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Tema: Akira Kurosawa: revisando sus películas

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    Predeterminado Re: Akira Kurosawa: revisando sus películas

    29. Rapsodia en agosto (Hachigatsu no rapusodi, 1991)



    Como apuntaba en mi comentario anterior, en la recta final de su filmografía Kurosawa fue cada vez abrazando temas más íntimos y abandonando las grandes producciones. En Rapsodia en agosto estamos en 1990 en Nagasaki, 45 años después de ser objetivo de la segunda bomba atómica que Estados Unidos lanzó sobre Japón. Aunque, sorprendentemente, Kurosawa no hacía ninguna mención a las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki en su autobiografía, lo cierto es que el peligro nuclear, el miedo al efecto de las radiaciones, está presente en más de uno de sus films, en particular en Crónica de un ser vivo y Los sueños de AK.

    La protagonista del film es una anciana, Kane, que vive en las afueras de Nagasaki, interpretada por Sachiko Murase, veterana actriz, que ya había trabajado en el cine mudo y tenía gran experiencia teatral. La película adapta el relato “Nabe no naka” de Kiyoko Murata, que previamente había tenido montaje escénico con la misma actriz como Kane.

    Kane acoge en su casa a sus cuatro nietos, dos chicos y dos chicas. Sus padres, la hija y el hijo de la anciana, se encuentran de viaje en Hawái en visita al que parece ser el hermano de Kane, emigrado al territorio estadounidense ya en los años veinte, y que, por tanto, no conoció la tragedia nuclear. Kane, en cambio, sufrió la desaparición de familiares y, en especial, de su marido. Ella, además, ha quedado marcada con la pérdida perenne de buena parte de sus cabellos.



    Los días de agosto transcurren plácidamente, las nubes cruzan a menudo el cielo y en la tierra domina el sonido constante y atronador de las cigarras. Período vacacional que sirve para que los niños vayan descubriendo cosas del pasado, el efecto devastador de la bomba y las secuelas, todavía vivas, en la población. Kurosawa nos lo va mostrando con gran delicadeza, sin caer en el subrayado, aunque quizá todo tenga un tono excesivamente ingenuo, y esté filmado con una sencillez que sorprende en un director tan perfeccionista.

    Una escultura conmemorativa de la bomba, de hecho unos columpios deformados por el calor de la explosión, situada junto a la escuela donde murió el marido de Kane, maestro, es el punto que atrae la atención de los niños y donde viejas víctimas de la bomba depositan sus ofrendas en sus ceremonias en recuerdo de ese fatídico 9 de agosto de 1945.



    Durante la primera hora del film hay dos detalles que rompen una cierta monotonía narrativa. Uno es el recuerdo de Kane de lo que dibujaba uno de sus hermanos después del estallido: un ojo, que mediante un trucaje inquietante Kurosawa nos lo muestra señoreando el horizonte.



    El otro, que sirve para aligerar el peso dramático del film, es la broma que les gasta a su hermana y primos el más pequeño de los nietos, disfrazado de duende del lago.



    Justo cuando ha transcurrido poco más de una hora, hace su aparición el personaje que, probablemente, más sorprende al ver el film, especialmente por quien lo interpreta. Llega a Nagasaki Clark, sobrino de Kane, el hijo de su hermano que está gravemente enfermo en Hawái. Encarna el personaje un Richard Gere que estaba en uno de sus momentos álgidos como estrella de Hollywood, después del éxito de Pretty Woman. Se dice que el actor se ofreció a trabajar gratuitamente, pero finalmente acepto unas condiciones económicas extraordinariamente reducidas, pero acordes con la modestia de la producción, esta vez íntegramente japonesa, una colaboración de la empresa de Kurosawa con la Shochiku.

    Los padres de los chicos creen que Clark ha viajado hasta Japón porque está molesto que les hayan recordado, en una carta enviada por la abuela y redactada por los nietos, el papel de Estados Unidos en la tragedia de 1945, lo que les hace temer por su participación en el negocio del cultivo de piñas al que se dedican sus parientes americanos en Hawái. Ellos no han dicho nada durante la visita al tío, interiorizando que es de mal gusto sacar el tema a relucir delante de los norteamericano (actitud de prudencia extrema, que a uno le hace pensar si no es la misma que llevó a Kurosawa a no referirse a las bombas atómicas en su autobiografía).

    Pero en realidad el objetivo de Clark es rendir homenaje a las víctimas, entre las cuales su tío, y disculparse por el olvido que han mostrado a lo largo de todos esos años. Clark (Gere está algo menos de veinte minutos en pantalla, haciendo el esfuerzo de decir casi todo su diálogo en japonés) muestra una actitud respetuosa en su manera de comportarse, visitando él también el monumento conmemorativo.



    Asiste también a una ceremonia colectiva en la que se rezan unas plegarias. Aquí Kurosawa introduce una imagen curiosa: una hilera de hormigas que sube y bajan a lo largo del tallo de una rosa (secuencia que, al parecer, rodó Honda), imagen que probablemente cobra todo su sentido al final del film.

    La estancia de Clark se verá interrumpida por un telegrama que le notifica la muerte de su padre. La noticia parece obrar un efecto traumático en Kane, que enloquece, creyendo ver en una tormenta la repetición de la explosión atómica (al igual que le ocurría al personaje interpretado por Mifune en Crónica de un ser vivo). Desequilibrada mentalmente, Kane sale al exterior y termina intentando avanzar en medio de la tempestad, cerrando el film Kurosawa con una imagen tan perturbadora como con la que concluía Ran: la anciana desvalida, intentando protegerse de la lluvia con un paraguas roto por la violencia de los elementos.


    Además, como reforzando el carácter simbólico de la imagen, suena en la banda sonora un lied de Schubert: “Heidenröslein” (“Rosita del matorral”), cantado por un coro infantil en japonés, enlazando quizá el momento con aquella imagen enigmática de una rosa y unas hormigas que nos mostró durante las plegarias de la ceremonia en recuerdo de la tragedia nuclear. Sin duda, un momento tremendamente emotivo, que te puede poner la piel de gallina.



    La película recibió críticas tanto en Japón como en Estados Unidos, aunque por razones contrapuestas, lo que vino a demostrar que el tema era todavía doloroso para ambos países. Incluso llegó a ser acusada de propaganda antinorteamericana, lo cual, visto el film, es completamente delirante. A pesar de todo, obtuvo buenas recaudaciones en Europa y en Japón.

    Con la próxima entrega, Madadayo, llegaremos al final de nuestro recorrido.
    Última edición por mad dog earle; 12/03/2025 a las 13:22

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