Mil historias enhebradas con vertiginosa energía, y todas son una tontería.
La anterior película de estos cineastas trataba de una amistad entre un náufrago y un cadaver que se tiraba pedos, y este nuevo estreno me ha vuelto a traer la misma sensación a la cabeza: que me parece estar viendo una película escrita y dirigida por un niño pequeño. Sin ningún sentido de moderación o de mesura. Nada es demasiado tonto, feo o absurdo como para ser desechado. La originalidad consiste en decir o hacer lo primero que se te pasa por la cabeza, sea lo que sea.
En fin, vistos los antecedentes no esperaba demasiado, pero aún así me ha sorprendido para mal.