Y esto de que aparezcas en Terminator 6, ¿es cierto?
Sí, sí, sí.
¿Cómo llegas a una superproducción así?
La agencia de representantes, Mesala, nos pidió a varios actores que hiciésemos pruebas. Tú te grabas en un vídeo, que grabé con el productor de Ana de Día, Iván, y la tenía que grabar en mexicano. Hice la prueba pensando que para nada iba a entrar en Terminator. Pero un viernes me dicen que el lunes tengo la prueba con el director, Tim Miller. Me dije “la madre que me parió”. Y tenía la prueba en inglés y en mejicano. Y yo inglés… desgraciadamente no sé. Pero dije que sí, por supuesto que me aprendo mi separata en inglés, sin problema, y así se la hago. Hice la separata en inglés, y luego me preparé mi separata en mexicano. Al día siguiente me dijeron que tenía que supervisarme James Cameron (ríe), dijo que ok, y p’alante.
¿Qué puedes contar de la película?
Poquito, porque no te puedes imaginar lo estrictamente secreto que lo llevan todo. Pero todo, todo, todo. No puedes imaginar hasta qué extremo. Te dan una separata que te avisan de que se va a modificar durante la película, y luego incluso cuando te la dan en la película, cuando termina te la retiran. No puedes tenerla en tu poder. Es algo impresionante, tienen mucho celo para que no se filtre nada.
¿Y el rodaje?
Impresionante. Muchos días de preparación para el tema de la ropa. Son muy exhaustivos. Tampoco tenemos mucha diferencia en las cosas que hacemos aquí, pero ellos son muy llamativos, y todo es a lo grande y todo es mucho, y la producción es mucha, y todo mucho. El día de la secuencia fue con 500 figurantes. Al final ni siquiera llega a ser la que haces en la prueba, pero la experiencia de estar ahí y ver cuando dicen: “Action”, que parece que se va a caer el mundo… Se produce un terremoto de todos los equipos, y cuando dicen acción, parece que todos se han tomado un redbull en ese momento, y empiezan con esa energía. Pero son amables, atentos…
¿En qué notaste que estabas en una superproducción?
Es mucho dinero. Un despliegue por todos sitios, desde que te llevan y te traen, las plataformas de montaje, de creación, te ponen unas naves impresionantes con miles de personas trabajando… En ese sentido, te quedas admirada.
Me llamó mucho la atención la diseñadora de vestuario, que tiene no sé cuántos Oscar. Me reía mucho, porque entraba y parecía que había entrado la Reina de Inglaterra, y todo el mundo la trataba como lo que es. Yo siempre llevo una medallita de la Virgen del Carmen, y a ella le encantó. Y para el personaje, una vendedora de tamales de la calle, el día de rodaje yo tenía una réplica hecha de la medallita. Para que no utilizase la mía. Ellos habían hecho una réplica exacta para usarla en el rodaje.
¿No podías utilizar la tuya?
No, no, no. Nada tuyo, no te tocan, no puedes sonreír en una foto. No te tocan ni para vestirte. Es todo con un protocolo que ni te imaginas.