Ay, los pegajodos, una de las especies infrahumanas que más me tocan las narices.

En fin... a lo que iba.

Diez años después de acabar el instituto aún me paso por ahí de vez en cuando, sobre todo para saludar al cantinero que tan buenos bocatas de tortilla con alioli nos preparaba. Y tanto él como algunos de los profesores que aún siguen en el centro (ya sabeis, de estos enrrollaos -que de verdad existen) se lamentan enormemente de la fauna que ahora campa a sus anchas en el instituto.

No se trata pues sólo del paupérrimo nivel -que lo es- del actual sistema, sino de la propia actitud de los estudiantes -por llamarlos de alguna forma-. Y no se trata de ir de Steve Urkel por la vida, tampoco era así hace diez años, es ésa sensación de que te están perdonando la vida.

Por supuesto que hace diez años también había quien daba más o menos por culo, pero al menos la mayoría tenía una gran conciencia social: en general optaban por fumarse las clases. Ellos se libraban del tostón correspondiente y el profesor... ídem.

Y los alumnos que se quedaban optaban por atender o, más frecuentemente, por jugar a los barquitos o a los ceritos... pero ¡DISIMULADAMENTE, coño! Es que hoy en día se ha perdido esa emoción por hacer algo sin que te pillen, ahora se hace en la puta cara del profesor, y cuanto más evidente se sea, mejor.

Y creedme que se va a perder algo aún más importante que la figura del repetidor. El antiguo y venerable arte de fabricarse chuletas. Si no hay necesidad de aprobar no hay necesidad de hacer chuletas. Y sin chuletas ya me direis cómo se saca una carrera.

Yo doy clases particulares de Matemáticas, Estadística, Física e Inglés (y si se tercia, también Química, no le hago ascos a nada). A una de las chicas a las que tengo ahora le quedaron siete en la primera evaluación (está en segundo de Bachillerato - el antiguo COU, para los que, como yo, aún llamen Pryca al Carrefour).

Un detalle hay que merece la pena hacer notar es que, en general, en este país existe la sana costumbre de que hasta que no sientes el aliento del toro en el cogote no se toman medidas... Ergo, hasta que no hay cates no se precisan clases particulares.

Ahí cojo yo por tanto a la pobre infeliz... No os entretendré con mis cuitas en las horas de clase con alguien -de dieciocho años- que cree que dos rectas normales son aquellas que están pintadas con regla... A lo que voy es que al final del segundo trimestre vino con tres cates, después de haber dedicado horas y horas a hacer ejercicios que aseguraba entender -aunque no sé a quién pretendía engañar.

Puesto que es la madre quien pagaba, me pareció razonable hablar con ella de la situación de su hija, decirle que tenía que esforzase más, hacer problemas por ella sola más allá de los que pudiera hacer conmigo... y en definitiva disculparme de alguna manera por el relativo fracaso... cuando me encuentro que la madre es la más feliz de todos porque solo le han quedado tres... y que ella no cree que su hija pueda hacer nada más (una chica que duerme la siesta todas las tardes después de comer y a las ocho está dándose un voltio con su novio recién estrenado...).

Ahí está gran parte del problema. Si los propios padres no encuentran ninguna lacra en el actual sistema educativo y se dan por satisfechos cuando su hijo les trae tres cates después de dejarse un pastón en clases... pues quién soy yo para discutirles nada. Total, tienen razón, es una mejora superior al 100% respecto a la situación anterior.

Lo único que puedo hacer es cerrar los ojos, abrir la mano y pensar: al menos me estás pagando el "Resident Evil 4".

Y sé que no soy mal profesor. Afortunadamente tengo atros extorsionados, digo alumnos, que demuestran que aún vale la pena esforzarse. No todo está perdido.

Y total, bien pensado, este sistema educativo - y más aún, este nuevo, en caso de aprobarse- no hacen sino beneficiar a los que practicamos el sano arte de la extorsión mediante clases particulares.

A mayor nivel de borreguismo, mayor demanda. Porque el palo lo van a seguir pegando en algún sitio, eso fijo.

Y ya está.

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And now for something completely different.</p>