcionalidad de la medida, indicaría en los motivos la situación que llevó al hecho, que no era otra sino que un agente de la autoridad municipal me había obligado a infringir una ordenanza (tirar basura en la vía pública) requiriendo la grabación que lo demostraba así como su propia identificación. Fue hábil y contestó que si lo consideraba necesario estaba en mi derecho (entre una risa burlona, todo hay que decirlo). Estaba decidido ha hacerlo, pero la razón se apoderó de mí, me comí el orgullo, me bajé los pantalones y le facilité el cané de identidad. Ni lo miró, me lo devolvió y me dijo que podía proseguir mi camino. Le indiqué que no entendía lo que había pasado, que si tuviera intención de fumar vale, o de tirar el cigarrillo al suelo, pero que quedó claro que eso no era lo que pretendía. Me dijo que dejara el tema y que tuviera un buen viaje (joder, ni que me fuera a Jaén).
Entiendo lo que pasó: tengo autoridad, la ejerzo aunque sea equivocadamente, me doy cuenta de ello y como el hecho no ha sido grave y la actitud ha sido correcta, ahí queda. Pero me jode mucho que una persona en cuanto tiene (o creé tener) un poco de poder, abusa de él.
Vista la situación con tiempo y reflexión mediante puede que incluso la provocara yo, pero sinceramente consideré más oportuno apagar el cigarrillo en un cenicero que tirarlo en la calle. Claro que también tras reflexión entiendo que como se aburría el buen hombre pensó que ya que estaba haciendo el gilipollas en vez de su trabajo podría mostrar a sus compis vaguetes y resto de público que ¡Qué pelotas más grandes y bonitas tengo! Yap, baby.
Bueno, mi intención era desahogarme y dejar claro que cada día soporto menos a los cuerpos de seguridad. Para chorradas y con ciudadanos que saben que no quieren problemas, abusan. Contra los verdaderos delincuentes [aquél que delinque (DELITO)], como que pasan por lo general del tema y si pueden pasar sin tener problemas, mejor.
Sólo un día sentí más rabia que hoy, el día en que tuve que ir a hacer un papeleo al negociado de industria en la Junta de distrito centro del ayuntamiento de Madrid, cuyo horario debe de seguir siendo de 08:30 a 11:30 (es qaue el trabajo debe ser exhausto, hemos de comprenderlo), estar esperando en la puerta desde las 08:00, llegar las 09:45 y la junta NO TENER ABIERTAS LAS PUERTAS; en el interior dos policías, nacionales creo recordar, partiéndose el culo de ve tú a saber qué gilipollez, mirar mi reloj, mirarles a ellos, hacer un gesto de desaprobación, verlo uno de ellos y literalmente, agarrarse los huevos, colocárselos y, mascando chicle, saludarme con la mano. Sobra decir que me hicieron abrir el maletín y vaciar el contenido sólo a mí, el resto pasó por el scaner.
Precioso país éste en el que vivimos.
Disculpad la parrafada, pero es que el asco hace que suelte gilipolleces.