Angel Fernández Santos -El País-

<blockquote>Quote:<hr> El concurso de la Mostra trajo ayer Muñecos, una bella y muy singular película del japonés Takeshi Kitano, en la que, con preciosismo dominado por el buen gusto, pone en pantalla una tragedia extraída de las tradiciones seculares e inmortales del Teatro Bunraku. Kitano arranca de las prodigiosas marionetas de esta venerable escena tres historias cruzadas, con las que compone un filme casi mudo, de estructura itinerante y una exquisita composición sonora y visual, a ratos cercana al cine primitivo, sobre todo en los ritmos de montaje. Es un experimento muy aventurado, que resbala en la piel de algunas y cala muy en el fondo de los ojos de otros.<hr></blockquote>




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