Tema: Sam Peckinpah: revisando sus películas

Gloriosos camaradas (The Glory Guys, 1965)



A pesar del título (y del rimbombante cartel), este film dirigido y producido por Arnold Laven, con guion de Sam Peckinpah a partir de una novela de Hoffman Birney, tiene más bien muy poco de glorioso. Nos encontramos en una especie de digest de temas ampliamente tratados con muchísima más fortuna por John Ford en su trilogía de la caballería y en otros westerns protagonizados por el ejército norteamericano. Todo suena a ya visto en mejores circunstancias: el general ambicioso que se propone acabar con los indios (como el Henry Fonda de Fort Apache), en este caso el general McCabe (un sobrio Andrew Duggan); el sargento rudo y paternalista, interpretado por Slim Pickens (en uno de esos papeles típicos de Victor McLaglen o Mike Mazurki); la pareja de rivales “por el amor de una mujer” (como cantaba Julio Iglesias), el capitán Harrod (un hierático Tom Tryon), y el jefe de exploradores, Sol Rogers (un desafortunado Harve Presnell, de lo peor del deslucido capítulo interpretativo); la mujer en cuestión, que parece ser el premio que le espera al guerrero que sobreviva, Lou (Senta Berger, por debajo de sus prestaciones en Major Dundee);



el novato que quiere dejar el ejército pero que luchará como el que más, Martin (Michael Anderson Jr., al que vimos también en Major Dundee, como el corneta que narraba la historia); o el soldado pendenciero, indisciplinado, juerguista y “graciosillo”, es decir, insufrible, Dugan (un James Caan lejos de sus papeles posteriores, sin contar el de The Killer Elite, por supuesto).



La película se va desarrollando con enorme lentitud, o mejor dicho con una marcada falta de interés. Asistimos a la llegada de los novatos recién alistados al 3º de Caballería, puestos a las órdenes de Harrod;



su entrenamiento y, finalmente, su entrada en combate contra los indios, formando parte de un destacamento expendable, prescindible, de que el general McCabe quiere servirse como maniobra de distracción para caer sobre el campamento indio (mostrado en una imagen claramente pintada). Antes hemos asistido a las peleas de los dos rivales o de los soldados en el salón, filmadas con una total falta de gracia por parte de Laven (aunque ya hemos comprobado que tampoco Peckinpah salió airoso de las secuencias de peleas en sus films: una especie de guiño al cine de Ford pero que se queda lejos del maestro).

Laven se muestra como un director gris, vulgar, convencional: nada destaca de su puesta en escena. Abusa del plano/contraplano, monta las secuencias de peleas o combates sin ninguna destreza, planifica de manera rutinaria, incluso la fotografía (y eso que la firma el gran James Wong Howe) carece de atractivo (no basta con tres o cuatro puestas de sol). Para acabarlo de arreglar, la banda sonora, del italiano Riz Ortolani, parece un popurrí de otras bandas sonoras (con especiales reminiscencias de Jerome Moross).

Spoiler:

Si en el hilo de Hitchcock recogimos el comentario periodístico sobre Under Capricorn de que se tardaba 105 minutos a experimentar el primer escalofrío, en esta película casi hay que llegar al final mismo (o sin el casi), cuando vemos el resultado devastador de la precipitación del general McCabe (cuya acción no se nos muestra), para que lleguemos a experimentar algo parecido a la emoción, a la vista del campo de batalla sembrado de cadáveres. Pero después ya solo queda tiempo para los títulos de crédito finales.

Como descargo de la película, tengo que decir que he visto una copia de calidad deficiente emitida por el canal AMC, que no respeta el formato (se pasó llenando la pantalla, o sea aproximadamente 1,77:1, en lugar de su “aspecto ratio” original de 2,35:1) y que además tiene una notable falta de nitidez (sin contar el subtitulado, que se empeña en llamar John a Sol Rogers o David al capitán Demas Harrod).

En resumen, no sé qué hubiera hecho Peckinpah con este material, pero en todo caso me parece muy inferior a un film irregular y en buena parte fallido, pero mucho más interesante, como fue Major Dundee.

Visto el “éxito” de este “bonus” no me matan las ganas de ver por primera vez Villa cabalga, pero cuando la consiga, vía biblioteca, la comentaré. Espero que sea algo mejor, aunque…

Creo que me revisaré antes QUIERO LA CABEZA DE ALFREDO GARCÍA que ver este western que tan grata impresión te ha causado...



La edición que tengo yo es uno de esos programas dobles que editaba Regia y que estaban francamente bien tanto en cuanto a calidad de imagen como de sonido y, desde luego, la copia es en 2.35:1.

Otra cosa es la calidad de las películas, de la cual no puedo dar fe porque, para ser sinceros, no me acuerdo de ella.

Casualmente he revisionado su filmografía en estas semanas y delas sensaciones que tenía de lo visto hace 3 décadas y lo.visto ahora me ha causado una mucha mejor opinión La balada de Cable Hogue que, junto a Grupo Salvaje están en un primer escalón.
En un segundo escalón situaría a Mayor Dundee revisionado con el metraje recortado en su momento, junto a Pat Garret , Duelo en la Alta Sierra, y Perros de paja.
La que ha bajado mi.opinion respecto a mi.primer visionado ha sido La cruz de hierro.
Quiero la Cabeza de Alfredo García estaría al final del segundo escalón.
Y el resto poco mencionable.

Un saludo

Más o menos creo que tu valoración se aproxima a la que hemos ido haciendo en este hilo. Personalmente, no conecto con The Ballad..., pero admito que puede ser algo muy subjetivo (me molesta ciertos usos de la cámara rápida y no me convence la historia romántica ni algunos rasgos de humor grueso)y en cambio valoro mucho más Bring Me the Head... También pongo por encima de Major Dundee las otras tres que sitúas en el segundo escalón. Para mí, ya lo dije en su momento, hay una película por encima de las demás, The Wild Bunch, dos o tres excelentes, un pequeño grupo de notables y, lamentablemente, un puñado de films bastante flojos.

Entiendo tu valoración respecto a lo que no te agrada de Cable Hogue pq tb lo.comparto pero lo.considero pequeñas concesiones frente a la ironía y humor cínico que destila toda la cinta.

Un saludo

Villa cabalga (Villa Rides, 1968), de Buzz Kulik



Cierro la revisión de la obra de Peckinpah con un breve comentario sobre el segundo de sus guiones que no consiguió llevar directamente a la pantalla, después del de Gloriosos camaradas. Producida por la Paramount, se cuenta que fue capital la intervención de Yul Brynner (un improbable Pancho Villa) para apartar del proyecto a Peckinpah, substituido por un gris Buzz Kulik (director dedicado sobre todo a la televisión), y para que Robert Towne reescribiera el guion (a partir de una adaptación de la biografía de Villa escrita por William Douglas Lansford). Al parecer Brynner no estaba de acuerdo con el perfil que se daba del revolucionario mexicano.

Desconozco el guion original de Peckinpah y no sé qué hubiera sido el film si el californiano se hubiera mantenido al frente del proyecto, pero lo que se acabó realizando fue una película muy poco atractiva, tanto en el dibujo de personajes como en la planificación, incluidos los momentos de acción. Los combates y el comportamiento tanto de Villa (y su fiel mano derecha, Fierro, un hierático Charles Bronson),



como del general Huerta (Herbert Lom),



como de las tropas antirrevolucionarias, es violento como no podía ser de otra manera tratándose de una historia que ha pasado por el filtro de Peckinpah, pero todo ello muy diluido y sin ningún tratamiento estético destacable (ni montajes eisensteinianos ni sangre a borbotones ni ralentíes a granel). Pero más allá de la vulgaridad del aspecto visual, para mí naufraga sobre todo en el retrato de personajes, en especial un desangelado Villa (Brynner nunca ha sido un actor de mi gusto, pero aquí me parece particularmente inadecuado) y un Robert Mitchum, en el papel del aviador norteamericano Lee Arnold (encargado de suministrar armas a los contrarrevolucionarios, pero que acabará colaborando con Villa), que parece no saber en ningún momento qué demonios está haciendo en medio de la revolución mexicana, más perdido que un pulpo en un garaje.



Los personajes femeninos son tópicamente peckinpahianos, o sea sin demasiado relieve (a lo que no ayuda la interpretación de la italiana Maria Grazia Buccella como Fina; más pasional y ardiente resulta la española Diana Lorys, como la bailarina Emilita). Entre los secundarios identificamos algunos rostros de actores hispanos (el film se rodó parcialmente en España), como Fernando Rey, José María Prada o Julio Peña. También tienen breves apariciones Jill Ireland (que se casó con Bronson en ese mismo año) y John Ireland, en un mero cameo.

De poco sirve la participación del veterano John Hildyard tras la cámara (al año siguiente firmaría la fotografía de la hitchcockiana Topaz) o la de Maurice Jarre componiendo la banda sonora, de la que se puede decir (no sé si como elogio) que suena a Jarre… pero menos. El resultado es decepcionante, uno más de las decenas de films de ambientación “mexicana” que proliferaron durante los 60, imbuido de una cierta estética de spaghetti western. Me temo que con estos mimbres Peckinpah tampoco hubiera podido sacar demasiado partido del tema.

¡¡A mi siempre me resultó extraño ver a Yul Brynner en papeles del far west, no iban con su físico ni con su persona!!...

Brynner no era un gran actor pero sí una estrella. Yo creo que donde más me gusta (tampoco he visto buena parte de su filmografía) es en LOS HERMANOS KARAMAZOV y en LOS SIETE MAGNÍFICOS.

Mitchum ya había hecho de mercenario en dos excelentes westerns, BANDIDO (1956) de Richard Fleischer y MÁS ALLÁ DE RÍO GRANDE (1958) de Robert Parrish.

Iniciado por Alcaudón

Brynner no era un gran actor pero sí una estrella. Yo creo que donde más me gusta (tampoco he visto buena parte de su filmografía) es en LOS HERMANOS KARAMAZOV y en LOS SIETE MAGNÍFICOS.

A mi me gusta también en "El rey y yo" (su papel por antonomasia), "Los diez mandamientos", "Anastasia" y "Rojo atardecer" principalmente.

No diré que sea un mal actor, pero a mí Brynner no me ha gustado nunca, tiene una mirada y un gesto que me desagrada, lo cual puede servir para algunos personajes concretos (por ejemplo, en El rey y yo o el robot de Almas de metal), pero es que suele reproducirlo en todos sus roles. De niño más bien me daba miedo.