De entrada, y aunque me llamen abuela cebolleta

(será que lo soy, qué le vamos a hacer

), a mí no me gusta en lo que se está convirtiendo, o se ha convertido ya, el cine. Y como no me gusta, pues no voy. Esa sensación que tenías antes cada vez que pisabamos un cine yo no la he vuelto a sentir desde hace años. Los cines de barrio han desaparecido, los videoclubs se desvanecen, los cine de estreno se pueden contar ya con los dedos de una mano, sobre las películas que se editan y cómo se editan, se podría hablar largo y tendido, hoy lo que imperan son frías minisalas con mastuerzos haciendo el tonto con el móvil...Y yo para eso, no voy al cine, por no hablar de lo caro, carísimo que se ha vuelto (sin contar con el transporte). Sólo voy ya cuando una película realmente me interesa muchísmo.