Yo ya lo hubiera tenido presente, incluso para ganar, en 1951 con alguno de los papeles que mencioné (quizá el de El gran carnaval sea demasiado oscuro para el gusto de aquella Academia, y quién sabe si de esta).
En cualquier caso, sí parecía El loco del pelo rojo el vehículo idóneo, el momento para premiarle, junto al sí galardonado como secundario, Anthony Quinn por la misma película.
Aquel año parecía que los ojos estaban fijados en Yul Brynner, que apareció en Los diez mandamientos, El rey y yo (por la que recibió esa estatuilla) y en Anastasia (donde Academia e Ingrid Bergman se reconciliaron, con un segundo oscar para la sueca).