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Pues, la verdad, yo tampoco lo veo tan mayor como para que se le esté yendo así la pinza. ¿Estamos seguros de que no lo ha drogado una banda de mafiosos chinos financiada por Spielberg? ¿No será que nos encontramos ante un 'clon' de sí mismo y el verdadero Martin reside felizmente abducido en la suite con videoteca de una nave espacial, donde disfruta de los daiquiris y la inconexa charleta de Elvis Presley? ¡Hombre, no nos vamos a engañar, un cierto aspecto a lo Doña Rogelia con las gafas de Mister Magoo sí que ha ido adquiriendo a medida que cumplía años, y rodaba bodrios de tercera regional financiados por el incompetente DiCaprio, lo cual no dejaba de inquietarnos! ¡Pero de ahí a estar peripatéticamente gagá hay una enorme diferencia!
Herederos de Scorsese, tíos, os lo digo sin acritud, ¿el 'grandfa' está bien? ¿Controláis sus deposiciones? ¿Le suministráis completa la medicación? ¿Vigiláis que su dieta no se limite a devorar 'whoppers' y 'hot dogs'? En serio, ¿habéis visto el anuncio de Freixenet con un poco de atención? ¿Habéis entendido algo? Pobre Martin, ¿qué nos querrá decir? ¿Nos estará enviando, parapetado tras sus megagafas, mensajes invisibles, una petición de S.O.S.? Pero ¿por qué aparece detrás de él, mientras nos explica con somero detalle tanta gilipollez, un reloj digital cuyos números son de un tamaño desproporcionado? ¿Lleva Martin lustros fingiendo, como el director de aquella película de Woody Allen, cuando no ve un pijo? ¿Tiene más dioptrías que Rompetechos?
El caso es que, en mi opinión, se nos ha ido. Con todo esto del cava se confirma que acabamos de perder, calamitosamente, a uno de los nuestros. Al mejor. A Hollywood le sobran motivos para no estar de enhorabuena. Nunca un brindis televisivo, llegada la Navidad, tuvo un sabor tan amargo. Scorsese ingresa en el burbujeante club de Gabino Diego, Norma Duval, Don Johnson, Ana Obregón, Plácido Domingo o Victoria Principal. Y, como era de esperar, acaba ahogándose en cava.
Es complicado que los de Freixenet acepten el argumento del 'spot' de Martin que me hubiera gustado ver. De todas formas, y por lo que pueda pasar, ahí va. Cedo todos los derechos a los herederos de Scorsese siempre y cuando no contraten a DiCaprio para el papel principal. Si alguien tiene que protagonizarlo, que sea Robert De Niro. ¡Ni 'The Key to Reserva' ni falso guión perdido de Alfred Hitchcock ni homenaje plagiador a 'Con la muerte en los talones', Martin!, ¿qué te has creído? ¿Que por ser Scorsese ya no te lo vas a currar? Para empezar, que se te vaya quitando de tu canosa cabeza de italoamericano 'alzheimeroso' ese rollo egocentrista de aparecer tú y tú y tú en tu propio 'spot'. Ni de coña. Lo máximo que te permito es que cueles tu voz en 'off' y que nos cuentes que, enredando un día entre tus cosas allá en el geriátrico neoyorquino en el que te han metido, diste con las tres páginas inéditas de tu primer borrador de 'Taxi Driver'. Qué alegría, Martin. Tú que lo creías perdido. Luego, confesarás emocionado que, como los de Freixenet corren con la cuenta de esta ronda, vas a rodarlo en formato 'spot', 35 años después de su escritura.
Pago lo que haga falta por volver a ver a Travis Bickle, cual El Fary resurrecto, al volante de su taxi, preguntando al espejo retrovisor: "You talkin' to me?". Aunque sea disfrazado de 'burbujita' y ciscándose en el ayuntamiento por culpa de las licencias, las malditas licencias otorgadas por una especie de Alberto Ruiz Gallardón que interpretaría, a la medida, Harvey Keitel. Lo que sea, ya os digo.