Eso depende de lo que tú entiendas por un buen director de cine. Para mí un buen director es un director que es justo, que usa unas imágenes y un estilo que se corresponden con el espíritu de aquello que quiere contar.
Sam Mendes es un cineasta a menudo rimbombante. Su trabajo a veces parece una mera exhibición de movimientos de cámara elaborados y coreografías complejas cuya valía está en la pericia misma de las secuencias, sin importar que encajen o no dentro del tono general de la película (o que importen, porque lo complicado no es necesariamente mejor).
Pienso por ejemplo en Road to Perdition, el exponente más obvio, y aunque es una película que en su momento me gustó, con el paso del tiempo prácticamente he olvidado que existe porque estos alardes técnicos no terminan de compensar una historia ñoña, previsible y sin más lecturas o interés que las obvias (y no hablo del guion, hablo del concepto mismo de la película y de su desarrollo). Es como si Mendes supiese qué elementos conforman un género determinado, pero no fuese capaz de insuflarles algo de vida, de razón de ser, de hacer que parezcan algo más que una imitación de tal género o tal otro. Lo mismo diría con respecto a Revolutionary Road, que es obvia y en el fondo tosca desde el título mismo hasta los interminables concursos de gritos entre los personajes, pasando por el rol evidente a más no poder de cada uno de los personajes, como aquel loco que siempre dice la verdad y que ya puestos podrían haber llamado en los créditos 'loco que siempre dice la verdad'. Y cuando una película suya supuestamente tiene que tener un estilo más invisible y vivir del sustento dramático y de los personajes, igual le sale algo como aquel horror con John Krasinski, que no recuerdo cómo se llamaba pero es de lo más inane, forzado e inaguantable que he visto en una pantalla.
No quiero decir con esto que sus películas no valgan para nada; al fin y al cabo estoy resaltando todo lo malo y obviando lo bueno, y American Beauty en su momento estuvo bastante bien y Jarhead por ejemplo es interesante y la misma Road to Perdition tiene cosas que me gustan a pesar de su aire ampuloso y rimbombante. Pero dado que como artista no me convence, y no en vano ha terminado haciendo anuncios de Louis Vutton y películas de James Bond, cuando leo que una película suya va a componerse de un único plano secuencia, en cierto sentido me temo lo peor.
Por cierto, es irónico que tu avatar sea David Fincher, porque un tanto de lo mismo hubiera dicho del primer Fincher. Eso sí, con la madurez este director sí que ha sabido ir reduciendo lo superfluo y hacer películas donde el estilo es más una expresión del contenido que una manera de llamar la atención del espectador (en concreto pienso que Zodiac y The Social Network son dos obras maestras como las copas de dos pinos americanos).




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