Lo primero de todo. Palpatine: empiezan el film a saco, desde los títulos de apertura. Oye, !que el emperador está vivo! Pero después de dos horas de película, siguen si explicarte el COMO y él PORQUÉ. Consiguió sobrevivir, punto. Y además creo a Snoke como un intento... de algo que no llegan a detallar en ningún momento. Se lo ventilan en cero coma, y a otra cosa, mariposa. Y luego está el PLAN, que tampoco se entiende muy bien: quiero recuperar a mi nieta para que me mate y el poder sith que reside en mí se traspase a ella y reine entre mis miles de acólitos (qué no sabemos exactamente de donde han salido). Es un WTF en toda regla, que para ser una película en la que intentan contarte mil cosas, se olvidan de narrarte lo mollar de la historia, y desarrollarlo como es debido.
Más: La redención de Ben. La transición emocional me funciona (entre otras cosas porque Adam Driver es un actor como la copa de un pino), pero la forma en que está hecho es puro fan service. De repente aparece Han Solo como un ¿recuerdo? de Ben y básicamente le redime del parricidio que cometió en el episodio VII. No tiene mucho sentido, pero bueno, dramáticamente funciona. Lo compramos.
Poe Dameron y Finn. Pues están ahí por estar, porque al final sus personajes no llegan a tener un “final” como tal. Juegan a lo largo de toda la película con su relación con Rey (Poe tiene un rollito al principio con ella de “oye, no te aguanto, pero parece que nos hacemos tilín), luego a mitad de película le encasquetan un “antiguo amor”, pero luego al final parece que no, que no hay tampoco rollo entre ellos.
Finn lo mismo. Cuando está a punto de morir parece que le va a confesar a Rey lo mucho que “la quiere”, pero no, tampoco. Le encasquetan una “novieta” que es como el (renegada de la primera orden), pero al final tampoco queda claro si se queda con ella o no (de hecho, igual ella se convierte en “pupila” de... Lando? En serio? Y Rose Tico pasaba por allí...
Tema cameos. A uno por minuto. Lo de Lando es un ¿por qué no? como una catedral. Vale, bien... sale por allí para ayudar a nuestros protagonistas, y luego va apareciendo de la nada para salvar el día. Wedge? Sale en un plano y se acabo. Williams, entrañable. Harrison, un Deux ex machina en toda regla. Luke? deja a todos los fantasmas de la fuerza como unos mindundis hasta ese momento. Que hasta consigue levantar (por fin) su X-Wing! Y trátame el sable láser con respeto, Rey, por fa; no hagas lo mismo que hice yo en el VIII.
Y ya que estamos, si de cerrar la historia de las tres trilogías se trataba, que menos que cuando Rey se convierte en custodia y representante de todos los jedis vistos hasta la fecha, MUÉSTRAMELOS, LEÑE. No lo dejes en vocecitas en el espacio!
Tema acción. Desenfrenada del minuto uno hasta el final. Casi no hay tiempo para pararse y reflexionar. Los primeros 45 minutos son como si hubieran puesto el film a doble de velocidad. Siempre considere a Abrams un director bastante apañado en la puesta en escena (de hecho, es lo mejor que tiene el episodio VII), pero aquí está como desganado, en piloto automático. De hecho, solo hay cuatro o cinco escenas en las que se permite parar un poco, respirar, y darles su tempo narrativo: la revelación de Kylo a Rey sobre quién es en realidad, el momento de borrado de la memoria a C-3PO (pero que luego, dramáticamente se lo cargan porque vuelve a recuperarla), la escena entre Ben y su padre (que aún siendo un WTF, funciona), Rey curando a Kylo, y luego la escena final en que este le devuelve “el favor”, resucitando a Rey, conviertiendose, junto a Dark Plagueis en el único usuario de la fuerza que en las películas ha conseguido hacerlo y, de paso, redimirse y “ascender”. Todas ellas son escenas que funcionan POR ESO, porque se molestan en tomarse su tempo emocional para narrartelas.
La batalla final. En Star Wars SIEMPRE ha habido un climax a dos o tres bandas, y está peli, que presume de ser el cierre de tres trilogías, no podía ser menos. El problema es que la batalla espacial con la súper flota del emperador se resuelve de una forma totalmente random y, en este caso, en vez de sumar en acción y espectacularidad, no hace más que entorpecer el enfrentamiento entre Rey y el emperador. Una vez más, los hachazos en el montaje (que son evidentísimos), hacen un flaco favor a la película.
Leia... aquí tenían un marrón importante que lo han resuelto muy dignamente. Eso si, aprovechan para meter un flash back en la que vemos a Luke entrenándola, y así “arreglar” la demostración de poder en la fuerza de Leía en el VIII. Otra cosa más para contentar a los que odiaron la “escena” de Leia/Superman en el film de Johnson....