A mí la película me ha gustado, supone sobre todo un ejercicio de estilo brutal de Sam Mendes. Y da igual que esté trucado, narrativamente es un solo plano (o dos, según se considere el fundido a negro a la mitad).
Ahora bien, como me ha pasado con otras películas de este año, yo salgo un poco flipado de los calificativos de obra maestra que he leído. Estamos bajando demasiado el listón. Porque más allá de lo técnico, la historia es justita, muy justita. Es más una película-experiencia que una narración (un poco lo que decía Scorsese del cine como parque de atracciones, pero con la coartada de que una guerra es algo muy dramático y serio). Y es que el planteamiento narrativo está sujeto a las necesidades técnicas: si uno lo piensa, la historia nos cuenta que cada punto donde suceden cosas tremendas están a pocos minutos de distancia andando, y la acumulación de sucesos a la misma gente en un corto espacio es tan abrumadora que resulta inverosímil:
te explota una bomba, te cae un avión encima, te caes por una cascada...).
Eso sin entrar en que manden un mensaje tan importante y urgente con un par de soldados (sí, no me parece que la justificación del superior sea convincente).
Los personajes puro cartón, y temáticamente muy superficial: la guerra es mala y ya. Se atisban ciertos momentos de interés, en que asoma la idea de los restos de humanidad a la que se tiene que aferrar los soldados en una situación así, como la gran escena de la canción (aunque obviamente la idea está cogida de Senderos de gloria).
A pesar de todas esas pegas, vuelvo a lo que decía al inicio:
como experimento cinematográfico, como sacada de chorra técnica y
experiencia inmersiva (la película tiene mucho de vídeo juego si uno lo piensa), se disfruta. Ahora bien, si consideramos que una gran película debe también tener una gran historia y personajes, lo siento, pero para mí se queda muy corta.