Iniciado por
Jane Olsen
Muy cierto. Durante los años setenta y gran parte de los ochenta, la Disney estaba más perdida que un pulpo en una discoteca. A pesar de su intento por adaptarse a los nuevos tiempos, por ejemplo, usando la tecnología más vanguardista y los mejores efectos espaciales o con temáticas de tipo ciencia-ficción o incluso espada y brujería (Tron, El abismo negro, Dragonslayer, Taron y el caldero mágico, La montaña embrujada...) para intentar atraer al público adolescente, que por aquel entonces era ya el que más dinero dejaba en las salas, y no las familias con niños, el problema era que sus películas seguían reproduciendo, en gran medida, los mismos esquemas que habían triunfado treinta años atrás, y que pensaban seguirían teniendo éxito: niños díscolos pero con buen corazón, animales parlanchines, adultos severos pero justos, villanos caricaturescos...No se daban cuenta de que la sociedad ya no era la misma o no querían verlo, y tardaron bastante en empezar a meter temáticas más adultas (familias desestructuradas, consumo de drogas, enfermedad, jóvenes problemáticos...como en Tex). Y que faltaba ya el tío Walt. Yo creo que el principal problema con El abismo negro es que no termina de decidirse, porque junto a escenas realmente terroríficas como las que tienen como protagonista al personaje de Max Schell, tiene otras realmente simplonas, como las de los dos robots pequeñajos, y otras que sencillamente no se sabe bien lo que son (como el alucinante viaje a través del agujero, que parece algo así como 2001 de Kubrick mezclado con Dante y visto a través de los ojos de algún maestro de escuela de los Estados Unidos de esos que enseñan el creacionismo. Creo que, como dices, si hubiera tomado partido por dirigirse a un público más adulto y se hubiera decantado por un tono más oscuro, sí hubiera funcionado.