Me fascinan esas secuencias en que, sin exceso de alaracas, efectos y demás, se consigue transmitir la presencia de lo maligno en pantalla, ya provenga de humano, espíritu, diablo o monstruo. Algunos, los más majestuosos, lo consiguen incluso con imágenes de una belleza aterradora. Yo apunto algunas de mis escenas favoritas:
El sueño erótico de Mia Farrow en La semilla del diablo:
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El primer sermón de Robert Mitchum en La noche del cazador:
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La aparición de Lucy en el cementerio en el Dracula de Fisher:
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