Los organizadores de conciertos, las grandes estrellas del rock y las empresas de venta de entradas deberían realizar su trabajo encapuchados, y apuntándonos al pecho con una escopeta de cañones recortados.
Esto viene al caso porque las entradas para los conciertos de Springsteen en Madrid se han puesto a la venta justo cuando la Sepi, RTVE y todos los sindicatos han llegado a un acuerdo para la reconstrucción del Ente.
Quiero ver a Springsteen sobre un escenario interpretando las viejas canciones de Pete Seeger. Sigo meticulosamente las instrucciones para conseguir las entradas por teléfono, pero durante el proceso la conexión se corta misteriosamente en varias ocasiones. ¿Cuánto cuesta cada una de esas llamadas abortadas?
Prefiero no saberlo… Tras decenas de intentos logro completar el proceso y cerrar la compra de cuatro entradas, al nada despreciable precio de 69 euros cada una. Por supuesto a ciegas, sin saber si me ha correspondido barrera o vomitorio, fila uno o Puerta Grande.
Si me dicen que, como en los roscones, hay una sorpresa final: por realizar la compra vía telefónica debo añadir al precio de cada entrada nueve euros (¡nueve euros!) en concepto de "comisión por la gestión". Luego hay que ir a recoger las entradas… En resumen: 78 euros, 13.000 de las viejas pesetas, por una entrada para un concierto en la plaza de toros de Las Ventas, lugar polvoriento concebido para matar toros y no para escuchar guitarras acústicas y mandolinas.
78 euros cada entrada. Un 15% del salario mínimo interprofesional. No está mal, si tenemos en cuenta que Springsteen cantará las canciones de Seeger, todas con un gran contenido social, en las que se habla de los trabajadores, la dureza de la fábrica y la necesidad de luchar para sobrevivir en este mundo injusto y despiadado. Canciones para los más débiles, los más pobres, los necesitados. Canciones que ahora se presentan ante un público capaz de pagar 78 euros por una entrada.
¡Juro ante el código de verificación de este blog que es la última vez que me dejo estafar comprando entradas para conciertos que se celebren en recintos para ganado, con precios abusivos, acústicas infectas, accesos lamentables, trato alienante, bebidas caras y calientes, servicios sucios sin papel…! ¡Y maldigo las ciudades como Madrid, con grandes autovías pero sin locales adecuados para escuchar música!
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